Va a durar lo que tenga que durar
Lo que muchos pedimos es que confíen en nosotros y que nos dejen mostrar que ya podemos cuidarnos solos.
“Lo importante es mantener a la población en estado de continuo miedo, por lo que las noticias se contradicen de un día para otro (cambian los aliados y rivales de esa supuesta guerra, nunca se clarifica nada), así se mantiene un estado de emergencia nacional interminable justificando cualquier abuso de las autoridades”.
(así termina la novela 1984, escrita por George Orwell en 1947)
A esta altura de la historia no sabemos si vamos bien o vamos mal. ¿Este es el pico o todavía no lo vimos? ¿Cómo está la famosa curva de duplicación? Esta vez no se explicó. El presidente dice que la cuarentena va a durar lo que tenga que durar. ¿Y cómo sabemos cuánto tiene que durar? Eso tampoco lo dicen.
Quien puede no elegir la vida cuando a uno de preguntan la vida o la muerte. Es acaso esta opción binaria la única posible para entender lo que está pasando. Está pasando, precisamente, lo que planteamos desde el primer día de la cuarentena. ¿Cómo se le puede pedir a la gente que no tiene casa que se quede en su casa? En consecuencia paso lo que tenía que pasar: la gente cuya casa es el barrio y cuyo living es la vereda se empezó a enfermar más. Pero recién lo advierten las autoridades en esta eterna postergación de la cuarentena. Más vale tarde que nunca.
Pasa lo mismo en todo el mundo. La gente de zonas vulnerables se contagia más y también se mueren más. En USA, la mayoría de los miles de muertos son afroamericanos y latinos. Ellos son obviamente los más pobres.
Tiene razón el Presidente que no tiene sentido abrir más negocios porque tampoco la gente entra a comprar y si seguimos esa línea de pensamiento cada vez va a haber menos gente comprando porque los negocios que no abren es gente que no va a poder comprar en los negocios que están abiertos porque cada vez hay menos ingresos por los negocios, empresas o actividades que no funcionan. Un circulo siniestramente vicioso que se espiraliza de manera descendente.
Los que dicen que los anticuarentena privilegian el tema económico sobre la salud mienten. Los que defienden la cuarentena interminable son aquellos que tienen ingresos garantizados por el Estado o por empresas que no sufren las consecuencias del apagón económico que en algunos rubros ya adquiere característica de catástrofe.
El tercer domingo de junio será el día del padre. Es la última oportunidad que tendrán los que venden ropa de hombres para salvar la temporada. Y sí quizá autorizan a esos negocios a abrir no van a tener mercadería para responder a la demanda porque los textiles están parados desde marzo. ¿Y por qué puede abrir una ferretería y no una peluquería con un protocolo de salud? Nadie lo explica con lógica.
Todos entendemos que ya nada será igual a lo de antes. Lo que muchos pedimos es que confíen en nosotros y que nos dejen mostrar que ya podemos cuidarnos solos.
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