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Viaje imaginario

*Por Miguel Ángel Rouco. Un viaje imaginario en el tiempo. Hace exactamente diez años, la Argentina transitaba días difíciles, con un déficit fiscal monstruoso financiado mediante endeudamiento, sin inversiones y sin crédito internacional. Días antes del corralito, versiones y rumores de todo tipo, luego de las elecciones legislativas de medio término.

Corridas bancarias mediante, el país perdía en 2001 unos 15.000 millones de dólares que se elevó a unos 60.000 millones de dólares durante toda la Convertibilidad, según un estudio de una comisión legislativa. A pesar de ello, había deflación y la economía se encaminaba a una debacle.

Hoy, a diez años de aquella tragedia económica, la Argentina se encuentra transitando horas difíciles, con un déficit fiscal enorme, financiado con emisión monetaria, sin inversiones y sin crédito internacional, con deudas y juicios multimillonarios aun pendientes. Los controles y las trabas en el mercado cambiario, llevaron al país a perder en 2011 más de 20.000 millones de dólares, unos 70.000 millones de dólares durante la gestión de Cristina Fernández de Kirchner, según datos del Banco Central. Además de todo esto, en los últimos cuatro años se duplicó la inflación.

La diferencia entre uno y otro escenario es que hace diez años, el poder político estaba diluido. Hoy, el poder político está sólido tras las elecciones de octubre. Sin embargo, la economía actual es mucho más endeble que en 2001. Veamos.

En 2001, las reservas netas eran de apenas unos 8.000 millones de dólares. En 2011, las reservas netas son aun menores. El desempleo en 2001 mostraba su cara más cruel, hoy está maquillado por millones de trabajadores informales cuando no esclavos inmigrantes y por una explosión de empleo público improductivo, financiado por emisión monetaria y trágicamente por la inflación.

La pobreza acompañaba al desempleo y se colaba en la mayoría de los hogares. Hoy, las cifras desfiguradas del INDEC impiden calcular la pobreza. Sin embargo, la inflación hace estragos más allá de las estadísticas y se ensaña con cada hogar pobre.

En 2001, los intentos por bajar el gasto público habían fracasado y se financiaron con endeudamiento hasta que el mundo dijo basta...

Hoy, el monumental gasto público que crece un ritmo de casi el 40 por ciento está resultando imposible de financiar. Las retenciones, los impuestos extraordinarios, las reservas del Banco Central y los recursos de la seguridad social ya no alcanzan. Los precios de los bienes exportables están en caída libre y la administración Kirchner lleva adelante un ajuste basado en la inflación en primera instancia y en la recesión más tarde que traerá más pobreza y marginalidad.

Pero al margen de cualquier similitud o diferencia entre ambas épocas, lo cierto es que la dirigencia política repite una y otra vez los mismos errores que llevaron al país a un quiebre económico.

El recorte de subsidios a los servicios esenciales tiene como trasfondo una crisis fiscal de envergadura. Después de haber subsidiado a hipódromos, burdeles, talleres clandestinos, centros de compra ilegales, al amparo de las autoridades, la administración Kirchner emprende un camino de regreso y traza con lápiz rojo una línea grosera que no contempla situaciones especiales.

Más allá de esto, la supresión de subsidios dispara dos consecuencias negativas. Por un lado, sube los costos y genera un efecto cascada en las distintas etapas de producción, aumentando los precios de manera exponencial. Por otro lado, la carga fiscal que pesa sobre las tarifas se potencia y termina aumentando el costo total de la factura.

A esta altura, cabe preguntarse, ¿por qué razón el gobierno decide bajar los subsidios a servicios esenciales y mantiene subsidios sobre áreas absolutamente prescindibles como el conglomerado de medios estatales, el aparato de propaganda, el fútbol para todos o bien a una empresa quebrada como Aerolíneas Argentinas que además de su pérdida multimillonaria, se encuentra en un limbo jurídico?

Pero el ajuste no termina con los subsidios. Es apenas el comienzo. Hay luces de alerta que se encienden sobre el comando de la Casa Rosada. Mientras el drenaje de divisas no cesa, el gobierno deberá afrontar en los primeros días de diciembre el pago de unos 2.200 millones de dólares correspondientes a vencimientos de deuda.

Al mismo tiempo, los precios de los bienes de exportación han caído afectando los ingresos fiscales vía retenciones. Para poder financiar el gasto, el gobierno deberá buscar nuevas fuentes de financiamiento porque las actuales están agotadas. El viaje imaginario nos llevó diez años atrás. El ajuste está en marcha y avanza por etapas. ¿O vamos hacia otra debacle?.