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Violencia del espectáculo y la complicidad social

El asesinato de Fernando a manos de los 10 rugbiers, abrió el debate sobre la violencia en los jóvenes. 

A nivel general, la gente suele asociar el problema de la violencia con los jóvenes y a su vida relacionada con una diferencia de clases sociales. Sin embargo no es un problema solo de los jóvenes, sino más bien a nivel social, los jóvenes puntualmente crecen observando el nivel de violencia cotidiano en el que nos manejamos, las noticias en los medios de comunicación, y en las redes sociales. Es como si la violencia fuese algo natural, una parte de nosotros.

Según la psiquiatra Ivanna Meloni, no es la primera vez que hechos como el de Villa Gesell ocurren. “Me parece una boludez que digan que porque son rugbiers son más violentos. La violencia no tiene nada que ver con un deporte, el violento puede ser violento jugando al rugby, al fútbol, al tenis o al golf. Los pibes violentos generalmente son personas que sufren o sufrieron violencia en sus hogares o que tuvieron una educación que fomenta o no puso freno a la misma”.

Para el sociólogo Augusto Campos, los hechos de violencia como el de los 10 rugbiers en Villa Gesell, dan cuenta de tres líneas que atraviesan a la sociedad actual: el mandato patriarcal, el clasismo y el racismo.

“Estas tres líneas se articulan y constituyen formas violentas de relación y procesamiento de la otredad. La precariedad de la vida (que nos atraviesa a todxs por igual) en este orden social, en lugar de ser la condición que nos motorice a cuidar del otro, se presta como la oportunidad para avasallar, someter, y en los casos más extremos eliminar, cualquier forma de alteridad que ponga en riesgo o incomode mi Yo. “El otro” aparece ante mí como algo peligroso que puede poner en jaque “mi virilidad, mi prestigio, mi corporalidad, mi estética, mis valores”, comentó el especialista. 

La percepción de que la violencia es cada vez mayor, viene desde hace años. Esta violencia no es solo a nivel de agresiones físicas y peleas callejeras, comienza desde la violación a las leyes, la falta de castigos contundentes a los transgresores, la tendencia a resolver los problemas con más violencia o tratar de imponer nuestra cuota de poder sea con el tema que sea (política, fútbol, economía, o charlas con amigos). La impunidad y la corrupción que vemos a diario nos termina convirtiendo en una sociedad resignada y hasta a veces cómplice

El “bombardeo” de información de hechos violentos a través de los medios de comunicación y redes sociales no sólo nos convierte en cómplices activos sino que también puede generar un “efecto rebote”: desde desinformación hasta fomentar esa violencia. 

Si partimos desde los medios de comunicación, no sólo fuerzan la atención de las personas hacia determinadas cuestiones, sino que también construyen imágenes del mundo político y encuadran la información que difunden seleccionando ciertos aspectos de un tema como “más importantes”, proponiendo así,  los objetos de los cuales el público debe pensar o debatir. (rugbiers=violentos; futbolistas=escándalos sexuales; policía=corrupción).


Para el sociólogo Augusto Campos, el problema no está tanto en la propagación de imágenes sino en su tratamiento y problematización. “La visibilización de los casos de peleas o de situaciones donde una o varias personas ejercen violencia física sobre otras, no implica una mayor toma de conciencia sobre la profundidad del problema. En algún punto sucede un efecto contrario y aparece lo que podemos llamar la “violencia como espectáculo” a partir de la cual, parte de la sociedad participa como espectadora: filmando, arengando, compartiendo videos, ingresado una y otra vez a los portales donde se aprecian videos de peleas. Este es un nudo importante para comenzar a desarticular e implicarnos en el debate”.

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