Vicisitudes de un "pato rengo"
*Por Salvador Treber. Es evidente que el más golpeado por el acuerdo de la deuda ha sido Obama. Su ilusión de lograr la reelección en 2012 se ha visto reducida.
La expresión "pato rengo" se adjudica en Estados Unidos a un presidente en los últimos años de su gestión, que no tiene posibilidades de ser reelegido. Desde la muerte de Franklin Delano Roosevelt en 1945, sólo en dos circunstancias no se verificó. La primera, cuando a dos años de su elección, en 1961, fue asesinado John Fitzgerald Kennedy; la segunda correspondió a James Carter, elegido en 1976 y superado en los comicios de 1980 por Ronald Reagan.
Lo natural, en función de tales antecedentes, sería que Barack Obama no sienta como probable su sustitución en los comicios de noviembre de 2012. Pero las condiciones en las que le toca ejercer el cargo son muy comprometidas, a punto tal que pueden deteriorar la adhesión que tenía de la mayoría de la población.
Los problemas que le toca enfrentar no surgen de su gestión, sino de los sucesivos gobiernos republicanos que accedieron a la Casa Blanca en los años precedentes.
El "chubasco" inicial fue derivado de la eclosión, el 15 de septiembre de 2008, del tradicional Banco Lehman Brothers, al poner en evidencia que todos los grandes bancos y empresas industriales líderes venían falsificando sus balances y distribuyendo utilidades "dibujadas", pero inexistentes en la realidad.
Ante semejante brete, logró el apoyo casi unánime del Congreso para proveer una multimillonaria ayuda a las empresas en virtual quiebra, lo que llevó la deuda del Estado federal de 8,5 a 14,3 billones de dólares en poco más de tres años. Dado que son los legisladores quienes fijan el tope máximo a que puede llegarse y al estar éste cubierto, si no se conseguía que se ampliara desde el 2 de agosto, el país caía automáticamente en default.
Una dura discusión. La discusión, especialmente en el ámbito de la Cámara de Representantes (símil a nuestra Cámara de Diputados) que controla la oposición republicana, se tornó harto encarnizada y se dio la paradoja de que los generadores de la situación planteada se convirtieron en duros y muy exigentes fiscales.
Casi sobre la hora, se llegó a un acuerdo provisorio que otorga un pequeño respiro, pero los demás países, en un clima de honda consternación, presenciaron azorados cómo la máxima potencia económica y militar del mundo tambaleaba frente al abismo.
La votación final se realizó en las últimas horas del 1º de agosto y los puntos de postrera coincidencia merecieron 269 votos a favor y 161 en contra. Lo curioso es que, entre los primeros, la proporción de republicanos fue mayor que la de demócratas, partido al que pertenece el presidente.
Su pretensión originaria era que se ampliara el límite de endeudamiento en 2,5 billones de dólares, se restauraran los impuestos suspendidos hasta 2013 sobre los que tienen rentas netas anuales superiores a 200 mil dólares y se introdujeran recortes al presupuesto militar.
De tales objetivos, poco es lo que quedó. El nuevo "techo" de la deuda podrá crecer hasta 2,1 billones, pero cumpliendo un cronograma que, en lo inmediato, sólo admite que se lo desplace hacia arriba en apenas 400 mil millones, postergando otro tramo adicional de 500 mil millones para fines de año. En cuanto a los gastos militares, se redujeron en 350 mil millones para el trienio. Ese presupuesto orilla este año en 800 mil millones de dólares y, según el Banco Mundial, supera con holgura al que totalizan los 12 países colocados en los puestos subsiguientes.
Cobertura a jubilados. Quizá el único éxito de Obama fue que no se podará el presupuesto de Medicare (cobertura a jubilados), pero delega a una comisión mixta de 12 miembros –integrada por seis integrantes de la Cámara de Representantes y otros tantos senadores en iguales proporciones de los dos partidos– la facultad de definir, ordenar y vigilar la concreción de las reducciones en las obras de infraestructura y las prestaciones gratuitas existentes en materia de salud.
El plan debe cumplirse en un plazo de tres años y deberá alcanzar en ese lapso una contracción global en el gasto no menor a 1,2 billón de dólares. Si ello no se verificara a plena satisfacción de la Comisión y del Parlamento, se suspenderá en forma automática lo que reste de la extensión acordada para la deuda.
El referido cronograma de acuerdos, aun mediando fuertes condicionamientos, no evitó que las cotizaciones de valores en las principales bolsas del mundo sufrieran fuertes caídas, exteriorizando que no tienen mayor confianza en el futuro.
Tampoco satisfizo a la franja más "dura" de la bancada republicana –Tea Party–, que, a través de sus voceros anunció que seguirá exigiendo nuevas podas, en especial en Medicare y Medicaid. Además, reiteró el rechazo a todo intento que procure incrementar los impuestos a los titulares de altas rentas.
Por su parte, los tres precandidatos presidenciales republicanos se declararon insatisfechos y cada uno prometió que, si llega a ser elegido, introducirá profundos recortes adicionales.
En cuanto a los demócratas, hay por lo menos un tercio de los parlamentarios que se declaró traicionado por su correligionario-presidente y le endilgó que ha convalidado una virtual rendición, que arrastra por el suelo los principios de su ideario. Emanuel Cleaver, el máximo dirigente del bloque que reúne a los de origen afroamericano, con evidente dejo de desilusión consideró que el acuerdo semeja un "...sandwich de satán con azúcar encima; si levantan el pan, no les va gustar ver lo que hay adentro".
Es evidente que el más golpeado ha sido Obama. Al cumplir 50 años, el 4 de agosto pasado, lució en su rostro, coronado por una reciente pero notoria cuota de canas, los difíciles momentos que vive. Su ilusión de lograr la reelección se ha visto reducida y, por consiguiente, el trato que le están dispensando es bastante peor al que suelen recibir los respectivos "patos rengos".