Violencia de género y cultura machista: ¿puede cambiar un hombre violento?

María Belén Satulovsky

Periodista InfoVeloz - @Belusatu

¿El hombre violento nace o se hace con el tiempo? ¿Puede cambiar una persona violenta? Son alguna de las preguntas que muchas mujeres que se encuentran en situación de vulnerabilidad se plantean a la hora de buscar "excusas" que justifiquen la conducta violenta por parte de su pareja.

Cada vez son más las denuncias de casos de violencia de género, según los últimos datos del Indec, en Argentina se producen más de 263 denuncias por día y muchas de ellas terminan quedando sólo en un llamado telefónico.

El Ministerio de Salud y Desarrollo Social de Mendoza firmó un acuerdo con la organización de la sociedad civil Cable a Tierra para trabajar con hombres que ejercieron violencia hacia mujeres. Así, el Gobierno cumple con la Ley Provincial 8932, que establece el Programa de Centros de Abordaje del Agresor en el marco de la lucha contra la violencia de género.

La organización Cable a Tierra ofrecerá un espacio de reflexión, trabajo grupal e individual y asistencia profesionalizada a los hombres que reconocen que ejercen violencia contra las mujeres para poder así lograr una "reeducación" con perspectiva de género.

Sin embargo, la violencia es un fenómeno muy complejo y, generalmente no tienen una única causa que la provoque. La conducta violenta en el contexto de parejas, suele ser resultado de un estado emocional intenso -la ira-, que interactúa con unas actitudes previas de hostilidad, un repertorio de conductas pobres (déficit de habilidades de comunicación y de solución de problemas o dependencia emocional) y unos factores precipitantes, entre otros, las situaciones de estrés, el abuso de alcohol/drogas o celos.

"Si el hombre nace siendo violento o se hace no tiene una respuesta única. Pero existe consenso entre los especialistas en que lo cultural es lo que predomina" dice Luis Ángel Ávalos Responsable del Área Masculinidades de la Red de Psicologxs Feministas.

Un hombre tiende a descargar su ira específicamente en aquella persona que percibe como más vulnerable (una mujer) y en un entorno (la casa) donde es más fácil ocultar los hechos. Además, los "logros" obtenidos con las conductas violentas previas desempeñan un papel muy importante. Muy frecuentemente el hombre maltratador ha conseguido los "objetivos" deseados con los comportamientos agresivos anteriores.

"Cuando una persona nació en un entorno violento tiende a naturalizar estos actos, mismo si padecieron situaciones traumáticas. El que ejerce violencia de género tiene todo un sistema de creencias y educación patriarcal que le indicó que esa conducta ´está bien´ y que la mujer es un objeto de su pertenencia que debe respetarlo", comentó Ávalos.

Los patrones siempre son los mismos y se repiten porque hay dos elementos que están grabados a fuego en el ADN de un maltratador: por un lado, su idea de que son superiores a la mujer y por eso pueden ejercer control y dominio sobre ella. Por otro lado, la incapacidad para enfrentarse a sus frustraciones, para afrontar la sensación de que no cumplen con las expectativas que están puestas sobre ellos.

Después de un episodio de violencia, como sienten culpa y creen que pueden perder a esa persona, utilizan lo que llamamos el "periodo de luna de miel", es decir, buscan el perdón de la víctima. Les dicen "que no volverá a suceder, que ha sido un error", hasta que logran la reconciliación, pero ésta es sólo temporal. Luego vuelve a ocurrir lo mismo: vuelve a haber una acumulación de tensiones, otra explosión y así sucesivamente. Cada vez los "periodos entre la explosión" y la "luna de miel" van siendo más reducidos y la intensidad de la violencia, mayor. Porque la violencia es un proceso que siempre va en aumento, nunca en decremento, así lo explica la teoría "el círculo de la violencia", desarrollado en la década de los 70 por la psicóloga Lenore E. Wakjer.