El triunfo etnocéntrico de los unitarios
El poder se decide en Buenos Aires. Sergio Massa, Mauricio Macri y Daniel Scioli deberán ganar allí la elección.
Descartado Julio Cobos en Gualeguaychú, los exponentes del llamado "interior", que aún se desgastan en la pelea grande, son dos.
José Manuel de la Sota, de Córdoba, y Ernesto Sanz, de Mendoza.
En cierto modo queda también la señora Elisa Carrió, que es oriunda de Chaco. Aunque ella resolvió la conflictiva ecuación cultural. Se hizo porteña. Como el cordobés Fernando de la Rúa.
Ambos -Sanz y De la Sota- se encuentran aceptablemente distantes del objetivo explícito de conquistar la presidencia. Pegan cartelones. Declaran con frecuencia. Pero lamentablemente no prenden en las encuestas mezquinas.
Algo pasa en la Argentina que ya no emerge el riojano de los 90, como Carlos Menem. O mismo el patagónico de los dos mil, Néstor Kirchner, a quien Eduardo Duhalde le entregó el poder servido, en bandeja de tragamonedas.
Aún persisten tres exponentes del "interior profundo" que se proyectaron oportunamente como presidenciables.
Carlos Reutemann, de Santa Fe; Juan Carlos Romero, de Salta, y Adolfo Rodríguez Saa, del Estado Libre Asociado de San Luis.
Hoy se diluyen entre la plácida Planta Permanente del Senado Venerable. Llegan los martes a "la Capital" y se vuelven los jueves a sus provincias.
Para constar en actas se registra otra proyección que derivó en un reciente fracaso. Milton Capitanich, de Chaco. Asomó como Premier con ambiciones presidenciales, para volverse a Resistencia y desgastarse por el despacho municipal. Lo más grave es que La Doctora elogia, en público, su canto vital a la declinación.
En el bolillero -para Oximoron- queda pendiente Juan Manuel Urtubey, también de Salta, el vencedor de Romero. Habrá que esperarlo cuatro años.
Dos vertientesLa cuestión del poder hoy se decide prácticamente en Buenos Aires.
El etnocentrismo se presenta en dos vertientes. La Provincia Inviable y el Artificio Autónomo de La Capital.
Daniel Scioli, Mauricio Macri, Sergio Massa, la señora Margarita Stolbizer. Son trayectorias que representan al antiguo puerto que motivó contingencias culturales aún no resueltas. Con resentimientos que suelen brotar con naturalidad. Florecen como las quejas, cotidianamente, en sobremesas con interlocutores del "interior".
El etnocentrismo ya se presenta aquí con cierto desparpajo. Casi ofensivo.
Por ejemplo en PRO ya ni siquiera se simula la pasión tenue del federalismo que no existe. Se carece de reparos en barajar, como vice de Mauricio, a otro oriundo del puerto.
Sea Rogelio Frigerio, Marcos Peña. Como fue hasta hace dos meses la señora Gabriela Michetti.
Tampoco nadie se avergüenza al postular, como probable vice de Scioli, a Axel Kicillof, el muchacho de la Avenida Las Heras. O al bonaerense Eduardo de Pedro, de Mercedes.
Ni existe pudor siquiera para atenuar el ninguneo del federalismo. Al menos en su aspecto formal, o meramente semántico.
Ya La Doctora, en 2011, no tuvo objeciones federalistas de nadie al presentar, como desdichado vice, a Amado Boudou. Para presentar la fórmula de la Ruta 2. Unía Tolosa con Mar del Plata.
En la práctica, el triunfo etnocéntrico de los unitarios sobre los federales se explicitó durante el segundo mandato de La Doctora.
Nunca, como en esta instancia, la centralidad fue tan desfachatada.
Aparte de contar con el presidente y el vice (de adorno), Buenos Aires tiene también al Premier, Aníbal Fernández.
Pero también tiene copado el ministerio de Interior, el de Justicia, de Economía, Relaciones Exteriores, Planificación.
Queda Defensa, con Agustín Rossi, de Santa Fe, y la señora Teresa Parodi, de Corrientes, para Cultura. Un ministerio improvisado y promocional, con un edificio impresionante que lleva el nombre de quien no leyó un solo libro en su vida, ni asistió a un concierto nunca. En materia de artes plásticas sólo hizo descolgar dos cuadros, que para colmo eran falsos.
Quedaba un tucumano apenas para disimular, Manzur, en Salud. Pero lo mandaron como candidato.
Pero lo que más enternece es registrar la persistencia del interior humillado cada tres meses.
Cuando por cadena nacional La Doctora pasa lista a los delegados-gobernadores. Ellos pasan al frente para refinanciar su deuda con el poder central. Los delegados-gobernadores pasan, besan y firman.
Triunfo póstumo
Significa confirmar que el tratamiento de la apasionante lucha por el poder hoy se reduce -para Oximoron- a comprender la magnitud de Buenos Aires. Es el triunfo póstumo de los unitarios.
Ocurre que la política argentina se puso demasiado obvia. Es una construcción coral. Casi transparente. Con voces que entonan la misma letra para la misma canción.El "final de ciclo" mantiene perspectivas de extenderse. Es espantosamente admirable.
En "Polarizadores y polarizado" quedó claro que el próximo presidente puede ser Scioli. El porteño bonaerense del Abasto. Siempre y cuando Scioli supere el Efecto Randazzo. Por el bonaerense de Chivilcoy, que crece montado en los trenes chinos, e impulsado por La Doctora de Tolosa.
Detrás del mascarón de proa de Scioli (o de Randazzo), persisten los mismos náufragos de rostros gastados.
Los desaprueba apenas el miserable 60 % de la población saturada que aún no se resigna. E insulta, se enoja. Lo peor: se goriliza mal.
Salvo que al polarizador Macri, el bonaerense aporteñado de Tandil, le vaya demasiado bien con la temeraria pedantería de la pureza conceptual.
La pureza "de lo nuevo", sobre todo en Buenos Aires, profundiza fatalmente la fragmentación opositora. En cambio, en otros territorios, casi extranjeros, puede armarse algún enjuague contaminante. Ahí no molesta.
La última perspectiva que queda -para Oximoron- es cada día más incierta. Consiste en esperar que Massa, el astuto bonaerense del suburbio, registre la recuperación que le permita cambiar el aire. Para evitar diluirse. Entre las traiciones mínimas de los oportunistas que se le alejan. Y las depilaciones feroces de quienes se proponen frontalmente pulverizarlo.