Macri confesó que se les ha complicado más la situación a los que venían mal
El Presidente realizó algunas reflexiones para entender la situación que vive el país.
Alto locro y reflexiones de aguas profundas para entender el nuevo país - Macri confesó: se les ha complicado más la situación a los que venían mal - Quién ganó en la plaza - Macri jugó lo que ya no tenía, la calle - Moyano con kirchneristas - El peronismo de los normales mañana al avenida con Gioja-Scioli - Y otros temas en la nota de #ZuletaSinTecho
Desmenuzar la trama impone este lunes un ejercicio de periodismo de aguas profundas para atender las discusiones del oficialismo y de la oposición sobre un país que era uno en diciembre, cuando ganó Macri, era otro en el veranito de la luna de miel, y uno distinto ahora cuando esas las mieles saben a hiel. Oficialismo y oposición hacen su trabajo sin que nadie pueda reprocharles que no hacen mal y es porque mantienen abierta las tertulias las 24 horas del día. Cumplen el libreto y no se engañan. Como Mauricio Macri, que bendijo ayer el alto locro de los gastronómicos con una confesión pública: la gente estaba mal, pero "las medidas que hemos debido tomar para sincerar la situación económica les ha complica aún más la situación". Se paró ante el medio de millar de invitados de Dante Camaño -Gastronómicos de Capital (nunca iba a ir Luis Barrionuevo, que lo deja de su cuñado ser el patrón en el distrito) - y ensayó esa admisión de lo que dicen los propios y adversarios: que la agenda de decisiones tiene que tener algún amortiguador o, dicho de manera canalla, que el gobierno está preso de u quiero y no puedo. Contra eso, explicó Macri, de jeans y zapatillas náuticas, ha tomado medidas de auxilio que alcanzan a diez millones de personas y han aumentado subsidios a quienes no los tenían. Esos razonamientos agridulces no aplacaron la algarabía de los anfitriones, buena parte dirigentes del sector, empresarios del ramo, y casi ningún político.Apenas Marcos Peña, que lo esperó a su jefe en la mesa solo, conversando con Jorge Triaca y, en mesas laterales, el director del PAMI Carlos Regazzoli, el dúo Los Ezequieles, integrado por los secretarios de Trabajo de Nación y CABA, Ezequiel Sabor y Ezequiel Jarvis, artistas como la imitadora oficial del gremio, Fátima Florez, algunos sindicalistas como Angel Garcia de seguridad. Juan Martini del tabaco. Silvio Etcheum de la carne y Pedro Zambelletti de pintura, y ex funcionarios como Oscar Talía "El orejano" (nom de guèrre de cuando corría carreras de autos). Camaño sentó en la mesa principal, además de los dos ministros, al empresario Héctor Orlando, el rey del catering por el lugar que ocupa en esa especialidad discreta pero rentable por lo transversal. Cuando se retiraron Peña y Macri, en ese orden, subió a la mesa principal la cómica Florez, de quien se esperó alguna mascarada. Pero Camaño había previsto sólo la actuación de una orquesta juvenil de San Miguel. Hubiera querido sentar junto a Macri a otra estrella del gremio, la pianista Marta Noguera, pero un desliz de logística impidió acercarla al locro y se tuvo que quedar en el predio del gremio Las Clavelinas. Eso lo contó Camaño en la visita que condujo antes de la locreada por las oficinas del 5° piso del edificio del gremio (que está junto al polideportivo en el bajo de la Autopista 25 de mayo) para mostrar parte de su colección de pinturas. Camaño colecciona y vende cuadros y está armando una muestra sobre Utopías Urbanas, integrada por obras que representan edificios de Buenos Aires (¿no debería Víctor Santa María completarla con una muestra de retratos de grandes porteros de ayer, de hoy y de siempre').
Con tanto gremialismo, la mesa de Regazzoli fue la más saludada por gente con intereses en el planeta de las obras sociales (prestadores, etc.,). El funcionario se retiró después de Macri para terminar de preparar la presentación que hará mañana en la Cámara de Diputados. Ha sido convocado por los legisladores para que explique la reducción de los medicamentos que se le entregan a los jubilados. Esa lista la recortó con el argumento de que es exagerada y no tiene otro propósito que hacerle perder plata al Estado. El PAMI es el 40% del negocio farmacéutico de la Argentina y cualquier retoque afecta a una industria con un poder de lobby fenomenal. "Va a ser una pelea dura", imaginaba mientras ponderaba con aire profesional los atributos del locro. Pero va tranquilo; lo tiene embocado al director del gobierno anterior Luciano Di Cesare, otro de los cautivos de Claudio Bonadío, que lo ha procesado por lindezas que pueden aumentar con el tiempo. Va convocado por la oposición, pero con un "bill" de indemnidad, que es el aval a la medida de Ginés González García. "Es algo que debió hacerse hace mucho tiempo. Es extraordinario", ha dicho el sanitarista mayor del país y del peronismo, algo que atendió Scioli, amigo de Ginés, para moderar su posición ante el PAMI.
La oportunidad fue la ideal para reflexiones de mesa de arena. ¿Perdió Macri en la plaza ante los gremios? Si perdió, fue en un terreno que nunca tuvo y en donde no tiene nada, porque nunca dominó la calle. Tampoco ganó, dice el dictamen de la mesa más encumbrada que tiene para el análisis de la coyuntura que integran los "principals" de Cambiemos. La oposición ahondó en su desventaja principal, la división. Hugo Moyano desplazó con el acto del jueves a los demás peronismos, enfilando detrás de sí al cristinismo residual y marginó a los normales del partido, que no pisaron el escenario, como Daniel Scioli en un toco y me voy, apenas para cumplir. Si en el carrusel de la oposición van a rotar, semana a semana, Cristina y Moyano, sirva otra copa, se consuelan en Olivos. Vamos por partes.
En el gobierno se dicen tranquilos porque el peronismo sigue alambrado en el grupo Tribunales; están en la agenda porque son protagonistas de las sagas del dinero K o, como el jueves, encerrados en un corralito al que no se entra, pero del cual tampoco se puede salir. Moyano intentó antes armados políticos a la altura de su talento - uno de los más notables de la política - pero no logró sacarle nada, apenas una banca para su hijo. No olvidar nunca que en elecciones pasadas fue el responsable de cuidarle las urnas al evaporado serial Francisco de Narváez. Se dividen aquí los diagnósticos entre 1) quienes creen que Moyano está viejo y se dejó caminar por los Delía y los Aníbal Fernández, que tiñeron de kirchnerismo el acto de alguien que había enfrentado al kirchnerismo con la vehemencia de los conversos. Esto lo alimenta el sindicalista, que dijo el sábado por la noche en la cena con la señora Mirtha que éste es su último año en la CGT. Nadie registró esa afirmación ni la ha sometido a examen, 2) quienes dicen que a Moyano no le importan esas presencias porque le suman. Es como si admitiera que ese cristinismo que se acercó al acto no tiene destino político y que puede encontrarlo en el sindicalismo. ¿Razones? Las obvias: cualquier recuperación del peronismo opositor saldrá de esa gente que fue al acto. Otra obviedad; resaltar la ausencia de sindicalistas como Barrionuevo o Momo Venegas en la plaza de Moyano.
¿Cómo iban a estar si están fuera del PJ y le jugaron en contra en las elecciones desde otros partidos, como el FRente Renovador (Barrionuevo) y FE, que integró la alianza ganadora.
Cabe acá un apunte sobre los otros peronismos: corre un frío por las espaldas del massismo, inquieto por la posibilidad de que el gobierno elija a la tira Cristina-Moyano & Co. como contradictores y eso los deje pegados sin remedio al oficialismo. Saben que cualquier confrontación política de fondo termina en un acuerdo y si ellos no son el polo de esa dialéctica van a quedar afuera, cuando llegue, del reparto grandes, después de que capitular en el reparto chico, el que le ha dado gobernabilidad a Macri en la provincia de Buenos Aires. Una encuesta que se conoció en la semana dice que "el 45% de los consultados identifican a Cristina como la dirigente que lidera la oposición al Gobierno, luego ubican a Sergio Massa" (M&R).
La peña que armó Peña en la cámara de Diputados cuando fue dar su informe fue sede de otras percepciones. Ocurrió en el despacho de jefatura del bloque Cambiemos por el cual desfilaron algunos ministros como Rogelio Frigerio, para rendir un examen más fino y profundo que el que daba en esas horas el jefe de gabinete ante la oposición (un previsible torneo de chicanas mutuas), el que se rinde ante los socios. Éstos son a veces más despiadados que los adversarios y hacen preguntas crudas: 1) ¿quién es el vocero del Presidente? 2) ¿no se dan cuenta de que los funcionarios hacen casting, pero no defienden? 3) ¿O que con anuncios como el millón nuevo de monotributistas, o la baja de ganancias, o el bono a los desocupados, o los planes de obras, cualquier gobierno hubiera hecho actos de dimensión nacional? Del otro lado demoran las respuestas; por eso el cuestionario es más hiriente: 1) el gobierno tiene un programa, pero no tiene agenda, la agenda se la arman los medios con la de Tribunales, pero eso no es política, aunque nos beneficie. 2) ¿Por qué Macri no da más conferencias de prensa él solo, como antes, que era lo mejor que había en el equipo? ¿Ha perdido frescura el tipo, lo ha ganado la crispación?
Las respuestas son las de siempre: este gobierno no es como el que se fue, no apabulla al público con proselitismo, los que se quejan son los medios que quieren que les pongamos avisos. Con celo, pero sin mucha confianza, lo señalan a Marcos Peña como un encuestomaníaco que responde con un sondeo a cada inquietud de malestar. Es también quien afirma que con 10 millones de argentinos conectados a twitter ya basta para que el presidente le hable a cada uno sin necesidad de grandes cadenas. También ven como gestos ingenuos los de Macri en algunas apariciones, que buscan emular el formato de las campañas de los EE.UU. que se adaptan sin que pierdan artificialidad. Ayer, cuando arrancó con el discurso en gastronómicos, dijo que le agradecía la invitación a Camaño, pero que también "a Pablo, Raúl, Julián, Carlos y Jorge", los cocineros que habían preparado ese menú. Antes de pasar al salón Macri visitó la cocina, se sacó fotos revolviendo el guiso con enorme cucharón y pidió que le anotasen los nombres de los cocineros. Los mencionó leyendo un papelito. Eso necesita más ensayos para que parezca natural, algo que Obama logra cuando en el discurso del estado de la nación mezcla grandes frases con descensos a lo coloquial y menciona "al capitán Mike, que está acá, después de pelear por la patria en Irak", y Mike, casualmente de uniforme y con todas las condecoraciones se pone de pie y recibe un aplauso. No se lo cree nadie.
Los políticos que vienen de viejas batallas querrían un hombre de zócalo como Carlos Corach, o personalidades de atril como Jorge Capitanich o la propia Cristina para ocupar las pantallas, plantar la agenda de cada día y defender al gobierno hasta lo irracional. Lo señalan a Peña y, de manera mediata, a Jaime Durán Barba, como los responsables de la comunicación, que creen que no funciona. Nada menos atinado que creer que los problemas del gobierno son de comunicación. Es una simpleza que pone la mirada en el instrumento y no en la política de fondo. Es un prejuicio del que han sido víctimas muchos gobiernos, cautivos del coro de publicistas que venden humo y reducen el juego político a un torneo de imágenes. El territorio de los hechos es la prensa sólo en la superficie, y dominar los mecanismos de la prensa no asegura el control de la política, que está hecha de estrategia. Si eso no hay comunicación ni hay grupo "rating" - como le llamaba Menem al grupo de carilindos y persuasivos que mandaba a defenderlo en la TV - que salve a un gobierno. Y Menem es la prueba; agotó varios grupos rating y se fue a la casa con la marca más baja de prestigio de la historia política. Para ser sentencioso: que un gobierno crea que su problema es la comunicación, significa que está en un problema político. Que Peña les diga a los peronistas que este gobierno está haciendo lo que hubiera hecho Scioli no es un error de comunicación. Es en todo caso un error táctico, porque al gobierno lo votaron para que hiciera lo contrario de Scioli. Tampoco es un problema de comunicación que el gobierno se haya comprado como una derrota el voto a la ley anti despidos en el Senado. Otro error táctico. Es un proyecto es del oficialismo y el gobierno pagó el costo porque se embanderó en contra cuando no tenía los votos para impedir su aprobación. ¿Ante qué tribunal quería halagar Macri al rechazarlo con énfasis de perdedor? Bastaba con decir que no le gustaba y que sus responsables van a pagar el costo de no defender el empleo con eficiencia bastaba. Pero se indignó y cobró con titulares que decían "Derrota del gobierno, se votó ley anti despidos". Como si fuera una idea de él.
Lo peor que podría hacer este gobierno es creerse ese diagnóstico, algo a lo que no ayuda el entusiasmo en contrario de Durán Barba. Este asesor ha dicho en estas horas que Macri está "apoyado en el mejor equipo de comunicación política del continente y consigue metas que asombran a los expertos en el tema". Y aladea, para irritación de los adversarios que querría ocupar su lugar junto al que manda: "El éxito del manejo de la comunicación de este gobierno es único en la historia. Según encuestas de distintas fuentes, Macri conserva la aceptación que tuvo al iniciarse el Gobierno. Aunque tuvo una caída de seis puntos hace veinte días, se recuperó gracias al acertado manejo de la reaparición de Cristina" (Perfil). Más allá de los ansiosos y cantamañanas, el gobierno enfrenta una situación de manual: es un gobierno de minorías - perdió la primera vuelta presidencial y las legislativas y tiene 34 % de votos propios -, lo eligió la mitad del país para cambiar un sistema que nació de cero hace 15 años, y que defiende la otra mitad. Sus funcionarios, incluyendo al presidente, transitan el camino penitencial de todo nuevo gobierno de aprender un oficio que no se enseña en ninguna academia. Eso lo refleja cualquier sondeo de opinión: el último, hecho por la consultora de Gustavo Marangoni (M&R) manifiesta una división sobre la agenda del gobierno que se recorta según el voto de diciembre: 45 % la apoya, 43% no, y el resto la balconea. Si se medita sobre este número hay que admitir que es un juicio sobre la capacidad del gobierno de encontrar una salida, porque oficialismo y oposición acuerdan en el diagnóstico: el principal problema es la inflación, y sigue el desempleo. Eso se dice desde el salón Blanco y desde la tribuna moyanista; la diferencia es la confianza que hay en el público sobre la capacidad de que el gobierno le encuentre una solución. Matiza ese cuadro otro dato tampoco sorprendente; cuando le preguntan al público sobre su filiación, el 45% se dice independiente, el 31 oficialista y el 24 opositor. La ansiedad de los opinadores se expresa en representación de esa franja de independientes, que es el calvario que tiene que caminar Macri, es el más exigente, el que lo votó por la negativa al kirchnerismo y que espera señales. Que no las va a dar la comunicación.
¿Las dará la política? En las mesas más sesudas el locro de los gastronómicos se analizaron dos caminos que discute el oficialismo. ¿Conviene negociar las leyes con el peronismo una por una, o sale más barato en paquete? Esto último implica escuchar la oferta de Miguel Pichetto de un acuerdo del Bicentenario que incluya consignas sociales, reparto de rentas y cambios institucionales, como una corte suprema ampliada en la que haya para todos. Esta idea se reflotó en los últimos días cuando Cristina de Kirchner apuró a los senadores que fueron a verla a que rechacen la designación de los postulantes del gobierno. El argumento es que un cambio no negociado en la Corte persigue un giro en la jurisprudencia en muchos casos en donde el peronismo logró ventajas (la ley de medios, por ejemplo, que recibió el aval de ese tribunal, aunque recortado). Eso enfrió el movimiento de carpetas en el Congreso en torno a los dos candidatos. Macri tiene que decidir ahora si insiste en la designación en comisión, con lo cual tendrá jueces hasta fin de año, o si embocará otro gol en contra. No perdió la calle porque nunca la ha tenido, pero mantiene al peronismo dividido, como se vio en el palco del jueves. Es un empate, pero no le sirve, por ahora, más que para soñar con repetir la elección de 2015, 34 % de los votos. Un problema porque en una legislativa hay que mostrar mayoría de votos frente a la oposición. Si no, perdiste.
El peronismo distribuyó sus mesas de arena en varias sedes. Alguna en el conurbano, adonde Daniel Scioli preparó la rentreé de mañana en el teatro Alvear al frente, junto a José Luis Gioja, de la nueva cúpula del PJ tras el aval de la Cámara Nacional Electoral a la normalización. Ese es el peronismo de los normales, que estuvo un poquito en la manifestación del jueves, pero sin entusiasmo por entrar en la foto, algo para el cable, no para la TV abierta, sin la ansiedad de los cristinistas por aparecer cerca del escenario. El ex gobernador tiene desde esa confirmación un nuevo formato: apareció el sábado en la fiesta del Surubí junto al senador "Camau" Espíndola, uno de los dirigentes del interior que le responde. Es el primer paso de giras más amplias por el resto del país. Siempre le fue mejor en el interior que en la selva de la región metropolitana en donde debe competir con otros peso pesados. La captura del peronismo del interior es un paso en la estrategia de ser el candidato a senador por Buenos Aires el año que viene, que persigue la intención de ser el postulante del peronismo a la presidencia en 2019. La marcha es desde el interior hacia el centro, porque salir del centro al interior no funcionó, como no le funcionó hace quince años a Eduardo Duhalde. Es una de las lecciones del peronismo en este ciclo. La otra es que, si no amplía la alianza, en un país con balotaje, el peronismo no gana nunca más una elección si no lo hace en primera vuelta. El sueño de Alfonsín. En 2015 el país muestra haber salido de la emergencia política que despedazó al voto no-peronista después de la caída de la Alianza. Eso cifró elecciones como las de 2003, 2007 y 2011 en las que el peronismo no tuvo a una oposición capaz de cerrar un arco único. Eso lo logró Macri y pone al sistema ante una situación trágica: si le va bien, el peronismo nunca más gana. La única posibilidad es que Macri fracase en otra débacle institucional. Sino trágico para un país pero que expresa la profundidad de una crisis del sistema que lleva ya casi 20 años; estalló con el intento (fracasado) de Menem de un tercer mandato. De aquellos polvos estos lodos.
Otro foro de debate y autocrítica se instaló en el peronismo del NE, adonde hay dirigentes que hicieron ganar al peronismo en las provinciales y lo hicieron ganar a Scioli en la presidencial, y les toca rearmar alguna oposición. Gildo Insfrán eligió al camino de los "integrados" y promovió la sigla Gioja-Scioli para el PJ, sin los camporistas, pero con algunos cristinistas hoy moderados como Guillermo Moreno y el Chino Navarro. Capitanich, en el Chaco, se marginó de esa recomposición y entró también en un proceso de autocrítica, pero eligió, en la jerga del llorado Umberto Eco, ser un "apocalíptico" (cfr. Apocalípticos e integrados, 1964). No revela los detalles de su diagnóstico porque está identificado con el cristinismo residual y no está para convertirse, gratis, en un nuevo Bossio. "Volvería a asumir las responsabilidades que tomé en el gobierno nacional", dice cuando le preguntan sobre su experiencia, que contará en junio con un paquete de cuatro libros que pondrá en circulación, y en otros dos que terminará, dice, a fin de año.
Es prudente acceder a ese diagnóstico por la vía negativa, obligando al cronista a un ejercicio de estilo y discreción. ¿Que admite el chaqueño?, y no repregunten: 1) Que en el peronismo nadie puede ejercer la conducción y que Cristina de Kirchner desaprovechó, sin darle razones a nadie, la era de oficialismo para acuñar un liderazgo sólido y firme. 2) La prueba es, desde ya, la derrota electoral por la incapacidad de aquel gobierno de ampliar la alianza que le permitía gobernar, pero no ganar la presidencial en primera vuelta, que la única posibilidad de retener el poder. Si no pudo controlarlo a Randazzo, no era jefa 3) Tampoco intentó Cristina ensayar un mecanismo de protección del legado. No montó ningún procedimiento ni fusible para blindar decisiones ni de amparo de sus funcionarios, salvo al puñado de elegidos de la mesa chica para cargos legislativos. ¿Creyó que no había legado? ¿O que nadie lo iba a atacar? 4) Tampoco dio nunca una explicación sobre dónde estuvo el negocio del gobierno en pelearse con las dos corporaciones que tienen poder en la Argentina, que son la prensa y la justicia. ¿A cambio de qué lo hizo? A cambio de nada. Los que se fueron tienen como único aglutinante ser el grupo Tribunales, el de los funcionarios citados por la justicia, la mayoría de los ex ministros, incluyendo a los tres jefes de gabinete, a quienes indagarán por la administración de un espectáculo, el fútbol, cuando habían sido convocados a hacer la revolución.
Capitanich no estará en el Avenida mañana, oportunidad de la reaparición del Jorge Landau, apoderado del partido que condujo la defensa del expediente de la normalización desde su casa, adonde se reponía de un doble by-pass. Aun con esa disminución temporaria doblegó a los duhaldistas y massistas (y macristas) que presionaban por la intervención al partido. "- Le hice yo el by-pass a los jueces", se reía anoche desde su casa de Ingeniero Maschwitz. Sobre los libros del Coqui chaqueño: prepara cuatro para junio, en este orden. Uno sobre los informes en el Congreso, que titula "101" (evocación de "Las ciento y una" de Sarmiento en su polémica con el Alberdi de las "Cartas Quillotanas") por referencia al artículo de la Constitución que dispone el informe al Congreso. Otro volumen contiene sus conferencias de prenda, con la autocrítica por romper el ejemplar de un diario en público; otro con la rendición de cuentas para el Juicio de Residencia por su ejercicio de la gobernación del Chaco durante ocho años, y un cuarto volumen con discursos. Para fin de año este polígrafo de la política propone un desarrollo de su teoría del pos estructuralismo económico y la evolución del capitalismo, y un ambicioso estudio histórico sobre 79 imperios a lo largo del tiempo. Tomá.
Estas altas solemnidades no impidieron conspiraciones de contrafrente, como la que ensayaron el viernes por la noche en la parrilla La Raya los rebeldes del Círculo de Legisladores que se oponen a la conducción kirchnerista de Francisco Toto. Esos dos sectores tienen una querella amparada en el juzgado de María Servini por la validez de las listas de candidatos a la última elección. Los rebeldes están conducidos por Daniel Basile, ex diputado duhaldista, y los conservadores Alberto Allende Iriarte y Federico Pinedo, pero la conducción de Toto les impugnó los diplomas para presentarse a las elecciones. Servini prorrogó los mandatos y el 20 de mayo habrá una asamblea en donde todos esperan que se ordene un llamado a renovar autoridades. En esa cena del viernes Basile logró llevar a estrellas legislativas como Alberto Allende, Rafael Pascual, Marita Goñi, Cristina Guzmán, Angel Abasto, Mariano Gerván, Ricardo Marcos, Cristina Guevara, Néstor y Constanza Perl, Ana Kessler, Eduardo Conesa, Pedro del Piero y, entre otros, Héctor Maya, quien se resistió ante el menú de esa noche atendiendo con rigor al ayuno previo de un chequeo médico. Este grupo, nada kirchnerista, espera que la ola que ganó al Ejecutivo se traslade al círculo, y más cuando quienes lo conducen son finalmente los presidentes de las dos cámaras del Congreso, Gabriela Michetti y Emilio Monzó, gente del palo. La justicia les ha demorado el cumplimiento de sus ambiciones y han empezado a pensar que les convendría una intervención judicial, como la que querían los duhaldistas para el PJ, que al final la Cámara Electoral negó. Ya tienen el nombre del interventor, Mariano Gerván, un conservador que es el secretario legislativo del bloque del Pro en Diputados. Y si esto no funcionase, ejercerían la persuasión sobre el presidente Toto para que le deje el cargo a la vicepresidente del círculo, la ex senadora por Santa Fe, Liliana Gurdulich, que es amiga de todas las partes.
Alguien tendrá que explicar, ante el silencio de sus responsables, por qué volvió a Lalín la peña radical Progreso que sesionaba en el Centro Asturiano. Seguro que es una cuestión de efectivo. Pero van a enloquecer a la militancia, como a fin de año, cuando unos pagaban en Lalín y no les daban de comer, etc. Esta vez se reunieron para escuchar a un emblema partidario, el ex ministro Juan Manuel Casella. Desbordó esta vez la concurrencia, que se solazó con la larga explicación del hombre de Avellaneda que fue desde lo internacional a lo local, parta terminar con un análisis de las perspectivas del gobierno de Cambiemos y de la UCR como partido. Levantó el ánimo de los comensales cuando señaló la desviación de algunos dirigentes que pretenden convertir al radicalismo en una mera línea interna del PRO.
Como antídoto recomendó fortalecer la identidad y la presencia radical a partir de la institucionalización partidaria que haga funcionar sus órganos directivos y sus comités como ámbito de análisis y debate. Escuchaban atentos el bastonero José N. Bielicki, la ex embajadora Elsa Kelly, el ex presidente del Comité Nacional Mario Jaraz, la ex vicegobernadora Elva Roulet, el exministro Héctor Lombardo, el titular del Instituto Yrigoyeneano Diego Barovero, Félix Loñ (que salió segundo en la elección del Colegio Público de Abogados con una gran votación del 21%) y veteranos de tantas batallas como Quico Pujol, Roberto Costa, Emilio Cappuccio, Víctor De Martino, Roberto Sanmartino, Coco Yunes, Cristina Vesco, Gustavo Grinspun, el ingeniero Salmerón, Eduardo Saguier, Miguel Ponce y el socialista Mario Mazzitelli, entre otros.
Los radicales, nos enteramos allí, preparan los homenajes a Arturo Illia por el 50° aniversario de su derrocamiento por las Fuerzas Armadas, hecho que señalan como el comienzo de un ciclo de violencia política y de crisis institucional, económica y social del país; y también a Hipólito Yrigoyen al cumplirse cien años de su elección como presidente por el voto libre de la ley Saénz Peña. Para ello se juntaron en el comité de Alsina su titular e intendente de Santa Fe José Corral, con una comisión que integran Hipólito Solari Yrigoyen, Elva Roulet, Marcelo Bassani (auditor de la Cancillería), Luis Brandoni, Leandro Despouy, el vicepresidente de la Convención Nacional Carlos Pérez Gresia, Diego Barovero y Fernando Blanco Muiño (que es además director de Defensa del Consumidor de Pancho Cabrera), la directora del Museo de la UCR Edith Gallo, la historiadora María Saénz Quesada y los profesores Liliana de Riz y Natalio Botana.
Prometen un ciclo de homenajes a los que esperan arrastrar a los otros partidos y al gobierno mismo, del cual forman parte. Hernán Lombardi ha comprometido la ayuda de los medios del Estado que administra y otras oficinas contribuirán con exposiciones, la emisión de una estampilla y hasta de un billete con el retrato de Yrigoyen. La nominación se la dejan a Alfonso de Prat Gay, pero seguro que esa moneda hará fama, porque el público hablará de "100 peludos", y así.
Radicales
Diego Barovero, Carlos Perez Gresia, Fernando Blanco Muiño, Marcelo Bassani, José Corral, Elva Roulet y Luis Brandoni, encargados de levantar la marca radical con homenajes a los 50 años de la salida de Arturo Illia y 100 del ingreso de Hipólito Yrigoyen.
Cerca también del oficialismo, hubo algaradas más privadas como la que animó el embajador de España Estanislao de Grandes Pascual en uno de los quinchos más reputados del ramo, el de los sindicalistas del campo que reportan al Momo Venegas. Éste es aliado del gobierno, se ha quedado con la administración del puerto de Quequén, que es su ciudad de nacimiento y que le negaban María Eugenia Vidal y el intendente massista que asumió en ese municipio en diciembre pasado. El diplomático a una audiencia calificada entre quienes estaban el public affairs de Exxon, Tom Hess, el economista Alieto Guadagni, Gabriela Agosto, del Consejo Coordinador de Políticas Sociales, Marina Klemensiewicz, Subsecretaria de Hábitat de la Secretaria de Vivienda de la Nación y esposa del vocero presidencial Iván Pavlovsky, el periodista y director del Archivo General de la Nación Emilio Perina, Alejandro Di Capua, de Puente, Alejandro Allende Presidente de ALPI, y la organizadora, la Parlasur electa Teresa González Fernández, del partido Fe-Momo conducción.