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Leo Fariña, trampolín a la fama y caída libre hacia la debacle: su rápido y breve paso por la gloria

A los 25 años, se casó con una de las mujeres más codiciadas del país. Amasó una pequeña fortuna, pero lo perdió todo. 

Leonardo Fariña era un joven de 25 años, oriundo de La Plata, egresado del Colegio Nacional y Contador Público por la Universidad Nacional. Era un joven común y promedio de esa edad.

Su vida dio un vuelco rotundo en 2011, cuando conoció a la modelo Karina Jelinek y entabló una relación con ella. Apenas tres meses después le propuso casamiento con un anillo de Tiffanys valuado en 40.500 euros. Se casaron en abril, con una presuntuosa boda en el Tattersall de Palermo, lleno de glamour y lujos. Presuntamente fue costeada por Carlos Molinari, empleador de Fariña por ese entonces.

Además de la lujosa vida que decidió darle a su nueva esposa, que incluyó autos de alta gama, casas de veraneo en Punta del Este y derroches, la vida de Fariña viró hacia ámbitos de más poder: aunque en el marco de las investigaciones judiciales que se están llevando a cabo él negó todo, el joven contador entabló vínculos con la familia Báez, oriunda de Santa Cruz.

En 2013 llegó su momento más álgido, cuando presentó varias grabaciones en el programa Periodismo Para Todos de Jorge Lanata, algunas en formato de cámara oculta, explicando diversas operaciones que había realizado con Lázaro Báez para sacar enormes sumas de dinero del país. Así, se convirtió en el "valijero" de lo que luego se convertiría en la ruta del dinero K.

Apenas dos días después Fariña volvió a ser el centro de atención cuando se presentó en el programa de Jorge Rial para manifestar que todo lo dicho en PPT eran mentiras que había inventado para tenderle una trampa a Lanata, discurso que se hizo añicos cuando la ex secretaria de Néstor Kirchner ratificó sus primeras versiones.

En medio de todo el escándalo por las presuntas denuncias dichas a medias, un rumor empezó a circular por los pasillos de ámbitos políticos y mediáticos: Fariña podría llegar a ser un hijo no reconocido de Néstor Kirchner. Y de allí sus vínculos con lo más alto del empresariado kirchnerista.

Ese dato nunca llegó a comprobarse ni a mayores repercusiones, pero sí fueron develadas sus relaciones con la familia Báez. A través de la financiera SGI de Puerto Madero, más conocida como La Rosadita, el joven contador y Martín Báez tuvieron, como mínimo, un vínculo comercial.

Finalmente, en abril de 2014 Fariña fue apresado por la causa que caía en su contra, debido a una importantísima evasión de impuestos por la que la Agencia Federal de Ingresos Públicos (AFIP) lo denunció.

Eso puso el fin a su relación con Jelinek, quien quedó inhibida para utilizar sus bienes, y lo condujo al penal de Ezeiza, donde aún permanece. Sus vínculos con los negociados kirchneristas y la denominada ruta del dinero K siguen sin ser del todo claros, pero pese a esto Fariña sigue siendo una de las piezas fundamentales en la investigación. El viernes, su declaración de 12 horas en los tribunales de Comodoro Py salpicó a lo más importante del arco kirchnerista.

Del misterio que reviste, su salto a la fama, el dinero y el poder, sus vínculos con los Báez, los Kirchner, Elaskar y La Rosadita. Pieza fundamental de este entramado de relaciones que poco a poco está viendo luz.