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Uno es bendecido porque hace lo que elige

* Por Jorge Belaunzarán. Sábados y domingos es Hamlet. Un Hamlet mujer concebido por el director Carlos Rivas, quien la convocó hace ya diez años.

Esas cosas de la vida, pero sobre todo eso que impide convencerse de que se está en el momento, postergaron la puesta, que arrancó en 2010. La obra también se distingue por otros ítems. Entre los cuales las actuaciones ocupan un lugar especial.

"Jaja, es rarísimo. Hay públicos más relajados y se ríen, otros más concentrados. Eso no quiere decir que la obra no esté gustando: ¡uy, el público no hace nada!; no tiene por qué. Lo que pasa es que son preguntas que te aparecen: ¿están entendiendo?, ¿estoy viviendo esta escena? Yo empieza la obra y me dejo llevar, pero es muy complicado explicarlo, muy complicado, no puedo jaja. Estoy en un momento... El actor hace un montón de cosas, vive, corrige, hay un montón de... cómo  se dice esa palabra, no me sale; actúa, siente, piensa, va, viene, en ese momento la actividad es muy grande...jeje. Suceden muchas cosas al mismo tiempo."

Varón al fin, el cronista no sabe bien a qué refiere la complicación de Gabriela Toscano. Si es lo que él entiende como característica femenina habitual cuando por compromiso, obligación, circunstancia o necesidad, una mujer se enfrenta al desafío de revelar algo íntimo, o si la complicación Toscano es una dificultad propia de un ser humano, ¿cómo decirlo?, en estado pletórico.

Hamlet, el gran Hamlet, el que por ahora para el común de los mortales (o sea los que no son Shakespeare ni sucedáneos) es inagotable, inmortal, resulta que también es mujer. Así lo descubrió Carlos Rivas (director de "Hamlet, la metamorfosis") con la piel de Toscano (y otros actores). Porque una idea es la posibilidad de materializarla: al menos en el ser humano nada funciona sin la materia, la cual, claro, también está hecha de imaginación. Eso, la idea de un Hamlet mujer, fue hace una década. Hoy, Toscano, lo explica así:

"Creo que es una de las más representadas en la historia en todo el mundo. Pero esta es de una naturaleza femenina. Así lo cree el director, y por eso me eligió. Lo que quería contar era cómo una naturaleza femenina, a la que le gustan las letras, le gusta el trabajo de los actores, se tiene que convertir, metamorfosearse en una naturaleza masculina, combativa, de soldado para poder cumplir con el trabajo de su padre. En la adaptación que hizo Carlos, sin perder toda la poesía de Shakespeare, los textos son muchos más claros. Y él al ser director y poder traducir la obra, la traduce en términos de acción. Rivas piensa que Shakespeare es poesía pero es acción. Lo que él quiere de la puesta es que suceda. Es muy difícil hacer Shakespeare porque ese lenguaje en el tiempo está como alejado de nosotros; en esa época hablaban así, ahora no se habla así. Y hay que hacer que ese texto sea cercano. Otras de las cosas es que es un Shakespeare cercano en el espacio: yo estoy actuando y vos estás ahí (y señala la distancia que separa al entrevistado del entrevistador, que apenas supera el metro y medio). Tanto para los actores como para los espectadores es muy difícil, es como si estuvieras adentro de la obra. El fantasma del espectador está en la habitación, y eso está sucediendo mientras el espectador está ahí con una cercanía que es muy inquietante. Ahora estamos mucho más relajados, aunque con esta obra nunca se puede estar relajado. Hace unos días en un ensayo nos sentamos donde están los espectadores, y todos coincidíamos en que era impresionante ver actuar al otro acá, se veía todo; uno tenía que ser verdadero, auténtico, sino el espectador se da cuenta. Más allá del vértigo en Hamlet tenemos un año de entrenamiento, lo que nos da algo sólido. Este Hamlet es de arte femenino. Su arte, su alma, su naturaleza es femenina, por eso está conectado más con la naturaleza. Para la época era un exquisito, un sensible; el pueblo lo adora, dice la obra. Y lo adora porque es eso. Y él tiene que romper su naturaleza para vengar la muerte de su padre, tiene que conseguir las pruebas sólidas para hacerlo. No cualquiera mata, y menos una personas que es tan pensante, conciente de todo; es muy difícil que mate. Sin embargo mata por arrebato, y después manda a matar. Ya no vuelve a sólo a reclamar venganza, dice, sino también como heredero.

La sensación de estado pletórico se refuerza. Irradia brillo al hablar de su Hamlet, Toscano. Como si su cuerpo quisiera explicar lo que supone que las palabras no podrán: algo del orden de las sensaciones indefinibles pero de perfecta transmisión si el artefacto encargado de hacerlo está en condiciones. Toscano es ese artefacto aunque sus palabras suenen raras.

-¿Por qué nunca se relaja?

-Porque Hamlet es la obra que más habla en la historia del teatro. El original tiene como siete horas y no sé si alguna vez se representó. Como dice Carlos: viene a la guerra de las palabras, a poner en su lugar con las palabras que está diciendo, a nombrar las cosas como son. Y además habla de todo. Desde las relaciones hasta la política, la naturaleza, entonces cuando empiezo la obra digo: ups, empecé, ¿llegaré al final? Es complicado.

-Este Hamlet surge de un taller de investigación.

-Sí. Y él me lo propuso hace diez años. Por circunstancias de trabajo abandonamos el trabajo, después lo retomamos, lo volvimos a abandonar y el año pasado él formó un grupo que estuviera dispuesto a experimentar, buscar, encontrar un Hamlet. Ese grupo que empezó a investigar sale ahora. Tenemos mucho investigado. Incluso a veces empiezan a surgir cosas que hemos abandonado. A lo mejor si cambiamos de lugar o él decide hacer en otro momento Hamlet la metamorfosis II, incorpora otras cosas que dejó en el camino.

-¿La idea siempre fue que Hamlet fuera mujer?

-Sí. Por suerte no lo hicimos hace diez años porque yo hoy soy otra actriz. Uno como actor cambia mucho, estoy mucho más curtida; he hecho otras obras que me han ayudado a ésta. Se dio ahora y me parece que es el mejor momento y el mejor momento para seguir desarrollando. La obra no es fácil, cada función es volver a recorrer a Hamlet, y volver a recordar. Por lo menos ponerse en el camino para que la obra esté viva. El tema de la actuación es bastante complicado, porque al principio uno no transita la obra y está todo como vivo, después empieza a transitarla y se empieza como a regodearse en algunas cosas que al espectador seguramente no le interesan, y pierde de contar la historia. Entonces por eso hay que estar muy atento.

-¿Regodear es mecanizar?

-Claro. Pero está en la propia naturaleza también eso. Por eso hay un director que dice: no che, escuchen, acá acuérdense que esto es lo que quiero contar. La mirada del afuera, de un director, para volver a estimular.

-¿Hay un placer en esa mecanización?

-Hay actores que empiezan a hacer chistes; no en Hamlet porque no se puede. O tener códigos que no son graciosos para el espectador. Es más, Hamlet lo dice, se lo dice a los actores: que los cómicos no den risotadas para que los espectadores se rían con ellos; es intolerable y demuestra la estúpida ambición de quien practica esos trucos. Y eso lo dijo en 1600. Creo que cada uno elige cómo quiere actuar. Por lo general, el tema de la repetición, es muy difícil; tener una conducta y mantener siempre vivo eso. A lo mejor en una escena puede no surgir y en otra aparece. Siempre hay que estar en el camino y atento. Y también el tema es que el cuerpo, a partir de un momento empieza a ir solo a hacer eso. Y eso es peligroso. Es como un músculo, uno que ya va solo. Hay que volver a hacerse preguntas sobre la obra y lo que está contando

-¿No es mejor que el cuerpo lo haga solo?

-Después de un tiempo es como hacer gimnasia, el músculo lo hace solo pero como que no hay registro, lo hace automático. Uno tiene que volver atrás porque el cuerpo por ejemplo va hacia los mismos lugares del escenario. Por un tiempo está bien, pero después no. Es complicado. Es un poco de atención y de estar conectado con la vida. El instrumento es uno y a veces viene cansado. Por eso por lo menos ponerse en el camino. A veces será maravilloso y otros trabajoso. Siempre está la posibilidad de que si empezás un poco desconcentrado, tenés la escena siguiente. Si no salió como uno pensaba y no se perdona, sale toda la función de boicot. Somos personas muy sensibles, los actores, vamos a decirlo. Si la primera frase no te salió , perdónate y seguí para la segunda.

Quién sabe si todos los actores, pero la sensación con Toscano es que sí, son gente sensible. Tal vez un poco más, o de una manera diferente al común. Váyase a saber cuánto de temor a no ser entendido hay en la dificultad para comunicar. Pero eso debería ser asunto de lingüistas, neurocientíficos o psicólogos, acaso, no de periodistas, dedicados a la simple combinación de términos que de manera más o menos agradable hagan entendible lo que, en este caso, alguien quiere decir.

-Dijo que menos mal lo de los diez años que pasaron de la propuesta hasta ahora. ¿Siempre el actor es crecimiento, cada trabajo suma, o hay alguno que puede restar?

-Salvo que la pases mal, trabajos que te resten, ninguno. Creo que todos van sumando y uno va buscando personajes que lo hagan desarrollarse y crecer. Tengo ese concepto. Si sabés buscar los personajes te van dando. La vida también. Tiene que ver con cómo vas cambiando en la vida, con una mirada diferente que tiene que ver con la madurez. Porque uno es uno, no existe otro instrumento: el alma, el cuerpo, la voz, el pensamiento que uno tenga en la vida, todo eso se ve en lo que uno elige actuar.

-¿Y cuando no hay esa posibilidad de elegir?

-He hecho un camino donde tengo la posibilidad de elegir, he hecho un esfuerzo. Cuando no es así creo que también uno es bendecido, porque uno está haciendo lo que elige, más allá de que te guste o no el trabajo concreto, el mensaje, uno está trabajando de lo que quiere ser, entonces tiene más posibilidades que si se pusiera un kiosco. Es difícil en el mundo trabajar de lo que uno sabe hacer. Uno debe seguir buscando personajes, o trabajos, o grupos como para poder llegar a elegir. Y pienso en toda mi carrera: hice cosas que no me gustaron para nada pero no sé hacer otra cosa, tuve la posibilidad de ganarme la plata con esto. En muchos trabajos no se puede hacer lo que se desea, pero si trabajás de lo que estudiaste, de lo que te gusta, es un privilegio. Hay que forzar ahí adentro para llegar al deseo máximo que se quiere.

-Y también al referirse al crecimiento decía que el actor crece en la vida. ¿Siempre es así?

-No. Incluso tenemos grandes rachas de no crecimiento. El ser humano puede cometer los mismos errores. Se ve que las cosas que se plasman de chico, adolescente, es muy difícil revertirlas. Pero tampoco todo el mundo necesita crecer. Parece que si uno tiene trabajo, puede pagar sus deudas, tiene una familia, como que está listo, es exitoso. Mucha gente está bien rodeándose de seres queridos, y ya. Si no siempre estamos diciendo por qué uno puede desarrollarse más que otro. El ser humano es increíble, y además tiene alma, y a eso no le damos bola.

-La idea del instrumento puede asociarse a lo musical, y siempre alguien lo afina como nadie, incluso mejor que el propio músico.

-Por lo general son los directores los que nos afinan. Uno tiene que confiar en los directores que tiene. Carlos nos afinó algunas casas muy bien, es un privilegio tenerlo. Pero si no el director que te toque, más allá de que uno tenga criterio:  es el que te está viendo de afuera, y uno tiene que saber qué está diciendo el de afuera. Qué es lo que está queriendo el otro, y qué es lo que uno le puede dar. El director que tengas en ese momento es el mejor, es el que lleva el barco; el que te toque, en cine, tele, teatro.

Y ahí se detiene. Sin puntos suspensivos. Y dice que la charla es rara. Ella la define muy técnica. Más acostumbrado a las palabras que al cuerpo que se vino de vestuario sencillo y a cara lavada, el periodista siente que lo raro es ella: siempre es raro encontrarse con alguien que parece en su eje.*