Política
Vaca Muerta, de nuevo al matadero
Otros que deberán dar explicaciones son Massa y su seudópodo legislativo, el mendocino José Luis Ramón – que maneja un bloque que responde al presidente de la cámara, y que juega como bisagra para dar quorum o asegurar mayorías (y minorías cuando haga falta).
Este presupuesto le da sepultura definitiva, al derogarlo también en Diputados en el art. 91° del proyecto, pero en artículo siguiente autorizaba a pagarles, a cambio de que no hagan juicio, la suma de “$ 29.514.296.318, a los fines de cancelar las obligaciones pendientes”. Ramón pidió la eliminación de ese pago, con el argumento de que “espero que hoy el Frente de Todos tenga conducta y sostenga su idea de una concepción humanista”. Massa le consultó a Heller, ponente del proyecto, que respondió: “Señor presidente: se acepta la eliminación del texto completo del artículo 92”. Entre los tres (Ramón, Heller y Massa) remataron el plan del gobierno para darle oxígeno al proyecto de Vaca Muerta. Allí estuvo hace pocos días Alberto Fernández para lanzar el llamado plan “Gas4”, que contenía el compromiso del pago.
Un cañonazo a los gobernadores de Neuquén y de Mendoza, provincia de Ramón, y a las empresas petroleras que quisieron, al asumir este gobierno, que el grupo Massa se hiciera cargo de YPF. Sólo lo puede remediar el Senado o un veto presidencial. El sueño del pibe, que es una constante de este gobierno: sancionar leyes que dependen, en su aplicación, de la gratuidad del poder Ejecutivo que las reglamenta. Ocurrió con las leyes de protección de víctimas de la fibrosis quística, objetada por el propio ministro de Salud, pero aprobada por orden de Cristina y Alberto. El mismo destino tienen las de Economía del Conocimiento, Teletrabajo y ahora esta, de la cual depende la quimera de Vaca Muerta, que es como la cigarra, tantas veces la mataron…
Entrelíneas para acallar al oficialismo
En una pantalla de contrafrente, Oscar Parrilli lagrimeó a su vez al recordarlo a Néstor Kirchner, aunque con menos efecto en su platea, y eso que son mayoría en el Senado. No hace llorar quien quiere, sino quien puede.Para retener, las entrelíneas que usó Negri para enmudecer al oficialismo. Exaltó la CONADEP de 1983 para recordar, sin mencionarla, la negativa del peronismo a integrar la comisión que investigó delitos aberrantes.
También la insistencia en la palabra “amnistía”, para evocar la afirmación de Ítalo Lúder, candidato del PJ en las elecciones de aquel año, de que avalaría en caso de triunfar, la que había dictado el general Bignone. Más cerca del presente, criticó el soberanismo del presidente de Turquía, Recep Erdoğan, modelo del neopopulismo que pone la soberanía popular por encima de las instituciones republicanas. Una alusión directa al lenguaje que emplea el oficialismo en el trato que le da a la oposición.
Comenzando por el encierro de los adversarios del gobierno en el corralito de la virtualidad. O en la queja de que la oposición quiere imponer su agenda al oficialismo, cuando ese debate es normal en cualquier democracia. El lenguaje del populismo “de izquierda” – como intenta construir la teórica del neo autoritarismo Chantal Mouffe – es el que usó Santiago Cafiero cuando dijo que el público de los banderazos no es la “gente” ni es el “pueblo”, sino la oligarquía.
Con el método propuesto por el finado Ernesto Laclau, de que la praxis política es trazar la frontera del debate, de un lado tenemos al pueblo, que no es el del banderazo, y del otro el establishment. Lecturas calenturientas de la literatura que va, como la luna, rodando por Callao, calle que da nombre al grupo político que sustenta al albertismo, porque allí tiene su estudio el presidente.
También fue el lenguaje que empleó Cristina de Kirchner en la sesión que rechazó el pedido de Martín Lousteau y Lucila Crexell, de retirar sus proyectos de reforma del plazo de mandato del Procurador de la Nación.
Se enredó en un debate de aficionados, sobre si había que votar de forma nominal o a mano alzada. Insistió en este método con un destrato a la minoría: “El bloque del oficialismo tiene más que mayoría absoluta y expresó su voluntad y ustedes expresaron la suya”. Igual debió hacer el voto nominal en un trámite confuso, porque nadie sabía si debía decir afirmativo o negativo, positivo o no negativo – como bromeó Dalmacio Mera – o todo lo contrario (hay video de antología sobre este blooper legislativo).
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