Video - Historias paralelas: la verdad tras el parricidio de Pilar y de los hermanos Schoklender
Dos hermanos, maltratos, abusos y connotaciones sexuales, los detalles de dos horrores familiares.
El parricidio sucedido en Del Viso, del partido de Pilar, retrotrajo inmediatamente al tremendo caso Schoklender, que, aunque sean diferentes en contextos y situaciones, tienen algunas similitudes impactantes.
Ambos casos fueron macabros y conmocionantes: los Schoklender eran hermanos de sangre; Leandro y Karen, hermanastros, quienes además eran pareja; Cristina Silva Romano abusaba sexulamente de su hijo Pablo; Leandro y Karen vivieron, según dijeron, los maltratos constantes de quienes terminaron siendo sus víctimas. Dos historias escalofriantes.
Ricardo Klein, de 54 años, y Miryam Kowalczuk, de 50, fueron baleados, descuartizados y quemados. Los autores del macabro crimen fueron Karen Klein, de 25, la hija del hombre, y Leandro Acosta, de 22, el hijo de la mujer. Los asesinos, además de ser hermanastros, eran pareja desde hace cuatro años.
La chica reconoció la autoría del crimen, pero aseguró que fue la impulsiva respuesta al maltrato al que sometían a sus dos hijos en común, los mellizos de once años. No obstante, la Justicia cree que detrás de la explicación hay un móvil económico, ya que en la casa había 8000 dólares.
En cuanto al conmocionante crimen de Mauricio Schoklender y Cristina Silva Romero, ocurrido el 30 de mayo de 1981, también los hijos respondieron ante la indiferencia y el maltrato abusivo. Sergio y Pablo, los asesinos, eran dos chicos a los que nunca les hizo falta nada, pero puertas adentro vivían un infierno familiar: su padre no les prestaba atención y su madre abusaba sexualmente de uno de ellos.
Ambos casos se trataron de crímenes marcados por el ensañamiento: en Pilar, los asesinos los balearon, descuartizaron, quemaron los cuerpos y arrojaron las cenizas a los perros; en aquel departamento de la calle 3 de Febrero, de Belgrano, los hermanos Schoklender mataron primero a su madre y luego a su padre. Con los dos utilizaron una barra de hierro.
El hallazgo de Ricardo y Miryam se dio en el mismo chalet donde vivían, luego de que los vecinos y familiares alertaran sobre la ausencia de la pareja. En la terraza de la casa se puede observar dos barriles de metal, en donde fueron encontrados restos óseos.
En tanto que en el caso Schoklender, el portero de un edificio de la avenida Coronel Díaz notó algo extraño en el baúl del Dodger Polara de Mauricio: un líquido oscuro. Cuando miró detenidamente, se dio cuenta de que eso que chorreaba era un delgado hilo de sangre. Allí descubrieron los cuerpos de las víctimas envueltas en bolsas de plástico y con las cabezas destrozadas.
Ambos casos fueron macabros y conmocionantes: los Schoklender eran hermanos de sangre; Leandro y Karen, hermanastros, quienes además eran pareja; Cristina Silva Romano abusaba sexulamente de su hijo Pablo; Leandro y Karen vivieron, según dijeron, los maltratos constantes de quienes terminaron siendo sus víctimas. Dos historias escalofriantes.
Ricardo Klein, de 54 años, y Miryam Kowalczuk, de 50, fueron baleados, descuartizados y quemados. Los autores del macabro crimen fueron Karen Klein, de 25, la hija del hombre, y Leandro Acosta, de 22, el hijo de la mujer. Los asesinos, además de ser hermanastros, eran pareja desde hace cuatro años.
La chica reconoció la autoría del crimen, pero aseguró que fue la impulsiva respuesta al maltrato al que sometían a sus dos hijos en común, los mellizos de once años. No obstante, la Justicia cree que detrás de la explicación hay un móvil económico, ya que en la casa había 8000 dólares.
En cuanto al conmocionante crimen de Mauricio Schoklender y Cristina Silva Romero, ocurrido el 30 de mayo de 1981, también los hijos respondieron ante la indiferencia y el maltrato abusivo. Sergio y Pablo, los asesinos, eran dos chicos a los que nunca les hizo falta nada, pero puertas adentro vivían un infierno familiar: su padre no les prestaba atención y su madre abusaba sexualmente de uno de ellos.
Ambos casos se trataron de crímenes marcados por el ensañamiento: en Pilar, los asesinos los balearon, descuartizaron, quemaron los cuerpos y arrojaron las cenizas a los perros; en aquel departamento de la calle 3 de Febrero, de Belgrano, los hermanos Schoklender mataron primero a su madre y luego a su padre. Con los dos utilizaron una barra de hierro.
El hallazgo de Ricardo y Miryam se dio en el mismo chalet donde vivían, luego de que los vecinos y familiares alertaran sobre la ausencia de la pareja. En la terraza de la casa se puede observar dos barriles de metal, en donde fueron encontrados restos óseos.
En tanto que en el caso Schoklender, el portero de un edificio de la avenida Coronel Díaz notó algo extraño en el baúl del Dodger Polara de Mauricio: un líquido oscuro. Cuando miró detenidamente, se dio cuenta de que eso que chorreaba era un delgado hilo de sangre. Allí descubrieron los cuerpos de las víctimas envueltas en bolsas de plástico y con las cabezas destrozadas.