Verdades y mentiras en educación
*Por Ricardo Roa. La escuela pública es un espejo que no miente sobre la situación social. Las carencias son notables y cuantificables, como que más de la mitad de los estudiantes no tiene computadora ni biblioteca en su casa. Y lo que falta en las casas, falta en los colegios según la investigación de un prestigioso instituto de la Universidad Católica.
Al Estado hoy le sobra plata. Pero en esta área clave, los recursos faltan o se usan mal. Los resultados, a la vista: en el último relevamiento de la encuesta PISA, a la que se someten casi todos los países y que mide la calidad y la distribución de la educación en la sociedad, somos el país con mayor retroceso en el mundo.
Una de las razones de ese deterioro, sostiene Alieto Guadagni, es que los alumnos tienen muy pocas horas efectivas de clase. De ahí al éxodo de las aulas públicas a las privadas, hay un paso: en 2009 se matricularon en las escuelas estatales casi 250 mil alumnos menos que en 2002.
La escuela producía un piso de igualdad pero hoy se abrió una enorme brecha entre las privadas y las del Estado: el informe de la UCA dice que, en todos los casos, las clases bajas tienen los peores índices. En estos años, el gasto educativo creció pero se destinó sobre todo a salarios. Entre el 95 y el 97% del presupuesto bonaerense se destina a sueldos. Es una decisión política: el kirchnerismo optó, antes que nada, por llevarse bien con los sindicatos.
El problema es obvio: queda muy poco para equipar y mejorar las escuelas. Y los subsidios apuntan hacia otro lado: hasta mayo se habían gastado unos 12 mil millones de pesos para abaratar las tarifas de la energía, trenes, subtes y colectivos. Todas subvenciones concentradas en el área metropolitana. El plan "Más escuelas, Mejor Educación" recibió apenas 80 millones.
Regalarle 10 libros a cada uno de los 11 millones de alumnos cuesta lo que es la factura hasta hoy de Fútbol para Todos. Alguien hizo también esa opción. Se sabe: el progresismo siempre puede ser verbal o verdadero.