Vencer al Schettino interior
Por Giles Fraser EX CANCILLER CANONIGO DE LA CATEDRAL DE ST. PAUL’S
De acuerdo, todos lo entendemos. El capitán Francesco Schettino fue un cobarde. Hundir el barco fue una cosa, hasta un error. La huida es un tipo diferente de deficiencia moral.
¿Pero cómo saber qué clase de persona resultaríamos ser en esas circunstancias? ¿Un héroe o un villano? La idea de que el valor exige disciplina y entrenamiento merece análisis , ya que por lo menos desde Aristóteles hay una importante corriente de pensamiento moral que reconoce la virtud no como algo innato sino como algo para lo cual es posible prepararse y en lo que se puede mejorar.
La razón por la que el soldado prepara su arma mil tediosas veces durante la instrucción es que pueda hacerlo sin pensar cuando no ha dormido durante días y las balas silban a su alrededor. Con el tiempo, se convierte en una cuestión de instinto. El consejo del ejército moderno es que lo mismo se aplica al valor.
Si se ensaya "hacer lo correcto" lo suficiente, es mucho más probable que se haga lo correcto cuando se está aterrado o confundido.
Ese tipo de consejo no es patrimonio del ejército. Alcohólicos Anónimos usa la frase "actuar como si".
Si uno quiere convertirse en una persona diferente, primero debe actuar como si lo fuera, y esa actuación terminará por transformarnos . Eso contrasta con la familiar presunción de que el cambio moral nace de adentro. Desde esa perspectiva, una confesión honesta de nuestras propias debilidades -nuestra falta de valor, por ejemplo-, se convierte en la única verdadera expresión de virtud. En otras palabras, el énfasis en la autenticidad puede convertirse fácilmente en una excusa para negarse a un desarrollo de la personalidad.
El valor no pasa por no tener miedo.
No tener miedo en situaciones peligrosas no es más que tontería o temeridad.
El valor es tener miedo y hacer lo correcto de todos modos.
No es el miedo de nuestro Schettino interior lo que más importa, ya que acecha en todos nosotros. La verdadera cuestión es cómo conformar nuestra conducta. El cambio exige práctica.