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Zaffaroni y la peligrosa dualidad del oficialismo

*Por Ricardo Kirschbaum. La presunción de inocencia es una garantía constitucional central establecida en la Constitución. Salvo en casos especiales, como en la acusación por enriquecimiento ilícito, la inversión de la prueba es una gruesa violación de los derechos individuales.

Hasta que no se demuestre lo contrario, Raúl Zaffaroni, el juez de la Corte al que se acusa de ser propietario de departamentos donde se ejercía la prostitución, es absolutamente inocente .

El magistrado ahora añadió otras cuestiones al revelar que un banco suizo le pidió que cerrara una cuenta personal porque no estaba informado de que era una persona políticamente expuesta . Esa declaración jurada es obligatoria y forma parte de los requisitos que se exigen en la lucha contra el lavado de dinero. Por esta razón, Zaffaroni prácticamente acusó al GAFI, el organismo mundial que coordina el combate al lavado de dinero, de ser probablemente uno de los responsables de la "campaña" contra él y, de paso, contra la Argentina . Agregó, como conjetura, que también podrían estar detrás los narcotraficantes por su acción contra el paco.

Para el juez, principal damnificado, en esto no hay nada político, sino que se lo ataca porque en su carrera judicial habría afectado intereses que ahora intentan cobrarle por esas decisiones.

La Justicia determinará quién es el responsable de que algunos departamentos del juez se alquilaran para ejercer la prostitución y si eso constituye delito. O es una cuestión ética.

El caso ha disparado actitudes duales que ponen al oficialismo en apuros para explicarlas, porque lo que se reclama para unos se ha negado sistemáticamente a otros . Como decía Perón (al que hace tiempo tratan de esconder): "A los amigos todo, a los enemigos ni justicia".

Zaffaroni ha recibido numerosos apoyos desde distintos sectores por su valiosa trayectoria académica , sobre todo de personalidades y organizaciones ligadas al kirchnerismo.

Estas últimas denuncian una campaña "mediática" para afectar el capital simbólico del oficialismo, Hebe de Bonafini y Zaffaroni. El candidato a vicepresidente Amado Boudou ha comparado el caso del juez con el de Schoklender , con quien el ministro de Economía también tuvo trato. La comparación refleja no sólo el pobre nivel político de Boudou sino que expresa de manera brutal el pensamiento oficial frente a cualquier tema que pudiera afectarlo , como lo es el uso privado de dinero público en la presunta estafa de la Fundación de Las Madres. Zaffaroni debería decirle a su amigo Boudou que no lo defienda más.

Las acusaciones gravísimas que realizan funcionarios del Gobierno a diario, conducta que también ha exhibido por cadena nacional la propia Presidenta, trituran olímpicamente la presunción de inocencia y se burlan del estado de derecho que se dice defender.

Esa doble conducta es repudiable. Y lo es en todo momento y circunstancia, sin torpes oportunismos como los que se exponen ahora frente al caso Zaffaroni.