¿Vuelven los mismos?
Por Julio César Moreno* El marxismo, el anarquismo, el socialismo revolucionario y las derechas autoritarias parecen haber regresado. La democracia y los valores republicanos permanecen inalterables.
Vivimos un momento de retorno histórico: vuelven las viejas ideologías decimonónicas y de la primera mitad del siglo pasado, todas herederas de la Revolución Francesa de 1789. Pero, ¿son exactamente las mismas? Vuelven el marxismo y el comunismo, el socialismo revolucionario y el anarquismo. Retornan también las viejas derechas autoritarias y racistas.
En América latina, regresa el populismo, si es que alguna vez se fue. Pero todos vuelven transfigurados, porque nada se repite en la historia de la misma forma y con los mismos contenidos y lo interesante es que en la mayoría de los casos no se pone en cuestión la democracia, el pluralismo, la división de poderes ni la libertad de expresión.
Lo que se pone en cuestión es el capitalismo, y muy en especial ese trastocamiento de la relación entre el Estado y el mercado, que en las últimas décadas se expresó en una retirada o retroceso del aparato estatal y en un auge incontrolado del mercado, en particular en lo que concierne al capital financiero. Esa especie de monstruo de mil cabezas que se especializa en crear "burbujas" como las que provocó la gran crisis de 2008-2009, con sus secuelas de desempleo, pobreza y marginalidad.
No todos adhieren a esta línea de pensamiento, ya que el conservadurismo –fuerte en algunos ámbitos políticos, empresariales y académicos– sostiene que esa crisis se debió también, y fundamentalmente, a un exceso del gasto público y un despilfarro de recursos, lo que obliga a algunos países a aplicar medidas de ajuste severas y a pedir "rescate" a los organismos internacionales.
Recuperar el bienestar. En lo que todos están de acuerdo es en una recreación, sobre nuevas bases, del Estado de bienestar, ese modelo económico, social y político en que se basó el progreso y el desarrollo de buena parte del mundo después de la Segunda Guerra.
Ese modelo, que tuvo grandes virtudes pero también defectos, colapsó o retrocedió en grado sumo desde principios de la década de 1990, cuando se abrió paso el paradigma de la desregulación de la economía y la libertad de mercado.
En la Argentina, el "noventismo" coincidió con los 10 años de presidencia de Carlos Menem, pero ya al final de esa década comenzaron a sentirse los primeros cimbronazos de una crisis que, con el correr del tiempo, hizo tambalear a la economía internacional.
Ha vuelto el marxismo, es cierto, pero el marxismo de Karl Marx, cuya obra teórica fue ante todo una crítica del capitalismo. No vuelve el comunismo autoritario y menos el stalinismo. El gran historiador Eric Hobsbawm ha recordado que no se puede identificar al marxismo con el fenómeno burocrático y reaccionario del stalinismo, y de lo que se trata es de recuperar a Marx en un sentido más vasto, complejo y programático, para hacer frente a los grandes problemas del mundo.
Tampoco el nuevo anarquismo es el de las bombas, la violencia y los atentados, sino el de los "indignados", ese movimiento pacífico y no violento que se rebela contra las injusticias y desigualdades creadas por el capitalismo globalizado. Su rápida expansión ha sorprendido al sistema político tradicional.
Los socialdemócratas, los liberales y los conservadores deben hacer su autocrítica y actuar en consecuencia. Nadie quiere un "comunismo a la China", de partido único y sin pluralismo, sin elecciones libres ni libertad de expresión y asociación, sin derecho de huelga ni convenios de trabajo. Éstas son conquistas irrenunciables de la democracia y el republicanismo, aunque haya que trazar otros rumbos en lo económico y social.