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Uso y abuso del celular en la calle

Es necesario que conductores y peatones no usen el teléfono al conducir o cruzar calles para evitar distracciones peligrosas.

La irrupción masiva del teléfono celular ha sido un avance relevante en el campo de las comunicaciones, y su uso ha multiplicado asombrosamente las posibilidades de contacto en la vida social. Se trata, por otra parte, de una innovación que no cesa de perfeccionarse y abrir posibilidades, tanto para ganar en seguridad con respecto al movimiento de los chicos fuera del hogar en tiempos peligrosos, como para emitir o recibir mensajes dondequiera se esté. Ese empleo diverso y plural también suele llevar a conductas indeseadas cuando se exagera la comunicación hasta convertirla en un modo adictivo de comportamiento.

No se discute que existen razones justificadas para el empleo del celular; también, hay que insistir en su uso prudente, sobre todo cuando se trata de personas que conducen automóviles o peatones que cruzan las calles. En ambos casos se puede caer en distracciones riesgosas.

La función atencional, al distribuirse en situaciones muy distintas, pierde eficacia y aumenta entonces la posibilidad de sufrir accidentes. Esta observación ha sido probada con rigor por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el ámbito global y, con la misma metodología, por la organización no gubernamental Luchemos por la Vida en nuestro medio, que lleva adelante una valiosa campaña para reducir accidentes que por ser evitables no deben ser llamados accidentes.

Esas fuentes informan de estadísticas construidas a través de mediciones realizadas en días hábiles, entre las 10 y las 18. En Australia y países europeos, como Holanda o Gran Bretaña, el porcentaje de infractores que usaban el celular mientras manejaban ha sido del 4,1 por ciento. Entre nosotros, a partir de un porcentaje semejante en septiembre de 2007, cuatro años después aumentó al 9,7%, lo que supone que alrededor de 174.000 conductores vienen infringiendo normas claras que regulan el tránsito. En cuanto al número de peatones que cruzan la calle mientras hablan por celular, se ha estimado que llegan a un 13,4 por ciento. Para ellos los riesgos crecen porque se muestran menos cuidadosos de las luces del semáforo y hablan sin mirar la corriente de vehículos.

Es indispensable, pues, que conductores y peatones no usen el celular al manejar o cruzar calles y avenidas. Deben tener en cuenta que su empleo es, por lo general, más absorbente que el diálogo con otros ocupantes del automóvil, conducta tampoco recomendable, pero menos peligrosa. En efecto, está comprobado que la distracción que produce el celular es mayor, que los tiempos de reacción del conductor se lentifican y afectan las posibilidades de una frenada.

Puede agregarse que quien lo usa sabe de esas limitaciones, a las que cabe añadir la reducción de la visión periférica y el menor empleo de los espejos retrovisores mientras conduce y habla por el celular. Hay otras variables que acentúan los peligros: las actitudes temerarias del conductor y las alternativas de un tránsito congestionado que se descontrola. El respeto por las normas y el cuidado personal de quien conduce o anda por la ciudad son, pues, recomendaciones cuyo cumplimiento beneficia a todos.