Vidas colapsadas
Cortes en Panamericana, cortes en autopistas, cortes en el centro. Todos los días, la Ciudad y sus accesos son protagonistas de distintas protestas -muchas veces sorpresivas- que generan caos, mal humor y pérdida -evitable- de tiempo. ¿De quién es la responsabilidad?
* Por Lorena Lalín (llalin@diarioveloz.com) Los cortes a los que nos vemos afectados diariamente los porteños y los habitantes del conurbano bonaerenses generan más trastornos que soluciones. No está mal que la gente reclame, pero sí está mal que se perjudique directamente a quien nada puede hacer al respecto. El que sale hacia su trabajo, el que lleva a su hijo al colegio, el que debe llegar a un hospital no es responsable ni debe ser el receptor de los reclamos de empleados enojados o sindicalistas indignados.
El reclamo debe ser directo para que logre un resultado positivo. Es verdad que el corte de calles genera repercusión, y somos los medios de comunicación quienes la otorgamos (algo que tampoco podemos evitar, ya que nuestra responsabilidad es informar), pero no es la forma correcta de solicitar algo. ¿O queremos imponer la protesta como valor de nuestra sociedad?
El diálogo debe volver a priorizarse. La palabra debe volver a tomar un valor fundamental en nuestras protestas. Hay que saber justificar la queja. Hay que volver a direccionarla a quien debe ser el receptor, y no al mero ciudadano que justo pasa por ese lugar. Como sociedad, tenemos la obligación de volver a saber pedir sin perjudicar al de al lado, y a entender que nuestras libertades de reclamar no deben coartar las libertades del otro de transitar.