DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

No tengo amigos judíos... yo tengo amigos

Parecía un día más: muchos en el trabajo, otros batiendo un apresurado café, otros, exactamente 85 en el lugar y momento equivocado.

Por Valeria Carreras
@dravaleria

Parecía un día más: muchos en el trabajo, otros batiendo un apresurado café, otros, exactamente 85 en el lugar y momento equivocado.

De pronto la confusión, un estruendo atípico en nuestra Buenos Aires, y mucho antes de cesar los gritos y las sirenas supimos que no había sido un accidente, ni un atentado al azar, era la persecución religiosa que nunca parece terminar...

Para ese odio no hubo cámara de gas, porque continuó con vida disfrazado, disimulado, camuflado y aceptado. Muchos se hicieron los distraídos y ese odio avanzó y se metió en todos lados.

Creíamos que en Argentina entre polkas y tarantelas habíamos logrado un escudo imaginario de amores y sabores mezclados que nos mantenía alejados de ese flagelo pero no fue suficiente.

Con el edificio de la AMIA se derrumbaron también nuestras creencias de país abierto, libre, integrado, CRISOL DE RAZAS Y CREDOS y orgullosamente ajeno a ese odio.

Entre los escombros quedaron atrapadas 85 vidas de gente anónima pero conocida y amada por los suyos pero no fueron las únicas víctimas, ese 18 de julio de 1994.

Quedaba herida de muerte la seguridad de una nación adonde no había llegado la locura del antisemitismo.

Quedaba la verdad tapada de ladrillos y oculta debajo de mojones de hormigón.

Quedaba acaso a la vista de autoridades ciegas, la corrupción judicial, policial y política

Así la calle Pasteur se convirtió en cita obligada de los familiares de aquellas víctimas clamando justicia, de la sociedad que apoyó tímidamente y de gobernantes que no quisieron, no supieron o no pudieron hacer nada.

Pasó tanto tiempo que debiera doler menos, pero fue tanta la desidia, tanto tarda en llegar la justicia que duele más y más...

En estos años nos mintieron sobre Trafics, células terroristas, apoyo local,  jueces enjuiciados, investigaciones infiltradas por servicios, comisiones coimeadas, miembros de la colectividad con fragilidad moral, que ni siquiera podemos creer en la muerte abrupta del fiscal Nisman, a cargo de investigar el peor atentado de la Argentina.

En este nuevo aniversario escucharemos más de lo mismo dice mi pesimismo racional.

Sin embargo mientras escribo siento que hay esperanza cuando alzo la vista del teclado y veo en la biblioteca desordenada de mi hijo el Diario de Ana Frank, y le sonrío porque como ella lo lograremos empezando por el destierro de la peor frase del antisemitismo "yo tengo un amigo judío" y siguiendo por los millones de argentinos que exigiremos ¡justicia por nuestros 85 muertos!