Videla negó sus dichos
El ex dictador negó no haber dicho que "los militares debían matar 7000 u 8000 terroristas para ganar la guerra", en una carta.
El ex dictador Jorge Rafael Videla negó, en una carta dirigida a LA NACION, haber reconocido que "los militares debían matar a 7000 u 8000 terroristas para ganar la guerra", como le atribuye el periodista Ceferino Reato en su libro "Disposición final".
Al reivindicar lo actuado durante la lucha contra la guerrilla, dijo que esa aseveración, como otras, es "falaz", lo que fue rebatido por el periodista y escritor, quien ratificó "todo el contenido del libro", al ser consultado por este diario.
La polémica gira en torno de las declaraciones formuladas por Videla, que concedió nueve entrevistas a Reato, entre octubre de 2011 y marzo de 2012, en la prisión federal de Campo de Mayo, donde el ex dictador cumple las condenas a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad.
Videla relativizó el número de 7000 u 8000 desaparecidos mencionados en el libro y lo atribuyó a "una interpretación personal" del autor, originada, quizás, en "alguna ambigüedad producida por el entrevistado".
Reato aclaró que las entrevistas no fueron grabadas, porque "está prohibido ingresar con grabadores" al penal. Pero explicó que "tomaba nota de cada respuesta y luego las pasaba en limpio" y que el ex jefe militar pudo revisar todas sus respuestas, como consta en originales que conserva.
"Es una técnica que utilizo con todos mis entrevistados cuando no puedo grabar las entrevistas", explicó el periodista, al insistir en que le interesaba brindar a los lectores "las respuestas que efectivamente Videla quería dar, evitando errores e imprecisiones".
Reato dijo que el ex dictador fijó la cantidad entre 7000 y 8000 personas, en una entrevista realizada el 26 de octubre de 2011, lo que luego reiteró el 16 de noviembre siguiente.
Videla dio a entender que no le consta esa precisión. "Yo dije: «Según estadísticas confiables, murieron entre 7000 y 8000 personas del oponente en la guerra contra el terrorismo, incluyendo muertos en combate y desaparecidos». En su oportunidad, la señora de Meijide reconoce 8960 bajas, ambas cifras muy lejanas a los 30.000 instalados por el relato en el imaginario público y extranjero", explicó el ex dictador.
El autor de Disposición final expresó que no toma esas cifras como definitivas porque son imprecisas. Y agregó: "Dada la voluntad de Videla de clarificarlas, haría muy bien a la verdad histórica que él intentara precisarlas con la información que debe tener y la que puede reunir en los contactos que todavía mantiene con sus subordinados de aquellos tiempos".
El arrepentimiento
Otra crítica de Videla apunta al contexto en el que está incluida su frase "no estoy arrepentido de nada".
Dijo que esa expresión "fue referida en el marco del comandante responsable de ganar la guerra, en un año y medio, según las órdenes, con las mínimas bajas propias y de la población civil". Y añadió: "No obstante ello, sólo deseo reiterar el dolor y el pesar que soporto en mi fuero íntimo toda vez que reflexiono acerca de este drama que me tuvo por principal protagonista".
Reato, en cambio, reveló que Videla fue preciso en sus afirmaciones sobre su actitud interior frente a la guerra contra la subversión. Dijo que en la entrevista del 26 de octubre sus palabras fueron: "Ojo, no estoy arrepentido de nada, duermo muy tranquilo todas las noches; tengo sí un peso en el alma, pero no estoy arrepentido ni ese peso me saca el sueño".
El ex jefe militar objetó, también, que se le atribuyera haber aceptado "que todos los desaparecidos eran detenidos y que fueran todos muertos durante la dictadura". Y dijo que no aceptó "el ocultamiento del cuerpo arrojándolo al mar, al río o a un dique, quemándolo en un horno o dentro de neumáticos de automóviles o enterrándolos en una fosa común".
Reato afirmó que en el libro no se le atribuyen a Videla dichos sobre cómo fueron ocultados o destruidos los cuerpos de las personas ejecutadas en forma sumaria.
"Nunca le atribuí ninguna respuesta sobre esos temas por la sencilla razón de que la forma de ocultar el cuerpo de cada una de esas personas quedaba a criterio del jefe de zona", explicó el periodista. Y recuerda que en la página 62 del libro, cita al propio Videla, cuando dice: "La responsabilidad de cada caso recayó en el comandante de la zona, que utilizó el método que creyó más apropiado".
El texto completo de la respuesta de Ceferino Reato
Ratifico todo el contenido de "Disposición Final"
Videla no puede decir que no le avisé: el 23 de diciembre del año pasado, le aclaré, por si hubiera hecho falta, que él no iba a quedar satisfecho con mi libro debido, en especial, a las preguntas y repreguntas sobre el tema crucial de los detenidos desaparecidos durante su gobierno.
Las entrevistas no fueron grabadas porque está prohibido ingresar con grabadores a la prisión federal de Campo de Mayo. Yo tomaba nota de cada una de sus respuestas y luego las pasaba en limpio; Videla pudo revisar todas sus respuestas y, de hecho, realizó diversas sugerencias de puño y letra, como consta en originales que todavía conservo.
Esto fue así porque me interesaba brindar a mis lectores las respuestas que efectivamente Videla quería dar, evitando errores e imprecisiones de mi parte. Es una técnica que utilizo con todos mis entrevistados cuando no puedo grabar las entrevistas.
He revisado esos originales y, frente a las críticas de Videla y de los impulsores de su carta, ratifico todo el contenido de mi libro dado que las declaraciones ahora cuestionadas fueron efectivamente dadas por el entrevistado. Y a que, cuando le mostré esas respuestas, no las objetó.
Con respecto a las cifras de Videla, él dijo el 26 de octubre de 2011, y lo reiteró el 16 de noviembre de 2011: "Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir para ganar la guerra; no podíamos fusilarlas (.)" Luego, explicó que tampoco podían llevarlas ante la Justicia, que "estaba inerte". Si podían ser fusiladas o llevadas ante la Justicia, algo que finalmente no ocurrió, queda claro que esas personas estaban detenidas.
De todos modos, yo no tomo esas cifras como definitivas porque son evidentemente imprecisas. Dada la voluntad de Videla de clarificarlas, me parece que haría muy bien a la verdad histórica que él intentara precisarlas con la información que debe tener y la que puede reunir en los contactos que todavía mantiene con sus subordinados de aquellos tiempos.
En cuando a su actitud interior con relación a "la guerra contra la subversión" y sus resultados, Videla dijo el 26 de octubre de 2011: "Ojo, no estoy arrepentido de nada, duermo muy tranquilo todas las noches; tengo sí un peso en el alma, pero no estoy arrepentido ni ese peso me saca el sueño, aunque me gustaría hacer una contribución para asumir mi responsabilidad de una manera tal que sirva para que la sociedad entienda lo que pasó y para aliviar la situación de militares que tenían menos graduación que yo".
Con relación a otras objeciones, como por ejemplo, los presuntos dichos de Videla sobre cómo fueron ocultados o destruidos los cuerpos de los ejecutados en forma sumaria, nunca le atribuí ninguna respuesta sobre esos temas por la sencilla razón de que, como escribí entre las páginas 64 y 65, "la forma de ocultar el cuerpo de cada una de esas personas quedaba a criterio del jefe de Zona, que decidía si habría un ´vuelo de la muerte´; si sería arrojado a un dique o a un arroyo; si lo enterrarían en un lugar secreto, o si lo quemarían en un horno o rodeado de gomas de automóviles". Incluso, en la página 62, cito a Videla diciendo: "La responsabilidad de cada caso recayó en el comandante de la zona, que utilizó el método que creyó más apropiado. Cada comandante tuvo autonomía para encontrar el método más rápido y menos riesgoso".
Debido a la sensibilidad del tema hemos cerrado la nota a comentarios.
Al reivindicar lo actuado durante la lucha contra la guerrilla, dijo que esa aseveración, como otras, es "falaz", lo que fue rebatido por el periodista y escritor, quien ratificó "todo el contenido del libro", al ser consultado por este diario.
La polémica gira en torno de las declaraciones formuladas por Videla, que concedió nueve entrevistas a Reato, entre octubre de 2011 y marzo de 2012, en la prisión federal de Campo de Mayo, donde el ex dictador cumple las condenas a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad.
Videla relativizó el número de 7000 u 8000 desaparecidos mencionados en el libro y lo atribuyó a "una interpretación personal" del autor, originada, quizás, en "alguna ambigüedad producida por el entrevistado".
Reato aclaró que las entrevistas no fueron grabadas, porque "está prohibido ingresar con grabadores" al penal. Pero explicó que "tomaba nota de cada respuesta y luego las pasaba en limpio" y que el ex jefe militar pudo revisar todas sus respuestas, como consta en originales que conserva.
"Es una técnica que utilizo con todos mis entrevistados cuando no puedo grabar las entrevistas", explicó el periodista, al insistir en que le interesaba brindar a los lectores "las respuestas que efectivamente Videla quería dar, evitando errores e imprecisiones".
Reato dijo que el ex dictador fijó la cantidad entre 7000 y 8000 personas, en una entrevista realizada el 26 de octubre de 2011, lo que luego reiteró el 16 de noviembre siguiente.
Videla dio a entender que no le consta esa precisión. "Yo dije: «Según estadísticas confiables, murieron entre 7000 y 8000 personas del oponente en la guerra contra el terrorismo, incluyendo muertos en combate y desaparecidos». En su oportunidad, la señora de Meijide reconoce 8960 bajas, ambas cifras muy lejanas a los 30.000 instalados por el relato en el imaginario público y extranjero", explicó el ex dictador.
El autor de Disposición final expresó que no toma esas cifras como definitivas porque son imprecisas. Y agregó: "Dada la voluntad de Videla de clarificarlas, haría muy bien a la verdad histórica que él intentara precisarlas con la información que debe tener y la que puede reunir en los contactos que todavía mantiene con sus subordinados de aquellos tiempos".
El arrepentimiento
Otra crítica de Videla apunta al contexto en el que está incluida su frase "no estoy arrepentido de nada".
Dijo que esa expresión "fue referida en el marco del comandante responsable de ganar la guerra, en un año y medio, según las órdenes, con las mínimas bajas propias y de la población civil". Y añadió: "No obstante ello, sólo deseo reiterar el dolor y el pesar que soporto en mi fuero íntimo toda vez que reflexiono acerca de este drama que me tuvo por principal protagonista".
Reato, en cambio, reveló que Videla fue preciso en sus afirmaciones sobre su actitud interior frente a la guerra contra la subversión. Dijo que en la entrevista del 26 de octubre sus palabras fueron: "Ojo, no estoy arrepentido de nada, duermo muy tranquilo todas las noches; tengo sí un peso en el alma, pero no estoy arrepentido ni ese peso me saca el sueño".
El ex jefe militar objetó, también, que se le atribuyera haber aceptado "que todos los desaparecidos eran detenidos y que fueran todos muertos durante la dictadura". Y dijo que no aceptó "el ocultamiento del cuerpo arrojándolo al mar, al río o a un dique, quemándolo en un horno o dentro de neumáticos de automóviles o enterrándolos en una fosa común".
Reato afirmó que en el libro no se le atribuyen a Videla dichos sobre cómo fueron ocultados o destruidos los cuerpos de las personas ejecutadas en forma sumaria.
"Nunca le atribuí ninguna respuesta sobre esos temas por la sencilla razón de que la forma de ocultar el cuerpo de cada una de esas personas quedaba a criterio del jefe de zona", explicó el periodista. Y recuerda que en la página 62 del libro, cita al propio Videla, cuando dice: "La responsabilidad de cada caso recayó en el comandante de la zona, que utilizó el método que creyó más apropiado".
El texto completo de la respuesta de Ceferino Reato
Ratifico todo el contenido de "Disposición Final"
Videla no puede decir que no le avisé: el 23 de diciembre del año pasado, le aclaré, por si hubiera hecho falta, que él no iba a quedar satisfecho con mi libro debido, en especial, a las preguntas y repreguntas sobre el tema crucial de los detenidos desaparecidos durante su gobierno.
Las entrevistas no fueron grabadas porque está prohibido ingresar con grabadores a la prisión federal de Campo de Mayo. Yo tomaba nota de cada una de sus respuestas y luego las pasaba en limpio; Videla pudo revisar todas sus respuestas y, de hecho, realizó diversas sugerencias de puño y letra, como consta en originales que todavía conservo.
Esto fue así porque me interesaba brindar a mis lectores las respuestas que efectivamente Videla quería dar, evitando errores e imprecisiones de mi parte. Es una técnica que utilizo con todos mis entrevistados cuando no puedo grabar las entrevistas.
He revisado esos originales y, frente a las críticas de Videla y de los impulsores de su carta, ratifico todo el contenido de mi libro dado que las declaraciones ahora cuestionadas fueron efectivamente dadas por el entrevistado. Y a que, cuando le mostré esas respuestas, no las objetó.
Con respecto a las cifras de Videla, él dijo el 26 de octubre de 2011, y lo reiteró el 16 de noviembre de 2011: "Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir para ganar la guerra; no podíamos fusilarlas (.)" Luego, explicó que tampoco podían llevarlas ante la Justicia, que "estaba inerte". Si podían ser fusiladas o llevadas ante la Justicia, algo que finalmente no ocurrió, queda claro que esas personas estaban detenidas.
De todos modos, yo no tomo esas cifras como definitivas porque son evidentemente imprecisas. Dada la voluntad de Videla de clarificarlas, me parece que haría muy bien a la verdad histórica que él intentara precisarlas con la información que debe tener y la que puede reunir en los contactos que todavía mantiene con sus subordinados de aquellos tiempos.
En cuando a su actitud interior con relación a "la guerra contra la subversión" y sus resultados, Videla dijo el 26 de octubre de 2011: "Ojo, no estoy arrepentido de nada, duermo muy tranquilo todas las noches; tengo sí un peso en el alma, pero no estoy arrepentido ni ese peso me saca el sueño, aunque me gustaría hacer una contribución para asumir mi responsabilidad de una manera tal que sirva para que la sociedad entienda lo que pasó y para aliviar la situación de militares que tenían menos graduación que yo".
Con relación a otras objeciones, como por ejemplo, los presuntos dichos de Videla sobre cómo fueron ocultados o destruidos los cuerpos de los ejecutados en forma sumaria, nunca le atribuí ninguna respuesta sobre esos temas por la sencilla razón de que, como escribí entre las páginas 64 y 65, "la forma de ocultar el cuerpo de cada una de esas personas quedaba a criterio del jefe de Zona, que decidía si habría un ´vuelo de la muerte´; si sería arrojado a un dique o a un arroyo; si lo enterrarían en un lugar secreto, o si lo quemarían en un horno o rodeado de gomas de automóviles". Incluso, en la página 62, cito a Videla diciendo: "La responsabilidad de cada caso recayó en el comandante de la zona, que utilizó el método que creyó más apropiado. Cada comandante tuvo autonomía para encontrar el método más rápido y menos riesgoso".
Debido a la sensibilidad del tema hemos cerrado la nota a comentarios.