Entereza anímica, casi sin visitas y poco diálogo: así son los días de Lázaro Báez en el penal de Ezeiza
Hace un mes el empresario vinculado a la familia Kirchner fue detenido en la causa de la ruta del dinero K.
Se cumple un mes de la detención de Lázaro Báez, que fue esperado por la Policía Aeroportuaria cuando aterrizó en el aeropuerto de San Fernando. Lleva 30 días en el penal federal de Ezeiza.
El empresario vinculado a la familia Kirchner, que está procesado por la causa de la ruta del dinero K, comparte espacio con otros 14 presos que, al igual que él, superan los 50 años. El patrón de esa convivencia es el conflicto cero.
El pabellón tiene celdas individuales para cada interno y un sector de usos múltiples (SUM) donde interactúa, si se lo puede llamar así, con otros presos. Todo es monitoreado por cámaras de seguridad y una guardia de 24 horas de agentes del Servicio Penitenciario Federal (SPF).
Según publicó Infobae, Lázaro Báez casi no tiene diálogo con sus compañeros y habla lo justo y necesario con los agentes del penal. Esta actitud la adoptó luego de escuchar recomendaciones de sus allegados, que quiere evitar que le infiltren un interno para sacarle información.
A diferencia del común de los presos, Lázaro no está quebrado anímicamente, una característica habitual en cualquier persona que atraviesa por primera vez la circunstancia de estar detenido. No obstante, es seguido de cerca por los médicos porque, aunque aún no lo demuestre, no descartan que pueda caer en una depresión.
Asimismo, Lázaro no recibe visitas de sus familiares. Apenas lo fueron a ver personas que dijeron ser amigos y sus abogados, con quienes habla habitualmente vía teléfono público del pabellón.
El empresario vinculado a la familia Kirchner, que está procesado por la causa de la ruta del dinero K, comparte espacio con otros 14 presos que, al igual que él, superan los 50 años. El patrón de esa convivencia es el conflicto cero.
El pabellón tiene celdas individuales para cada interno y un sector de usos múltiples (SUM) donde interactúa, si se lo puede llamar así, con otros presos. Todo es monitoreado por cámaras de seguridad y una guardia de 24 horas de agentes del Servicio Penitenciario Federal (SPF).
Según publicó Infobae, Lázaro Báez casi no tiene diálogo con sus compañeros y habla lo justo y necesario con los agentes del penal. Esta actitud la adoptó luego de escuchar recomendaciones de sus allegados, que quiere evitar que le infiltren un interno para sacarle información.
A diferencia del común de los presos, Lázaro no está quebrado anímicamente, una característica habitual en cualquier persona que atraviesa por primera vez la circunstancia de estar detenido. No obstante, es seguido de cerca por los médicos porque, aunque aún no lo demuestre, no descartan que pueda caer en una depresión.
Asimismo, Lázaro no recibe visitas de sus familiares. Apenas lo fueron a ver personas que dijeron ser amigos y sus abogados, con quienes habla habitualmente vía teléfono público del pabellón.