Virgen que llora en Río Cuarto: ¡misterio resuelto!
Las "lágrimas" que emanan de una imagen de la Virgen tienen explicación.
Por Enrique Márquez
@ladislaomarquez
Ya son un clásico de la agenda periodística anual las imágenes religiosas que lloran, sangran o aparecen en los lugares más insólitos. Esta vez le tocó a la Catedral de Río Cuarto (Córdoba), donde afirman que una réplica donada de la Virgen de la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús de Salta, "derrama pequeñas lágrimas".
José Luis Benfatto, párroco de la catedral donde se encuentra la estatua, desafía a los incrédulos diciendo: "Los que no tienen fe, es cuestión de que vengan" [La Voz, 12/07/16]. Soy incrédulo y por eso no creo que esa "invitación" esté precisamente dirigida a los que están en mi condición, sino que más bien apunta a los creyentes que, gracias a su proclama, ahora hacen largas colas para ingresar a su iglesia y venerar a la estatuilla.
Según Benfatto, "las lágrimas no son continuas en la imagen de la virgen, aparecen en distintos momentos" [La Voz, 12/07/16], y "cuando María se manifiesta con esos signos, es un gesto de amor. Su mirada y sus lágrimas son de misericordia" [QPS, 13/07/16]. O sea que el cura está convencido de que son lágrimas.
Las lágrimas tienen una determinada composición química (agua, glucosa, proteínas, sodio, potasio, etc.) que, a través de un simple análisis, sería fácil de identificar. Puesto que ese estudio no se hizo, la pregunta que surge es ¿cómo sabe el padre Benfatto que son lágrimas?
De acuerdo a su propio testimonio, la 'confirmación' la obtuvo durante la ceremonia religiosa del 9 de julio pasado: "Una señora que estaba orando ante la virgen por su marido enfermo nos avisa que veía lágrimas. Con otro sacerdote vimos que estaba mojada la imagen bajo los ojos, yo la sequé con un pañuelo, justo empezaba el Tedeum. Cuando terminó la ceremonia, la fui a ver y estaba de nuevo mojada. Sentí que era algo, me puse a orar y ese mismo día, mientras estábamos con otros fieles, volvió a manifestar esas lágrimas" [La Voz, 12/07/16].
O sea que el primer hallazgo fue el de una imagen mojada bajo los ojos y, de ahí en más, una interpretación arbitraria la transformó en lágrimas. Prefiero no imaginar cuál habría sido la interpretación si la humedad hubiese aparecido a los pies de la estatua.
Al no encontrar algo que, más allá de los testimonios, certifique que la humedad encontrada en esa imagen eran lágrimas, orienté mi búsqueda a algún video que muestre esas supuestas lágrimas cayendo de los ojos de la estatua, pero tampoco tuve suerte. El poco material disponible sólo mostraba imágenes de fieles conmovidos que desfilaban para acercarse y tocar o besar la imagen totalmente desprotegida.
Este libre acceso a la Virgen también me hizo pensar en dos cosas, por un lado si no habría alguien que se encargara de limpiar la estatuilla con algún producto líquido, y, en segundo lugar como cosa más importante, si se habrá considerado la posibilidad de una acumulación natural de humedad o emanación de la misma por algún cambio térmico ambiental (condensación) e, incluso, ayudado por la temperatura corporal de los devotos y su aporte estimado de 50/80 gr. de vapor de agua/h por persona.
Hay que tener en cuenta que esa catedral, como casi todos los templos católicos antiguos, es una construcción de gran altura y, salvo que durante la noche mantengan encendida algún tipo de calefacción, el ambiente es frío. Cuando permiten el acceso, encienden luces, velas e ingresa gran número de personas, como ocurrió especialmente ese día que se ofició el Te Deum por el Bicentenario de la Independencia, el cambio de temperatura inevitablemente será notable. Ni hablar si también se sumó calefacción.
Experimento casero
Para que no quede como una simple hipótesis decidí hacer una prueba con una de mis estatuillas caninas, una réplica de la sagrada Lassie, la perra collie. La rocié ligeramente con agua, dejé que escurra y luego la coloqué en la heladera. La saqué aproximadamente después de media hora y, al tacto, no evidenciaba humedad alguna. Transcurridos un par de minutos la volví a tocar y esta vez mis dedos se humedecieron. Así prosiguió el proceso de condensación y, además, en un momento se formó una "lágrima" en el ojo de la perra.
Ante esta confirmación, que cualquiera puede experimentar en su hogar, no se puede descartar como una explicación para el efecto de la "imagen mojada" y/o "lágrimas de la Virgen". Si la imagen acumuló humedad ambiental, no sería extraño que se hiciera visible o percibiera al tacto en algún momento.
Dadas las condiciones el fenómeno se podrá repetir y es muy probable que haya ocurrido infinidad de veces (también en otras imágenes) sin que nadie lo advirtiera. Pero, evidentemente, al P. Benfatto todo le cerró como anillo al dedo, o como lágrima al ojo, para transformar un simple hecho natural en algo misterioso.
Opinión del Obispado
Mi próximo interés fue encontrar algún pronunciamiento oficial por parte de alguna autoridad católica al margen del P. Benfatto. Así llegué a un comunicado de Monseñor Adolfo Uriona, obispo de la diócesis de Villa de la Concepción del Río Cuarto [Obispado de Río Cuarto, 13/07/16].
Con diplomacia y mayor cautela de supuestos, Monseñor Uriona no manifestó mucho asombro por "este tierno episodio de las supuestas lágrimas en una imagen de la Virgen". La "admiración" por este hecho, que evidentemente no se produjo en él que estuvo presente ese mismo día en la Catedral encabezando la celebración del Te Deum, la dejó relegada para el P. Benfatto y para algunas personas que "percibieron humedad" en los ojos de la Virgen "y otras, la formación de supuestas lágrimas".
No creo que con "este tierno episodio" se esté obrando conforme a la Biblia. Al menos hasta lo que recuerdo, la vigencia de Levítico 26:1 sigue vigente. ¿O no?