Uri Geller y la parábola del mago pródigo (I)
El controvertido mentalista será parte de la convención de ilusionistas más importante del mundo.
La vida artística de Geller siempre transitó sobre la cornisa por su falta de reconocimiento público acerca de sus verdaderas cualidades de ilusionista. El secreto de su éxito estuvo montado -en parte pero no en forma única- por esta característica. Ahora, y cerca de cumplir 69 años, volverá a brillar entre sus pares en el FISM 2015 de Italia, la próxima convención más importante del mundillo mágico que organiza la Federación Internacional de Sociedades Mágicas (FISM).
El mistificador más celebre del mundo
Así es anunciada la participación del artista Uri Geller junto a sus colegas más destacados del planeta. "Mistificador" es un término ya utilizado por los ilusionistas David Blaine y Criss Angel en sus series televisivas, y que Geller ha adoptado últimamente para autodefinirse. La promoción lo muestra en un compacto de imágenes realizando varios de sus clásicos y originales trucos que lo han llevado a la fama.
Muy conciente de lo importante que será su participación en esta convención, Uri ha manifestado: "Como nunca he estado en el Círculo de Magia, nunca me he involucrado en competencias y convenciones mágicas, pero recientemente he realizado algunas conferencias y espectáculos de TV para y con magos sorprendentes y he hecho amigos con algunos grandes artistas y maestros de la magia y la ilusión. Todos me dicen que el FISM es la creme de la creme del mundo mágico. Este FISMITALY2015 me dará la oportunidad de encontrar a cientos de magos que asistirán al FISM desde todas partes del mundo. ¡Aguardo con sumo interés esta experiencia!"
Es muy cierto todo lo que afirma y seguramente será una excelente oportunidad para que el gran Uri Geller complete su reconciliación definitiva con sus "hermanos de sangre": los magos.
El largo y sinuoso camino a la magia
Me permito especular sobre este nuevo acercamiento mágico y supongo que Geller hará suya parte de la letra "profética" de Paul McCartney: "El largo y sinuoso camino que lleva a tu puerta - Nunca desaparecerá - He visto ese camino antes, siempre me llevará aquí - Me lleva a tu puerta."
La carrera artística de Geller comenzó en Israel con demostraciones en colegios, universidades, teatros, clubes nocturnos y discotecas. Solía presentar, según sus propias palabras, "una rutina sencilla y nada protocolaria" que incluía "experimentos telepáticos con miembros del auditorio que escribían o dibujaban cosas en una pizarra; colocaba pensamientos directamente en la mente de algunas personas; describía las prendas de vestir que llevaban puestas, sin mirar a los sujetos con los que hacía la prueba; ponía en marcha relojes parados desde mucho tiempo atrás; doblaba llaves u otros objetos que presentaba el público; y luego dedicaba un espacio de tiempo a preguntas y respuestas." [Geller, U. (1975) Uri Geller. Mi fantástica vida. Edic. Grijalbo S.A., Barcelona, p. 237]
Obsérvese que no es casual que Geller empleara la palabra "rutina" para definir sus presentaciones. Precisamente es el término que utilizan los ilusionistas cuando arman su show.
El gran salto se produjo cuando conoció a Andrija Puharich, un médico crédulo en lo paranormal, que quedó convencido de que el joven israelí era un verdadero dotado parapsicológico. Fue así que, en 1972, llevó a Uri a Estados Unidos para promocionarlo como una gran estrella psíquica. Geller, que nunca tuvo un pelo de tonto y cuya mayor ambición era la fama y el dinero, aprovechó esta magnífica oportunidad no sólo para deslumbrar a espectadores que pagaban costosas entradas para ver su espectáculo, sino también para jugar con la inocencia y credibilidad de algunos investigadores de lo paranormal.
Su originalidad, audacia extrema y maestría para publicitarse, en poco tiempo lo transformaron en una celebridad internacional que, prácticamente, casi ningún medio periodístico pudo ignorar. Desfiló por innumerables programas de radio, televisión y fue nota de tapa de las principales revistas del mundo.
Marketing controvertido
El recurso más preciado por Geller siempre consistió en no admitir que su espectáculo era obra de un ilusionista. A excepción del único reconocimiento de que recurrió a trucos en sus presentaciones y confeso en la autobiografía mencionada, después siempre mantuvo esta posición [op. cit., págs. 237-238].
Esa actitud perseverante de su parte provocó que muchos de sus colegas salieran al cruce mediático y aclararan a los legos en la materia que Uri era del gremio y nadie debía creer que había verdaderos poderes paranormales en juego. La situación terminó en una fractura con la mayoría de sus colegas, si bien nunca dejaron de reconocerle sus cualidades de excelente ilusionista y fiel exponente de la rama del mentalismo.
Este reconocimiento tiene sus motivos bien fundados que intentaré demostrar en próximas entregas y que, más allá de la controversia, ambas partes salieron beneficiadas.