Violaba a sus hijastras y anotaba lo que les hacía: la aberrante historia de “El Chacal” de Santa Fe
Este viernes se conocerá el veredicto contra Rubén Darío Biasoni. “La maldad que ha tenido es muy grande”, sostuvo el fiscal del caso, que pidió una condena ejemplar.
Rubén Darío Biasoni, apodado por la prensa como “El Chacal” de Santa Fe, empezó a ser juzgado el 10 de septiembre acusado de violar a las hijas de su pareja desde fines de 1992 hasta que lo detuvieron en 2015, coacciones, amenazas y daños. Este viernes, un tribunal integrado por los jueces Gonzalo Basualdo, Martín Gauna Chapero y Gustavo Gon tendrá que decidir si es culpable o inocente.
Más de 40 testigos pasaron por el debate que intentó probar los abusos sufridos por las víctimas desde que tenían 13 y 14 años. En los alegatos finales, el querellante pidió 11 años y 10 meses de prisión, la defensa la absolución y la fiscalía 21 años y 10 meses de cumplimiento efectivo.
“Es un personaje como hemos visto pocos en esta ciudad y en esta región, al menos desde que comenzó el nuevo sistema procesal, peligroso para las víctimas, para él y para terceros, porque no mide la consecuencia de lo que hace, porque le da placer lastimar a los demás...”, argumentó por su parte el fiscal del caso Aldo Gerosa, y detalló: “Una persona como pocas, una mente muy manipuladora, muy sagaz, muy mentirosa y muy violenta, por algo la prensa le había puesto ‘El Chacal’”.
Para el funcionario, fueron tantas las ocasiones en las que Biasoni abusó de las hermanas que resultó “imposible determinarlo puntualmente”. En cambio, alegó que el daño que hizo a las víctimas fue tan grande que afectó también a todo el resto de la familia. “Es una perversión muy grande, una mentira constante en todo”, indicó.
El diario íntimo del horror del “Chacal” de Santa Fe
En un allanamiento que se llevó a cabo en el domicilio de Biasoni tras su detención, los investigadores encontraron un cuaderno en el que el acusado llevaba un registro de las violaciones.
“Le eché dos polvos a…”, “le eché un polvo a…”, había escrito de su puño y letra el hombre junto al nombre de la víctima, el día de la violación y la cantidad de veces que la sometía.
Al ser consultado por esto, Biasoni reconoció que la letra era suya pero dijo que allí decía “pollo” y no “polvo”. “Explíquenme como le echan un pollo a una persona”, le pidió el fiscal a los jueces.
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