Tras la confesión de varios arrepentidos, la Justicia busca recuperar el dinero de las coimas: creen que está escondido en el país
Este fin de semana lanzó una serie de medidas destinadas a encontrar la plata que se pagaba como sobornos. El financista Clarens aportó datos claves para la pesquisa.
Con la declaración que escucharon anteayer el juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli del financista Ernesto Clarens, lanzaron este fin de semana una cacería para recuperar esos fondos para el Estado, en un intento de congelar los que están en el exterior y secuestrar los dólares que -sospechan- se encuentran escondidos en la Argentina.
Por ahora, los investigadores de la causa de los cuadernos de las coimas saben que una porción de ese dinero fue expatriado por Clarens, el histórico financista de los Kirchner. Sospechan, además, que otra parte está escondida en el sur y creen que el resto fue a parar a manos de los ministros y colaboradores intermediarios, beneficiados en esa cadena de corrupción.
La declaración de Clarens mencionó mecanismos de fuga de capitales mediante offshores y transferencias al exterior. "La declaración de Clarens y la de José López , ambas, dispararon medidas para producir prueba sensible", dijo al diario La Nación una fuente que sigue de cerca la investigación y no abundó en detalles para no frustrar los hallazgos.
Los cuadernos de Oscar Centeno, el chofer de Roberto Baratta, revelaron la existencia de una cadena de recaudación ilegal de fondos de cada ministerio durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner: los políticos pedían coimas o aportes y los empresarios pagaban para seguir haciendo negocios.
Los cuadernos revelan que solo en los seis meses anteriores a la muerte de Néstor Kirchner en 2010 el remisero Centeno transportó en su Toyota Corolla color negro 53 millones de dólares en compañía de Baratta o de su secretario Nelson Lazarte. El 77% del monto total entregado durante el período (US$37,6 millones) terminó en el departamento de Cristina Kirchner de Juncal y Uruguay y el otro 22% (US$10,8 millones) se dejó en la quinta de Olivos.
De este modo, un 9% del dinero terminó en manos de los intermediarios y a juzgar por Centeno, una parte iba para Baratta y otra era para De Vido.
Un cálculo de los investigadores señala que más allá de este número, que surge de lo anotado, hay otros bolsos donde no se especifican sumas de dinero, pero calculan que la plata total de los cuadernos podría llegar a los 200 millones de dólares.
Este cálculo inicial, cuando empezó el caso, quedó corto a la luz de las revelaciones que están haciendo los empresarios al fiscal Carlos Stornelli y al juez Claudio Bonadio sobre los pagos que hicieron. Por ejemplo, Gabriel Romero habló de 500.000 dólares al año para Ricardo Jaime desde el inicio de la gestión; Aldo Roggio habló del 5 por ciento de retorno sobre los subsidios, una cifra multimillonaria y así otros aportes.
Pero Centeno dijo que la recaudación estaba organizada por ministerios y que el día en que ellos -por el Ministerio de Planificación - debían salir a buscar plata era los jueves y que otros ministerios tenían otros días asignados, así es dable suponer que existían otros choferes haciendo el mismo trabajo que el fiel conductor de Baratta otros días de la semana.
¿Dónde terminó toda esa suma incalculable de dinero? Una parte en manos de Néstor y Cristina Kirchner y la otra parte fue un goteo que dejó restos en manos de sus colaboradores.
Claro que la suma de gotas parecen un océano: hay causas por enriquecimiento ilícito contra Julio De Vido (con una chacra en Zárate, departamentos en Palermo), Roberto Baratta (casas en countries, terrenos en Calafate, un fideicomiso a nombre de su mujer), Ricardo Jaime (con un yate de un millón de dólares y un jet privado de 4 millones dólares) entre otros de los funcionarios de Planificación y el fallecido Daniel Muñoz, cuya familia pugna por no perder 65 millones de dólares en departamentos, lujosos condominios playeros y locales comerciales en Miami y Nueva York.
El juez Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli están convencidos de que una parte del dinero está escondido en la Patagonia, que no salió del país y que se encuentra en bóvedas o enterrado. El tamaño del espacio que se requeriría para tener escondida tanta cantidad de dinero hace pensar que no bastarían cajas de seguridad bancarias.
Una pista la dieron el extitular del organismo que controlaba las concesiones viales, el "arrepentido" Claudio Uberti y los pilotos del Tango 01. La plata se acumulaba en bolsos o valijas en el departamento de la calle Uruguay. Uberti recordó que subió y se encontró con "otras valijas en el palier, y en su dormitorio había muchas, otras más".
Por referencias de Daniel Muñoz, Uberti supo que ese dinero lo iba a llevar a Santa Cruz; eran tantas, alrededor de 20 valijas de distintos tamaños, que Muñoz le dijo que "después de esto iba a tener que poner un negocio de valijas".
El destino del dinero era la casa de Néstor y Cristina Kirchner en la calle 25 de Mayo en Río Gallegos, donde tenían bóvedas que habían comprado al Banco Hipotecario, declaró Uberti. Las valijas con dinero viajaban en el Tango 01, las cargaban en Aeroparque y las bajaban en Río Gallegos . "Esto es lo que yo vi", dijo.
Esta idea coincide con el relato de el "Potro" Sergio Velázquez, piloto oficial de los Kirchner. "Vi los bolsos, pero nunca los levanté ni abrí", aclaró. Por eso no tiene la certeza de que había dinero en su interior.
Aunque agregó que cuando los bolsos subían al avión estaban pesados y cuando volvían a subirlos de regreso estaban vacíos. Además, indicó que los bolsos eran guardados detrás de los asientos y que no pasaban los controles de seguridad. Luego, desde la pista eran cargados en el asiento trasero de los autos oficiales para ser sacados del aeropuerto. Dijo que era una "operación habitual".
Otra parte del dinero estaría en el exterior a nombre de Daniel Muñoz, pues los investigadores sospechan que los 65 millones de dólares que tiene invertidos mediante offshores a nombre de supuestos testaferros no era plata solo del exsecretario privado, sino que era plata de Néstor Kirchner. La Unidad de Información Financiera (UIF) está colaborando con el juzgado para congelar esos bienes y que no puedan ser vendidos para poder recuperarlos.
La otra parte del dinero pudo haber salido al exterior. Clarens, el financista que manejó los fondos de Santa Cruz cuando Néstor Kirchner fue gobernador, ya declaró como arrepentido e hizo importantes aportes sobre dónde pueden estar los fondos.
Clarens ya había sido mencionado por el arrepentido Leonardo Fariña en el caso de Lázaro Báez como quien desde su financiera se dedicaba a sacar dinero al exterior. Tras su declaración el juez Sebastián Casanello allanó una serie de cuevas financieras, incluida la de Clarens y su propia casa. Ahí decomisó documentos y computadoras. Tras una pulseada con la UIF, el organismo realizó un informe de inteligencia financiera donde denunció operaciones sospechosas de Clarens.
Esto dio origen a una nueva causa de operaciones sospechosas de Clarens y su financiera Invernes (¿Inversiones Ernesto o Inversiones Néstor?) por fuera de las operaciones ligadas a Báez. Esa información en poder de Stornelli fue clave para negociar la declaración de Clarens como arrepentido.
La sospecha es que Clarens intervino en operaciones de compensación, como las que describió Fariña. Consisten en que el cliente deposita en Buenos Aires en una cuenta y se le acredita en su cuenta en el exterior una cifra similar, gestionada por la propia financiera.
Las revelaciones de Clarens ponen a al juez y al fiscal en la ruta del dinero y abren otro capítulo de la investigación: con las coimas probadas, ahora el objetivo es la elevación a juicio de los funcionarios, del empresario y el recupero de los fondos de la corrupción.