"Una Serie de Eventos Desafortunados", un show deliciosamente desventurado
La nueva serie de Netflix se estrenó el 13 de enero y tienen ese aire fresco y encantador que pide una segunda temporada.
Por Marina Wachtel
@setoffmarie
mwachtel@diarioveloz.com
"Si les interesan las historias con finales felices, entonces les convendrá ver otra cosa. Mi nombre es Lemony Snicket. Es mi deber solemne sacar a la luz la penosa historia de los niños Baudelaire, tal como sucedió hace muchos años. Pero ustedes, el público, no tienen tal obligación, y les aconsejaría a todos que se alejaran de inmediato y miraran algo más agradable. Esta historia será espantosa, lúgubre y calamitosa. Eso se debe a que no sucedieron muchas cosas felices en la vida de los Baudelaires".
De esta manera, el narrador de los sucesos, nos introduce en el primer capítulo de esta serie original de Netflix, basada en los trece libros de Daniel Handler, que escribió la mayor parte de esta primera temporada con esa fiel impronta melancólica que tiñe sus historias.
Todo comienza con Lemony Snicket (Patrick Warburton) advirtiendo a la audiencia de las terribles aventuras que vivirán los hermanos Baudelaire: Violet (Malina Weissman), Klaus (Louis Hynes) y Sunny (Presley Smith). Y así lo hará cada vez que avance el drama, de manera sarcástica, honesta y con un toque de piedad. Como narrador, Warburton es excepcional. Es el encargado de introducirnos en cada capítulo y de vez en cuando hace apariciones dentro de las escenas.
Mr. Poe (Todd Fremann) es un banquero con una tos interminable y les da la noticia a los Baudelaire de que han quedado huérfanos. A partir de ahí, Poe será el encargado de encontrarles un tutor a los hermanos que poseen una gran fortuna. Este es uno de los personajes sobresalientes, que vive siempre "dentro del horario bancario" y es inocente como lo es de despistado.
Los hermanos Baudelaire están llenos de valentía, curiosidad y resistencia. Tienen pasión por los libros y siempre encuentran soluciones que, aunque acarician la fantasía, toman ideas de algo tan real como los textos.
El pariente más cercano de los chicos y con el primero que van a vivir es el Conde Olaf, interpretado por Neil Patrick Harris, conocido por su personaje en How I Met Your Mother. Sabíamos que era un actor talentoso, pero en este papel merece que nos saquemos el sombrero. Es absolutamente histriónico, con su voz, su lenguaje corporal en la piel de cada una de las personas que interpreta. Él tiene un ojo en la fortuna de los Baudelaire y los perseguirá disfrazado de lo que te imagines y a donde sea para quedarse con el dinero.
"La cuestión es que no pueden apresurarse a sacar conclusiones. Se precipitan a pensar que un hombre ruin, que juró apoderarse de la fortuna de sus padres, participa de un ardid para apoderarse de la fortuna de sus padres". Oh Mr. Poe.
La serie está prácticamente en los hombros de los Baudelaire, que gracias a Netflix, pueden desplegar en detalle la historia. Dos capítulos de la temporada, representan un libro. En total, la primera temporada narra cuatro de los trece libros. Hagan las cuentas.
La música tiene ese toque audaz, entre parisino y perspicaz que acompaña muy bien las intrépidas aventuras de los tres hermanos. Esas notas astutas de acordeón son muy pegadizas.
Los sets de filmación son extraordinarios. Tienen esa esencia de Tim Burton pero mucho más pintoresca y real. Son divertidos y bizarros. Es como un choque entre blanco y negro del que salen algunos colores. Una colisión de contrastes muy amable a los ojos.
Con su toque de humor y sus momentos de alivio, la serie es un sueño en el que escapar de una trampa significa caer en otra. Donde la esperanza brota como algo eterno sólo para ser eternamente arrebatada. Es astuta e inteligente. Disfruté nombres como el "Lago Lacrimógeno", los inventos de Violet, el tío llamado "Montgomery Montgomery", las habilidades de Sunny con sus dientes o la tía Josephine que les tiene miedo a los agentes de bienes raíces. Y, entre muchas otras cosas, la aparición de Don Johnson. Hay que verla.