Una relación madura con EE.UU.
Se está a tiempo de llegar a una solución acordada en el incidente del avión, aunque no puede ser cualquier tiempo, sino dentro de un plazo razonable y de conformidad con las reglas diplomáticas.
Las relaciones de la Argentina con los Estados Unidos deberían ser normales, maduras, incluso amistosas. Son dos países que no tienen conflictos territoriales o comerciales ni están separados por hondas diferencias ideológicas o políticas sobre el porvenir de América latina y el mundo. Pueden tener puntos de vista y posiciones distintas sobre varios temas, pero es más lo que los une que lo que los separa.
La transición democrática en Latinoamérica, cuyo punto de arranque más fuerte se dio en nuestro país en 1983, borró las diferencias que en el pasado dividieron al continente, aunque subsistan varias controversias. Pero la vieja idea republicana y democrática, que alumbró las revoluciones independentistas de fines de siglo 18 y principios del siglo 20, campea por todo el horizonte americano, donde de modo constante surgen iniciativas y proyectos nuevos, como el Mercosur, tratados comerciales bilaterales o la conjunción de esfuerzos para combatir el narcotráfico y el terrorismo en todas sus versiones.
Por ello resulta anacrónica y contraproducente la situación planteada por la negativa o la demora del Gobierno argentino de devolver parte del cargamento que traía un avión de la Fuerza Aérea norteamericana, en el marco de un programa de entrenamiento especial para la Policía Federal argentina, para combatir, precisamente, el narcotráfico.
No se trata, entonces, de un avión estadounidense que invadió o entró en forma clandestina en el territorio argentino, sino que venía a cumplir un programa de colaboración acordado entre ambos gobiernos.
Y en este detalle reside el absurdo del problema planteado, que ha llevado al presidente Barack Obama a exigir la devolución del material militar secuestrado en el aeropuerto de Ezeiza. ¿Era necesario llegar a este extremo, el de enturbiar las relaciones por un incidente menor, que podría haber sido resuelto con rapidez por vías diplomáticas, por caso devolviendo el material que no estaba registrado en el acuerdo ni era parte del programa?
Se está a tiempo de llegar a una solución acordada, aunque no puede ser cualquier tiempo, sino un plazo razonable y de conformidad con las reglas de la diplomacia.
Obama, a la par de reclamar la devolución del material incautado y de calificar de "serio" el incidente, ha dicho con claridad que este episodio no va a afectar la excelente relación entre la Argentina y Estados Unidos, aunque en funcionarios de segundo grado de la administración norteamericana subsiste la desconfianza.
Falta la palabra, y sobre todo la decisión, del Gobierno argentino, que debe dejar de lado influencias de un vetusto y fracasado populismo –al estilo de Hugo Chávez– y actuar de manera responsable en la relación con el país más importante del mundo.