¡Urgente! Sindicato de padres
Si hay algo verdaderamente penoso en la tarea de ser padres, es la absoluta anarquía gremial que reina entre nosotros.
Hay padres ultraconservadores, los hay ultraliberales y los hay que navegan siempre en la mitad del camino. Esta falta de organización en las cúpulas provoca el alzamiento constante de las criaturas que, como bien sabemos, han nacido para amotinados. Todo indica que se ha vuelto imperiosa la necesidad de nuestro sindicato, SPS: Sindicato de Padres Sufrientes.
Las vacaciones
He aquí un tema donde queda de manifiesto nuestra suicida actitud individualista. La hecatombe ocurre cuando entran en la adolescencia. En ese estadío, nuestros hijos tienen una sola cosa en claro: los viejos sobramos y si algo no quieren es pasar sus vacaciones con nosotros.
En ese punto hay que reconocerles, si no razón, absoluta coherencia generacional: todos los adolescentes opinan lo mismo. Los padres, por el contrario, aunque pensamos igual (si puede llamarse pensar a ese profundo deseo de retorcerles el gaznate), actuamos desquiciadamente.
Hay quienes los arrastran de los pelos y se aguantan treinta días de cara de culo full time; hay otros que negocian: quince días con nosotros y los demás piedra libre. Y otros, los libérrimos, que autorizan con una sonrisa a la nena de trece años para que vaya en carpa con su novio a Villa Gesell o al varón para que marche con cualquier rumbo acompañado por los delincuentes precoces de sus amigos.
La hora de volver de baile
He aquí de nuevo la incoherencia paterna. Hay colegas que insisten en llevar e ir a buscar a la nena en horario prudencial (las hijas suelen soportarlo entre los once y los doce años); otros se inclinan porque vayan con un grupo de amigas y vuelvan a una hora razonable; los terceros las despiden "hasta mañana" y mañana, según se sabe comprende desde la una de la madrugada hasta el atardecer del día siguiente.
Una vez más nuestra falta de solidaridad nos empuja al abismo: ¿quién es el guapo capaz de enfrentar a una bravía niña que alega?: "Mariana puede volver al mediodía mientras vos, querés que llegue a las dos". Se las ingenian para remarcar que a las dos es la hora exacta en que salen los sátiros más vandálicos y por ende, en caso de violación, agresión o muerte, los únicos responsables ya se sabe quienes son.
El planteo deja en claro que los padres liberales son en realidad los piolas, pero como una no tiene con ellos una buena relación de militante a militante, en verdad no sabe si esos permiso se los otorgan a los once, a los quince o a los veinticinco años. El desconcierto cunde, las negociaciones son dificultosas y los resultados a medias: padres develados, súper culposos, y niñas que vuelven a la hora de las santas margaritas. Bien saben ustedes que esta historia se repite en todo aquello que atañe a tomar decisiones, así que volvamos al planteo inicial.
A los padres de este mundo. Los que lo son, los que lo fueron antes, y aún en nombre de las generaciones que vendrán escuchen mi proclama emancipadora: ya que no podemos ser sensatos ni justos, ni piolas, seamos al menos unidos. Todo bajo el lema: sólo la organización vencerá a los adolescentes. He dicho.