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Volvió la violencia a las tomas: furia y pedradas en Villa Lugano

Fue después de que un grupo de vecinos reclamó el desalojo de un club barrial. La Policía intervino media hora después de iniciados los incidentes. Hubo heridos leves y hoy vuelve la protesta.

Apenas un rato después de que la flamante ministra de Seguridad, Nilda Garré, puso en funciones a los nuevos jefes policiales, la violencia volvió a ganar en la disputa por el terreno ocupado desde el lunes en el club Albariño, de Villa Lugano. Cuando un grupo de vecinos prendió gomas para protestar, desde la cancha de fútbol ocupada empezaron a llover piedras hacia afuera, mientras la Policía, en algunos casos miraba o se alejaba sin intervenir. Había unos 200 efectivos en las cercanías.

El Gobierno nacional vuelve a quedar atrapado en una encrucijada: aunque hizo un acuerdo con Mauricio Macri para intentar frenar la escalada de violencia y las tomas, y además creó el ministerio de Seguridad y descabezó a la cúpula de la Federal para dar una señal de cambio en la política contra la inseguridad, el conflicto le vuelve a estallar en las manos. Como si fuera poco, los vecinos anunciaron para hoy, desde las 19, una nueva protesta.

Unos 300 vecinos se habían concentrado anoche en avenida Argentina y Santander para protestar porque no se cumple la orden judicial de desalojar la cancha de fútbol del club Albariño, mientras los ocupantes avanzan en construir en el predio tomado. Durante el día habían entrado camionetas con materiales y los insultos de los vecinos fueron constantes. Alejandra vive a unos metros y "quiero vivir en paz, yo tampoco tengo plata, quiero que se vayan sin que los lastimen" dijo a Clarín.

Pasadas las siete, hubo cruces con la Policía que quería impedir que la gente quemara gomas, como había sucedido el lunes. "¿Nos vienen a apurar a nosotros? ¿Por qué no sacan a los que están en la cancha?", les gritaban.

Los vecinos no quieren que la villa Ciudad Oculta se siga extendiendo. Tienen sus razones. Se quejan del crecimiento de la venta y consumo de paco y del negocio del narcotráfico, que haría invivible la zona. Y decían que "los materiales para construir entraban por la calle Crisóstomo Alvarez" y ningún policía lo impidió. Es que frente al club el barrio es de casas bajas y de clase media y media baja. Enfrente está Ciudad Oculta.

"Ellos tienen las caras tapadas y nos vienen a buscar a nosotros", gritaba uno, entre el viento y la tormenta que amenazaba. Finalmente, fueron las mujeres quienes terminaron por encender las cubiertas, justo frente a la reja de entrada del club. Allí había un cartel a esta altura ridículo: "Propiedad privada, prohibido pasar".

En segundos empezaron a llover las piedras desde adentro del predio. También bolitas de vidrio lanzadas con gomera y botellazos que provocaron al menos dos policías y tres vecinos heridos. Incluso se vio a un joven tratando de armar bombas molotov con botellas. Afuera, la indignación era con la falta de protección policial. Ni siquiera hicieron un cordón preventivo para separar a los grupos.

La pelea no era entre familias, sino entre grupos de jóvenes. "¿Qué es lo que necesitan? ¿Que haya muertos como en el Parque Indoamericano?", gritaba una mujer, entre la bronca y los ánimos caldeados. "Que se vayan todos, que no quede ni uno solo", voceaba a coro un grupo desconocido de jóvenes.

Casi media hora después del comienzo de las agresiones, a las 19.35 la policía empezó a moverse y se interpuso entre los dos grupos que se enfrentaban. A los dos minutos se desplegó la Guardia de Infantería con escudos. Los vecinos dejaron el lugar, caminaron cuatro cuadras y cortaron Larrazábal y Dellepiane. Hubo un descomunal embotellamiento en la zona y cada automovilista avanzaba como podía. Los vecinos quemaron contenedores del Gobierno porteño.

En el Gobierno porteño admitieron que los ocupantes del club Albariño "no se mueven". Se niegan a dejarlo y no aceptan nada a cambio, ni subsidios o planes sociales o de vivienda. Quieren el terreno para anexarlo a la villa Ciudad Oculta. Y por medio de un muro que derribaron en la parte trasera, entran y salen y así pueden mantener la ocupación.

Tras la quema de malezas, ayer se ocuparon de empezar a remover tierra para construir con maderas. En esa canchita hasta el domingo solían jugar vecinos de adentro y afuera de la villa. La situación desafía el acuerdo entre el Gobierno Nacional y la Ciudad que estableció que quien usurpa un predio público o privado no podrá acceder a beneficios sociales.