El detrás de escena y lo que no se vio del histórico #ArgentinaDebate entre Daniel Scioli y Mauricio Macri
Mucho clima en la previa, cómo lo vivieron los periodistas y la desopilante aparición del falso papa Francisco, las curiosidades del domingo en la Facultad de Derecho.
Gustavo Leandro Rodríguez
@GusLRodri
grodriguez@diarioveloz.com
Era uno de los eventos políticos más importantes del año. Por eso, ameritaba realizarse en un lugar tan imponente como la Facultad de Derecho de la UBA, ese edificio gigantesco que da la sensación de que nunca se terminaría de conocer.
Como si fuera un partido de fútbol, desde temprano y en los alrededores se podía percibir un clima típico de un clásico: había banderas colgadas en el puente de acceso a la facultad en apoyo a ambos candidatos, conviviendo sin problemas, un importante grupo de militantes K esperando afuera, sabiendo que no podrían ingresar. Sólo estaba permitido para equipos de ambos espacios, invitados especiales y periodismo acreditado.
En la entrada ya se empezaba a notar que cada uno tenía su restricción dependiendo de una pulsera. Quienes usaban una verde podían recorrer todos los sectores, pero sólo estaban habilitados para observar el debate desde un salón, con comodidades dignas de la ocasión, pero para verlo en pantalla gigante. La pulsera roja permitían ubicarse en una palco frente al escenario. En tanto que la blanca daba vía libre por todo el edificio.
Desde las 18, los periodistas se instalaron en el hall central, donde estaban los móviles y las escenografías preparadas desde muy temprano para transmitir en vivo desde la facultad, para vivir una previa minuto a minuto desde el lugar. Hubo 500 acreditados entre periodistas, productores, asistentes y reporteros gráficos.
No tardaron en llegar los moderadores. Rodolfo Barili, de jean y zapatillas, parecía ser el más relajado, ya que se paseaba por el hall saludando colegas y gente conocida. Marcelo Bonelli llegó e inmediatamente, tras saludar cordialmente, se metió en un salón a charlar con los organizadores. En tanto Luis Novaresio, el más requerido por la prensa, se disponía a sentarse en la mesa de Luis Majul.
Si bien los periodistas aguardaban la llegada de dirigentes para dialogar en la previa, parecía que estaban más pendientes del catering. Ahi, nuevamente, el clima era de una cancha de fútbol: los periodistas lanzados sobre los canapé, empanadas y pizzetas. Podían pasar Mauricio Macri y Daniel Scioli por atrás que, tal vez, nadie se hubiese enterado.
Por el hall en la previa pasaron Horacio Rodríguez Larreta, que saludaba a todos, pero que terminaba siendo el empleado de su jefe de prensa, quien se lo llevaba casi sin dejarlo decir "Hola" a los periodistas que no tenían una cámara a disposición. Julián Domínguez, quien comentó que había "más periodistas que gente", se mostraba sonriente y relajado.
El debate comenzó de manera puntual. Desde la sala de prensa se podía escuchar a militantes del sciolismo haciendo sonar bombos y poniendo música. Había un gran operativo policial, que incluyó el corte de la avenida Figueroa Alcorta y un cordón justo frente a la entrada de la facultad.
En el salón de prensa hubo risas cada vez que una "s" le faltaba a Scioli o le sobraba a Macri. O cuando el candidato de Cambiemos chicaneaba a su rival como en las mejores épocas de Boca - River cuando el entrenador Millonario era Ramón Díaz. De ahí su facilidad para el ida y vuelta picante. "¿En qué te han transformado, Daniel? Parecés un panelista de 6,7,8", le decía Macri y los presentes en la sala de prensa estallaban de la risa por ellos y por los que no podían hacer ningún tipo de manifestación frente al escenario.
El momento de mayor caos se dio cuando liberaron los accesos para las notas post debate. Los economistas de Cambiemos, señalados como los propulsores de una devalación y ajuste, eran los más buscados. No obstante, la salida de María Eugenia Vidal motivó un amontonamiento de cámaras y micrófonos propio a una aparición de Maradona. Ésta quizá sea la única arista para cuestionarle a los organizadores de Argentina Debate, ya que el contacto prensa-protagonistas no fue el más ordenado ni el más cómodo para trabajar.
Por otra parte, en la calle, los trabajadores de Cresta Roja también se hicieron presentes en reclamo de que el próximo presidente, ya sea Scioli o Macri, no cierre su lugar de trabajo. Si bien promovían el voto en blanco, en ningún momento se vivió un clima de tensión entre las distintas movilizaciones.
Sin duda los personajes de la noche fueron el falso Papa Francisco, la cábala de Scioli. El imitador del sumo pontífice estaba junto a un grupo de militantes del sciolismo en un jeep color naranja y con letras azules frente a la facultad. "Se siente, se siente, Scioli presidente", cantaban principalmente cuando todos se retiraban de la facultad.
En la entrada, un hombre entonaba (una manera de decir) un "qué bolu... qué bolu... El debate se lo meten en el cu...", sosteniendo un cartel con un claro mensaje a ambos candidatos: "Si devalúan, salimos a la calle".
@GusLRodri
grodriguez@diarioveloz.com
Era uno de los eventos políticos más importantes del año. Por eso, ameritaba realizarse en un lugar tan imponente como la Facultad de Derecho de la UBA, ese edificio gigantesco que da la sensación de que nunca se terminaría de conocer.
Como si fuera un partido de fútbol, desde temprano y en los alrededores se podía percibir un clima típico de un clásico: había banderas colgadas en el puente de acceso a la facultad en apoyo a ambos candidatos, conviviendo sin problemas, un importante grupo de militantes K esperando afuera, sabiendo que no podrían ingresar. Sólo estaba permitido para equipos de ambos espacios, invitados especiales y periodismo acreditado.
En la entrada ya se empezaba a notar que cada uno tenía su restricción dependiendo de una pulsera. Quienes usaban una verde podían recorrer todos los sectores, pero sólo estaban habilitados para observar el debate desde un salón, con comodidades dignas de la ocasión, pero para verlo en pantalla gigante. La pulsera roja permitían ubicarse en una palco frente al escenario. En tanto que la blanca daba vía libre por todo el edificio.
Desde las 18, los periodistas se instalaron en el hall central, donde estaban los móviles y las escenografías preparadas desde muy temprano para transmitir en vivo desde la facultad, para vivir una previa minuto a minuto desde el lugar. Hubo 500 acreditados entre periodistas, productores, asistentes y reporteros gráficos.
No tardaron en llegar los moderadores. Rodolfo Barili, de jean y zapatillas, parecía ser el más relajado, ya que se paseaba por el hall saludando colegas y gente conocida. Marcelo Bonelli llegó e inmediatamente, tras saludar cordialmente, se metió en un salón a charlar con los organizadores. En tanto Luis Novaresio, el más requerido por la prensa, se disponía a sentarse en la mesa de Luis Majul.
Si bien los periodistas aguardaban la llegada de dirigentes para dialogar en la previa, parecía que estaban más pendientes del catering. Ahi, nuevamente, el clima era de una cancha de fútbol: los periodistas lanzados sobre los canapé, empanadas y pizzetas. Podían pasar Mauricio Macri y Daniel Scioli por atrás que, tal vez, nadie se hubiese enterado.
Por el hall en la previa pasaron Horacio Rodríguez Larreta, que saludaba a todos, pero que terminaba siendo el empleado de su jefe de prensa, quien se lo llevaba casi sin dejarlo decir "Hola" a los periodistas que no tenían una cámara a disposición. Julián Domínguez, quien comentó que había "más periodistas que gente", se mostraba sonriente y relajado.
El debate comenzó de manera puntual. Desde la sala de prensa se podía escuchar a militantes del sciolismo haciendo sonar bombos y poniendo música. Había un gran operativo policial, que incluyó el corte de la avenida Figueroa Alcorta y un cordón justo frente a la entrada de la facultad.
En el salón de prensa hubo risas cada vez que una "s" le faltaba a Scioli o le sobraba a Macri. O cuando el candidato de Cambiemos chicaneaba a su rival como en las mejores épocas de Boca - River cuando el entrenador Millonario era Ramón Díaz. De ahí su facilidad para el ida y vuelta picante. "¿En qué te han transformado, Daniel? Parecés un panelista de 6,7,8", le decía Macri y los presentes en la sala de prensa estallaban de la risa por ellos y por los que no podían hacer ningún tipo de manifestación frente al escenario.
El momento de mayor caos se dio cuando liberaron los accesos para las notas post debate. Los economistas de Cambiemos, señalados como los propulsores de una devalación y ajuste, eran los más buscados. No obstante, la salida de María Eugenia Vidal motivó un amontonamiento de cámaras y micrófonos propio a una aparición de Maradona. Ésta quizá sea la única arista para cuestionarle a los organizadores de Argentina Debate, ya que el contacto prensa-protagonistas no fue el más ordenado ni el más cómodo para trabajar.
Por otra parte, en la calle, los trabajadores de Cresta Roja también se hicieron presentes en reclamo de que el próximo presidente, ya sea Scioli o Macri, no cierre su lugar de trabajo. Si bien promovían el voto en blanco, en ningún momento se vivió un clima de tensión entre las distintas movilizaciones.
Sin duda los personajes de la noche fueron el falso Papa Francisco, la cábala de Scioli. El imitador del sumo pontífice estaba junto a un grupo de militantes del sciolismo en un jeep color naranja y con letras azules frente a la facultad. "Se siente, se siente, Scioli presidente", cantaban principalmente cuando todos se retiraban de la facultad.
En la entrada, un hombre entonaba (una manera de decir) un "qué bolu... qué bolu... El debate se lo meten en el cu...", sosteniendo un cartel con un claro mensaje a ambos candidatos: "Si devalúan, salimos a la calle".