Violencia entre sindicalistas
Los enfrentamientos armados entre grupos sindicales se han convertido en un fenómeno preocupante, que no mereció hasta ahora una eficaz y enérgica respuesta del Estado.
Otra vez, la violencia sindical ha estallado con fuerza en el país y ha provocado baleados, contusos y un joven que quedó parapléjico a raíz de los tiros recibidos.
Y otra vez aparece en un primer plano la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra), algunos de cuyos militantes fueron partícipes de estos y anteriores episodios inadmisibles, los que no sólo afectan al sindicalismo sino que también contribuyen a atizar esa violencia soterrada que se extiende y manifiesta en los más diversos ámbitos de la sociedad y que tiene múltiples consecuencias.
Esa ola de violencia forma parte de una trama social y cultural que ha cambiado los usos y costumbres de nuestro país y el clima de relativa convivencia civilizada que reinaba hasta hace unos años.
A ello hay que agregar la irrupción del narcotráfico y la trata de mujeres, o sea, nuevos y viejos delitos, estos últimos resurrectos, que están erosionando las bases de la sociedad argentina.
En estos días hubo dos episodios de violencia gremial, el más grave de los cuales sucedió el sábado pasado en Florencio Varela, provincia de Buenos Aires, y el segundo el lunes en Comodoro Rivadavia, este de menor cuantía, pero igualmente grave.
El primero de los hechos comentados se produjo cuando dos hombres de la Uocra balearon a delegados de ese mismo gremio, que estaban reunidos en un local para festejar el Día del Obrero de la Construcción.
Quedó un tendal de 11 heridos, uno de ellos afectado directamente en su motricidad, hasta el punto de que uno de sus compañeros dijo que está "para la silla de ruedas".
Todo es confuso, porque el ataque a mansalva se produjo en la puerta de la casa de Daniel Figueredo, quien militó en la seccional Lomas de Zamora, pero ahora está enfrentado con los dirigentes de esa filial de la Uocra.
El segundo episodio ocurrió sólo dos días después, el lunes pasado en las cercanías de Comodoro Rivadavia. En esta segunda oportunidad se enfrentaron militantes de la Uocra con miembros o dirigentes de la Cámara Empresaria de Transportes, Cargas, Afines y Logística.
Estos son los hechos, que merecerán ahora la investigación de la Policía y la Justicia. Hechos que tienen antecedentes como la tremenda balacera ocurrida en 2006 en la quinta de San Vicente, en ocasión del traslado de los restos de Juan Domingo Perón.
Lo importante es señalar la reiteración de este tipo de enfrentamientos, que aparecen vinculados con el dinero y las barras bravas, además de las mafias de todo tipo, lo que confirma que la inseguridad está al tope de las preocupaciones argentinas y que no se observa una acción del Estado acorde con la verdadera magnitud del problema planteado.
Y otra vez aparece en un primer plano la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra), algunos de cuyos militantes fueron partícipes de estos y anteriores episodios inadmisibles, los que no sólo afectan al sindicalismo sino que también contribuyen a atizar esa violencia soterrada que se extiende y manifiesta en los más diversos ámbitos de la sociedad y que tiene múltiples consecuencias.
Esa ola de violencia forma parte de una trama social y cultural que ha cambiado los usos y costumbres de nuestro país y el clima de relativa convivencia civilizada que reinaba hasta hace unos años.
A ello hay que agregar la irrupción del narcotráfico y la trata de mujeres, o sea, nuevos y viejos delitos, estos últimos resurrectos, que están erosionando las bases de la sociedad argentina.
En estos días hubo dos episodios de violencia gremial, el más grave de los cuales sucedió el sábado pasado en Florencio Varela, provincia de Buenos Aires, y el segundo el lunes en Comodoro Rivadavia, este de menor cuantía, pero igualmente grave.
El primero de los hechos comentados se produjo cuando dos hombres de la Uocra balearon a delegados de ese mismo gremio, que estaban reunidos en un local para festejar el Día del Obrero de la Construcción.
Quedó un tendal de 11 heridos, uno de ellos afectado directamente en su motricidad, hasta el punto de que uno de sus compañeros dijo que está "para la silla de ruedas".
Todo es confuso, porque el ataque a mansalva se produjo en la puerta de la casa de Daniel Figueredo, quien militó en la seccional Lomas de Zamora, pero ahora está enfrentado con los dirigentes de esa filial de la Uocra.
El segundo episodio ocurrió sólo dos días después, el lunes pasado en las cercanías de Comodoro Rivadavia. En esta segunda oportunidad se enfrentaron militantes de la Uocra con miembros o dirigentes de la Cámara Empresaria de Transportes, Cargas, Afines y Logística.
Estos son los hechos, que merecerán ahora la investigación de la Policía y la Justicia. Hechos que tienen antecedentes como la tremenda balacera ocurrida en 2006 en la quinta de San Vicente, en ocasión del traslado de los restos de Juan Domingo Perón.
Lo importante es señalar la reiteración de este tipo de enfrentamientos, que aparecen vinculados con el dinero y las barras bravas, además de las mafias de todo tipo, lo que confirma que la inseguridad está al tope de las preocupaciones argentinas y que no se observa una acción del Estado acorde con la verdadera magnitud del problema planteado.