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Zulema Yoma y Carola Labrador: parecidas y diferentes (crimen y misterio) Parte I

Ambas mujeres perdieron a sus hijos en forma violenta. Ambas fueron manipuladas por cerebros criminales y ambas piden justicia. Una de ellas sabe la verdad (el caso Candela) pero no la cuenta. En qué se parecen y en qué difieren.

Por Jorge D. Boimvaser

@boimvaser

info@boimvaser.com.ar


Zulemita Yoma declaró hace unos días estar convencida y tener pruebas que la muerte de su hermano Carlitos Jr. fue parte de un atentado. Su madre Zulema, y después Carlos Menem, dicen lo mismo. Lo del ex Presidente es oportunismo puro, tuvo en sus manos los peritajes de organismos investigadores de accidentología aérea de EEUU (son imparciales, el informe de la compañía fabricante del helicóptero podría tildarse de tendencioso) que escribieron que no existen en los restos de la nave ningún resto de explosivo, ni impactos de bala en el fuselaje y los agujeros que aparecieron en algunos restos del helicóptero, analizados con reactivos químicos especiales, demostraron haber sido efectuados posteriormente a la caída. ¿Para qué lo hicieron? Para inventar la historia falsa y trágica del atentado.

En la muerte de Carlitos Jr. (no hay espacio físico para contar toda esa historia en un portal como DiarioVeloz.com; se precisaría un libro o una descripción televisiva que podría demandar varias horas), hubo otras irregularidades, desde la manipulación del cadáver hasta un asunto que también debería ser judiciable: los 12 o 14 crímenes cometidos contra presuntos testigos del accidente. Algunos de ellos intentaron hacer dinero al estilo carancho contando fábulas o rumores sobre el episodio, y fueron asesinados por un "grupo de tareas" armado especialmente en la Casa Militar de Casa de Gobierno, y Carlos Menem sabía de ello. Si hay que investigar en los Tribunales, que se investigue nuevamente la caída, y esas muertes también. Todas las vidas humanas tienen igual valor, tanto la del hijo de un Presidente como la de un borracho aplastado en la Ruta 9 por querer hacer dinero a costa de mentiras. ¿Se entiende?

Y esto lo decimos con nombre y apellido. Dos personajes rodearon a Zulema después de la muerte, y fueron los "magos" que le llevaban evidencias inventadas para tratar de hacer plata fácil. Uno de ellos fue el nefasto Mario Rotundo, ex lopezrreguista y con fuertes vínculos con el libio Khadafy quien aportó varios millones de dólares a la campaña presidencial de Carlos Menem en 1989. Se lo dijo a este periodista en su casa de Av. Libertador, donde solía quedarse la señora Yoma: "Si Menem me devuelve a mí los 8 millones de dólares que le entregó Khadafy, dejo de estar al lado de Zulema y me radico en Europa". Eso se llama chantaje, en el idioma que se te ocurra. Al final tuvo que irse de la Argentina por otras causas vinculadas a su seguridad personal.

El otro personaje que llevaba pruebas falsas sobre el caso (me cuesta decirlo, fui amigo de él hace 30 años, hasta que descubrí que hacía operaciones de distracción para la Policía bonaerense, y me desilusioné mal; los periodistas no estamos exentos de ser idiotas algún tiempo) fue el mediático perito Roberto Locles, quien vivió algún tiempo según él "ad honorem" solamente abocado a la causa de la muerte de Carlitos Jr. Extrañamente, hizo mucho dinero dedicado solo a este tema sin otro ingreso, ya que estaba "full time" al lado de Zulema. ¿Quién inundó el departamento de Rotundo de micrófonos ocultos donde vivió Zulema el tiempo posterior a la muerte de su hijo? No hay que ser un Einstein para deducirlo.

Y una prueba irrefutable sobre el caso Locles. Cuando la desaparición de la familia Pomar ya se tornaba irritable en la opinión pública, una noche Crónica Tv envió un móvil a la casa de Locles en la localidad de Caseros, provincia de Buenos Aires. Le dedicó un espacio extenso en el cual el perito (es perito balístico y parecía un clarividente estilo Claudio María Dominguez, el hombre no le hace asco a hablar de cualquier cosa), decíamos, Locles explicó con detalles precisos que tenía evidencia que los Pomar estaban en Chile, que nada les había pasado.

Claro, nadie le avisó a Locles que al día siguiente la policía bonaerense "plantaría" el auto con la familia muerta en el lugar donde finalmente apareció porque la farsa no podía extenderse más.

Habían decidido concluir con la parodia y se olvidaron de avisarle a Locles que el engaño de que los Pomar estaban en Chile no tenía vigencia.

Rotundo y Locles sabían por terceros de mi relación con el entonces jefe de la SIDE Hugo Anzorreguy, y querían que le hiciera llegar la "propuesta" que si el gobierno los "indemnizaba" dejaban plantada a Zulema Yoma.

Lo que ellos desconocían era que mi vínculo con el jefe de la SIDE menemisma databa de cuando Hugo Anzorreguy era abogado laboralista y me había patrocinado en un juicio laboral (año 1987/88) contra el diario La Prensa.

Cuando cobré el acuerdo con el periódico del entonces director Máximo Gainza, "Huguito" se negó a percibir su honorario con una gentileza que uno la recuerda toda su vida. "Jorgito, comprále un regalo de lujo a tu hija, un viaje a Disney o algo así. Mi estudio anda bien y puedo prescindir de esa guita". Yo hablaba maravillas de Anzorreguy como ser humano por aquella historia, no porque tuviera vínculos con la SIDE (sí tengo informantes en el organismo, como también los tengo en la Cruz Roja y no por eso soy médico... aclaración necesaria para la sarta de imbéciles que a veces me ligan con el mundo del espionaje).

Con el Tata Yofre mantengo 30 años de amistad, más como dos tipos que hablan de periodismo pero más que todo hablan de música (Tata es un fana de Elvis, yo de Los Redondos), y hasta de ese tema hablamos una tarde en su despacho del quinto piso del edificio de 25 de Mayo 11. Y seguimos hablando después en Panamá. Pocas veces tocamos el tema de su paso por la SIDE.

No alcanza el espacio para ver los parecidos y los diferendos con la madre de Candela Sol Rodríguez. Lo dejamos para la segunda parte y aquí va un adelanto. Ya empiezan a morir personajes ligados al tema, y amenazaron al nuevo juez de la causa. Eso mismo que pasó con la muerte de Carlos Jr.

Cualquier parecido con la ficción, es pura coincidencia.