Sociedad
Villa Ocampo por dentro: rincones que hablan de vanguardia
¿Cuánto se parecen los ladrillos a sus habitantes? ¿Se amalgaman? ¿Se buscan? ¿Quién encuentra a quién? Un recorrido por la casa de Beccar en la cual vivió y murió Victoria Ocampo.
Villa Ocampo es una casa museo ubicada en la localidad de Béccar, provincia de Buenos Aires, que fue construida como residencia de verano para la familia Ocampo en 1891. Allí vivió la escritora Victoria Ocampo en 1941 hasta su muerte en 1979. Durante esos años, la casa fue un verdadero escenario de la cultura.
El lugar está, prácticamente, tal cual como en aquellos días. No es una recreación. Es la misma morada que finge la ausencia de Oliverio Girondo, de Jorge Luis Borges, de Julio Cortázar, de Ernesto Sábado, de Pablo Neruda, de Octavio Paz, los ilustres invitados que coincidían en que esta residencia era un buen refugio.
La casa también parece sufrir la ausencia de la directora de la revista Sur, pero la evoca con imágenes suyas en distintos momentos de su vida.
Las paredes hablan de la mujer práctica e independiente que fue. El color tiza que eligió para dar luz a los salones, el mobiliario rústico que agregó a los clásicos que ya estaban. El hogar es su reflejo.
Ya su casa del barrio de Palermo había sido un escándalo por sus aires rupturistas y modernos. Se ve que Victoria no quiso defraudar a sus críticos y mudó entonces la vanguardia a San Isidro.
Sólo el cáncer fatal de garganta le puso límites a esa mujer que se animó a fumar en público, a usar pantalones y a desnudar sus brazos.
Firmaba las notas con su apellido porque no le interesaba ser de nadie. Anunció públicamente su separación y jamás formalizó las siguientes relaciones amorosas.
Libre como la pluma, inalterable como la tinta.
Doce mil libros fue su legado y algunos otros tesoros que están desperdigados por la casa: su máquina de escribir en el escritorio, como si la siguiera esperando, los característicos anteojos de marco blanco en la biblioteca y el brasero de características moriscas para resistir los días de invierno. Todo la recuerda.
Las personas brillantes suelen ser previsoras. Victoria donó en 1973 la casa a la Unesco para que podamos recorrer sus jardines y su vida entera.
Allí hay senderos que se pueden caminar antojadizamente, siguiendo los mismos pasos de esa mujer que fue libre y fue vanguardia.
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