Vinos "livianos" para estimular el consumo
A través de una resolución, el Instituto Nacional de Vitivinicultura autorizó la elaboración de los denominados "vinos livianos", con menor contenido alcohólico y agregado de anhídrido carbónico. Un producto que permite competir con la cerveza para la captación de un consumidor más joven. Medida positiva sin dudas.
La importante participación de los vinos argentinos en un concurso internacional realizado recientemente, no hizo más que ratificar el buen momento por el que atraviesa la vitivinicultura local en el orden internacional.
Paralelamente permitió establecer que, además de las variedades emblemáticas, como el malbec y el torrontés, también se lograron importantes distinciones en otros cepajes en los que la industria ha incursionado en los últimos años. Y, paralelamente, se están adoptando decisiones a nivel oficial, a los efectos de permitir a la industria vitivinícola adaptarse a las nuevas exigencias de los consumidores.
En el primero de los casos, en el de las medallas obtenidas en un concurso, una nota publicada por Los Andes permitió establecer que las distinciones ratificaron la excelente calidad de los malbec, entre los tintos, y los torrontés, entre los blancos.
Pero también tuvieron una actuación destacada por los jurados variedades tales como el pinot noir, el cabernet franc, el petit verdot, entre los tintos, y el sauvignon blanc y el semillón, entre los blancos, lo que indica que las condiciones climáticas de la región resultan ideales para todo tipo de cepajes, a lo que se suma la incorporación de tecnología en bodegas y la capacidad de los enólogos en la elaboración de los caldos.
Un aspecto que le permite a la vitivinicultura local mirar con mayor optimismo el futuro en lo que a mantenimiento de los mercados internacionales se refiere.
Pero también resulta interesante la resolución del Instituto Nacional de Vitivinicultura de permitir la elaboración de los vinos denominados "livianos", de menos de 11,5 grados de alcohol.
Según el organismo nacional, la decisión surge porque se pueden lograr vinos frescos, de acidez y algo de azúcar, que tienen mercados entre consumidores que no desean vinos tan alcohólicos, agregando la exigencia de respetar una relación uva-vino determinada -la misma que se establece para los vinos finos-, se permite la incorporación de anhídrido carbónico y se exige que las bodegas anuncien la intención de elaborarlos con la suficiente antelación.
En los hechos, se trata de una medida atinada, en razón de que el ritmo de vida actual ha determinado que a nivel mundial -y la Argentina no escapa a esa tendencia- los consumidores se vuelquen hacia vinos más livianos, más suaves y de menor contenido alcohólico.
Años atrás, expertos en consumo habían anticipado esa tendencia, fundamentándose en el hecho de que es la mujer la que realiza las compras en los supermercados y por eso se considera que son ellas las que terminan definiendo qué tipo de vino consumir.
A nivel local, por su parte, se considera que esos vinos "livianos", con cierto contenido de anhídrido carbónico, son el tipo de bebidas que pueden atraer a los jóvenes, en la competencia que el vino mantiene con la cerveza.
Uno de los motivos principales para el avance de la vitivinicultura argentina de las últimas décadas radicó en el hecho de que los bodegueros dejaron de lado aquella tendencia de elaborar los vinos que a ellos les parecían interesantes, para respetar las tendencias que marcan los nuevos consumidores.
Con el agregado de que la globalización ha determinado que las diferencias entre los consumidores a nivel mundial se hayan nivelado. En ese marco de situación se encuentra la decisión del INV respecto de los vinos denominados "livianos" y la incursión en el mundo de los vinos argentinos con otros varietales, junto al malbec y al torrontés, que les abrieron las puertas en los mercados externos.