Chico pero propio: cómo se vive en departamentos de 20 metros cuadrados
Con el mercado inmobiliario más cercado que nunca, los jóvenes no tienen más opción que acceder a microviviendas. Sus experiencias.
Ivana cumplió a fin de año el sueño de la casa propia. Tiene 25 años, es empleada bancaria y la casa familiar en la que vivía, en Lanús, le quedaba demasiado lejos del trabajo. Con un crédito a 20 años, logró mudarse con su perro al barrio soñado: Belgrano. Eso sí, debió ajustarse a un espacio de 26 metros cuadrados (m2). "Gran parte del día estoy afuera, así que no sufro encierro, y cuando llega el finde armo planes. Mi monoambiente de ahora es como mi pieza de antes", compara.
Esta flamante propietaria expresa un comportamiento en ascenso. En Buenos Aires, los precios de las propiedades subieron 21% desde 2011 y un 89% en la última década, medidos en dólares. Mientras, los préstamos brillaron por su ausencia y muchos jóvenes de clase media debieron resignarse a espacios cada vez más chicos con tal de vivir solos sin "caer" en alquileres.
Ya instalada, la tendencia llegó al extremo en los últimos tres años con el auge de los "microambientes": inmuebles que se consiguen en zonas codiciadas por 50.000 a 70.000 dólares, pero que sólo ofrecen 18 a 26 m2, en vez de los 30 o 35 de un monoambiente común. Como la ley prohíbe hacer viviendas tan chicas, se los habilita como "estudios profesionales". Y para evitar la sensación de ahogo, vienen equipados con camas, mesas y electrodomésticos especiales -en general rebatibles- que exprimen al máximo cada centímetro.
Ante la creciente demanda, hoy hasta se construyen edificios exclusivos de estas "cajas de zapatos", que compensan la escasa superficie interna con amplios espacios comunes, como salas de juego y trabajo, salones de usos múltiples, gimnasio, pileta y solárium.
"La idea fue crear una opción para que jóvenes solos, estudiantes y parejas de clase media puedan tener su primera vivienda, chica pero muy funcional y con diseño top. Los compran, a veces con ayuda de los padres, chicos que pasan poco tiempo adentro y no quieren invertir en algo grande", cuentan en Predial, empresa que lleva vendidos más de 500 "microdepartamentos" en unos 10 edificios construidos 100% con este formato, a los que sumarán al menos 5 más este año. "Los lanzamos en 2014 y la respuesta fue espectacular: se venden enseguida", destaca Pablo Brodsky, el director comercial.
Más allá del valor total de los "microambientes", US$ 20.000 o US$ 30.000 menor al de monoambientes amplios, la clave está en que la diferencia es decisiva para que muchos jóvenes profesionales puedan calificar a un préstamo con cuotas accesibles. Con US$ 55.000 de valor, las líneas actuales de primera vivienda permiten comprar pagando un 30% al inicio y financiando el resto a 15 años con pagos ajustables de $ 4.900 y un requisito de ingresos de $ 16.000 mensuales. Al mudarse, luego, llega otra ventaja: pagan menos expensas.
Para Leonardo Rodríguez Nader, CEO de la desarrolladora CMNV Comunidad de Inversión, "como hay poco crédito, los monoambientes chicos pasaron a ser los que más rápido se venden" y eso incentivó su construcción. "Ahora estamos iniciando un proyecto en San Telmo con 170 departamentos -grafica-, de las cuales 80 tienen unos 35 m2 y otros 25 son 'estudios' de 20 a 25 m2."
El achicamiento de las viviendas es tendencia en las principales ciudades del mundo, pero en Buenos Aires tuvo una velocidad notable. Según un informe de Reporte Inmobiliario, entre 2012 y 2016, el 44,7% de los departamentos construidos en Capital fueron de 1 ambiente, y un 33,1% de 2. Pero antes, entre 2002 y 2011, los monoambientes eran menos del 30% de las unidades nuevas y los de 2 eran el 36,4%.
"Al haber escaso crédito, muchos no llegan a comprar algo del tamaño ideal en la zona que desean. Y entonces sacrifican superficie por tener una mejor ubicación. Por la misma plata, quizás prefieren un monoambiente en Palermo que un 2 ambientes en Almagro", ilustra José Rozados, presidente de la consultora.
Si bien hay parejas habitando estos microespacios, el principal público está en la creciente cantidad de personas solas que habitan la Ciudad. Según cifras oficiales, en poco menos de una década la proporción de hogares con un único ocupante creció 28 al 36%.
"Para una persona sola es espectacular, porque limpio y ordeno fácil, y pago pocas expensas", reflexiona Ivana, ya habituada a la "caja de zapatos" que es su hogar desde diciembre. "¿Quién no querría algo más grande? -expresa- Pero por mi situación llegué a este, y estoy contenta."
Rocío Quiroz, 32 años
Llevaba 10 años alquilando, hasta que se cansó y decidió usar una plata ahorrada para convertirse en dueña. "Empecé a averiguar préstamos, pero tenían tasas altísimas y me pareció una locura estar 20 años pagando. Entonces salí a ver qué oportunidades de compra había", cuenta Rocío, que tiene 32 años y es secretaria. La mejor opción que encontró queda en el mismo barrio donde ahora vive, Flores. "Está buenísimo, es a estrenar y me viene amueblado", lo describe.
Con balcón incluido mide 23 m2; sin balcón, 18 m2. "Yo pensaba que no me iba a entrar ni la cama, pero es muy funcional, están todos los rincones aprovechados", explica, ya ansiosa por mudarse. Pero aún tiene que esperar hasta fines del 2018 porque la oportunidad fue comprar uno de pozo.
El microambiente le costará $ 800.000, de los cuales ya pagó el 30%, lo que le exigen de arranque. El 70% restante lo financia en 60 cuotas de $ 9.600. Algunas ya las adelantó y en la medida que pueda, dice, tratará de acelerar el proceso. Ahora le quedan 45 cuotas y cuando cubra el 90% del valor total va a poder escriturar. "Estoy feliz, aunque sé que es algo transitorio por el tamaño que tiene. Cuando lo necesite y pueda, haré el cambio".
Manuela Otero, 27 años
"Pasé de vivir con siete personas en una casa con patio, terraza y parrillas a 24 m2 con tres ventanas; no me quejo, estoy feliz", cuenta Manuela Otero que hace ocho meses se mudó a un monoambiente por Recoleta. "No se siente para nada chiquito porque tiene mucha luz y linda vista, esas eran condiciones para que yo me mudara", explica, y sabe que lo que ganó, además de metros para ella sola -antes compartía cuarto con su hermana-, es "independencia".
"Tengo todo al alcance de la mano", describe, y transmite las dimensiones en las que se mueve donde vive y trabaja. Ella es freelancer, así que la mayor parte del día la pasa en su nuevo hogar, que remodeló junto a su madre para que "todo entrara justo". Reconoce que "no es para hacer encuentros sociales porque al ser más de tres se siente chico", pero destaca lo fácil que es limpiarlo.
"Fue difícil adaptarme por el hecho de pasar a vivir sola y tuve que aprender a ser muy ordenada", agrega. Pero no duda en recomendarlo: "Tengo varios amigos en la misma situación. Si queres algo más grande, te tenés que mudar con más gente para poder bancarlo". "Es el momento para hacerlo", dice Manuela, a sus 27 años. En su edificio hay otros 179 que decidieron hacer lo mismo que ella.
(Fuente Clarín)