Policiales
Violación grupal en Palermo: la víctima espera el juicio, volvió a trabajar y sigue bajo tratamiento
Los seis jóvenes detenidos podrían recibir penas de hasta 20 años de prisión. Serán juzgados entre abril y junio.
La joven que fue víctima de una violación en patota de Palermo volvió a trabajar y sigue bajo tratamiento psicológico, a la espera del inicio del juicio oral a los seis imputados.
En razón del cuadro postraumático que todavía cursa tras el ataque sexual ocurrido a fines de febrero, la chica de 21 años se mantiene con asistencia médica intensiva, según indicó su abogado, Hugo Figueroa.
“Su lucha es diaria. El hecho le sigue generando una gran conmoción y la afecta en lo cotidiano. Incluso, acordamos con el equipo terapéutico que ella no tenga mucho contacto conmigo o con cualquier situación relacionada con lo que vivió”, mencionó el letrado en charla con TN.
La víctima espera la definición de una fecha para el debate. Figueroa estima que será “entre abril y junio” del año que viene. “Es lo único que falta. No hay instrucción suplementaria y ninguna parte solicitó un estadio para ahondar en una prueba o presentar alguna diferente”, precisó.
Los seis detenidos enfrentan una acusación por “abuso sexual con acceso carnal agravado por la intervención de dos o más personas” -que prevé una pena de 8 a 20 años de cárcel-, y “lesiones leves” -de un mes a un año de prisión-, ambos delitos en concurso real y en calidad de “coautores”.
Se trata de Thomas Domínguez (22), Ángel Pascual Ramos (23), Lautaro Dante Ciongo Pasotti (24), Steven Alexis Cuzzoni (20), Franco Jesús Lykan (23) e Ignacio Retondo (23).
Durante el feriado de carnaval del 28 de febrero, en la calle Serrano al 1300, una pareja de panaderos y otro vecino notaron que un grupo de jóvenes abusaba de una joven dentro de un auto Volkswagen Gol estacionado junto a la vereda.
Según el expediente, mientras cuatro de los imputados -Ramos, Ciongo Pasotti, Cuzzoni y Lykan- estuvieron dentro del auto con la víctima, los otros dos -Domínguez y Retondo- cantaban y tocaban la guitarra en la vereda, aunque “observando y convalidando el ataque sexual”.
Los perfiles de ADN de Ramos y Ciongo Pasotti -dueño del auto- fueron hallados en la ropa interior y en los hisopados realizados a la joven. En el caso de Ramos, su patrón genético apareció también bajo las uñas de la chica, lo cual para los responsables de la acusación constituye una prueba de que la víctima se resistió al ataque.
Más allá del grado de participación de cada uno en la agresión sexual, Figueroa considera que “los seis están igual de complicados”, dado que “hubo una división de roles y a todos se les atribuye una responsabilidad y una convalidación del hecho”.
“Es abrumadora la cantidad de pruebas -agregó- y, por ende, es muy poco probable que no haya una sentencia condenatoria”, continuó el representante de la querella. Los elementos para incriminar a los acusados fueron los videos de cámaras de seguridad que registraron el recorrido del grupo con la víctima, el relato de la joven y el de los testigos que intervinieron.
En su pedido de elevación a juicio, al que tuvo acceso TN, el fiscal Rosende sostuvo que los imputados idearon “un plan previo, con acuerdo de voluntades y roles”, cuyo fin era “turnarse” para agredir sexualmente a la víctima.
En la reconstrucción del hecho, el funcionario judicial especificó que la joven fue captada en un bar -Espacio Ro Techno Bar- cerca de las 6 de la mañana. Luego, en una plaza, “contaron chistes, escucharon música, cantaron y charlaron; algunos bebieron cervezas en lata y fumaron marihuana”.
Rosende remarcó que a partir de las 14.45, “todos los imputados se dirigieron junto a la víctima hacia el automóvil Volkswagen Gol” y ahí mismo “se produjeron y definieron las agresiones sexuales más graves contra la damnificada, que venían gestándose por varias horas, en forma organizada y conjunta por los acusados. Todos juntos, alrededor de la damnificada, actuaron entrelazados para terminar de arrasar su integridad sexual”.
En la presentación, el fiscal indicó además que los acusados perpetraron el abuso “en aras de satisfacer sus deseos libidinosos con una víctima que no estaba en condiciones de dar ningún consentimiento, ya que tenía alcohol, marihuana y anfetaminas en su organismo”.
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