Una porción de mi “Buenos Aires querido” con fainá, birra y música
En las pizzerías porteñas se hornea lo que le pasa a la gente común: el trajín cotidiano, la forma de comer, de relacionarse y esos pequeños hechos de la vida diaria que conforman el "gran libro de la historia". Un repaso desde 1930 hasta hoy.
Entre 1930 y 1950 era usual ver en la ciudad a trabajadores apurados buscando un alimento sano y sabroso y, en ese sentido, las pizzerías tenían la solución para ellos.
El negocio proliferó porque por unos pocos centavos, estos hombres y mujeres que trabajan en el centro podían almorzar una porción de pizza con faina recién elaborada invirtiendo poco dinero y poco tiempo (que ya empezaba a escasear).
Las clásicas: Moscato, pizza y fainá
Las Cuartetas, por ejemplo, es una pizzería clásica de la calle Corrientes. Cuenta la leyenda que el nombre se debe a que en la década de 1930 el poeta del tango Alberto Vacarezza acostumbraba a sentarse en una mesa a escribir sus cuartetas y luego las colocaba sobre porciones de sopa inglesa.
Palabras mayores es hablar de Guerrín, otra pizzería icónica de la “calle que nunca duerme” fundada en 1932 (antes de que existiera el Obelisco) y que es testigo del paso del tiempo. Fue declarada Sitio de Interés Cultural por parte de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en 2011.
Y cómo no mencionar a Banchero.
Nació en La Boca, donde hornea sus pizzas desde 1932. A decir verdad, arrancó como la panadería del genovés Agostino Bancero establecida en la calle Olavarría en 1893.
Allí se inventó para la Argentina la fugazza rellena con queso -que no es más que una variación de la focaccia que existe desde siempre en la Toscana y Liguria.
Su hijo Juan creció en la pizzería que tiene sucursales en Av. Corrientes y en Pilar. También tuvo un local en Once pero cerró y en junio de 2019 abrió una sucursal en 6995 Colins Ave. Miami Beach.
Algunos de los comensales más célebres han sido el pintor Benito Quinquela Martín, Luis Sandrini y Tita Merello. Y, como dato color, vale resaltar que se la menciona en la película argentina “Pizza, birra, faso”
En el año 2002 Banchero fue declarado Sitio de Interés Cultural por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en virtud de sus aportes a la cocina argentina.
Recambio generacional
Uno de los patrimonios intangibles de una ciudad son sus olores, sus sabores y sus sonidos.
Respecto de esto último, el Boulevard de Caseros donde se encuentra la pizzería The Pizza OTL es escenario de la música house y disco a cargo del DJ residente Pablo Tellechea que ameniza los encuentros con sus vinilos.
Los tiempos han cambiado, ya no suena un tango de fondo pero, mas que nunca, se pone el acento en la dimensión simbólica y subjetiva de la experiencia gastronómica y el hecho de que no sólo importa lo que se come sino los sentidos y representaciones que se ingieren.
De todas maneras, hay una buena noticia para el paladar que poco entiende de “intangibles”, y es que se pueden disfrutar entradas mediterráneas, originales pizzas con toppings inspirados en la alta cocina y pastas artesanales de impronta italiana, acompañadas de una destacada coctelería de autor.
La pizzería está emplazada en un ecléctico espacio en el polo gastronómico de San Telmo (Av. Caseros 424) y es referente en pizzas de larga fermentación con harinas orgánicas y masa madre.
Por su parte, Hell’s Pizza, nos traslada a esa otra ciudad que creció junto con Buenos Aires: New York. Tiene un novedoso concepto que es la pizza “por slice” (por porción) de estilo neoyorkino, para acompañar con cervezas artesanales y coctelería clásica.
En sus locales se vibra el espíritu del Soho neoyorquino con sus aromas y su ambientación cargada de street art.
Tiene presencia en más de 30 puntos en CABA, GBA y el interior y predomina allí un público millennial. En todos sus locales, la ambientación remite a un estilo street-art moderno con llamativos graffitis, coloridos murales, luces de neón, pisos de cemento alisado, paredes de ladrillo a la vista y cieloraso de hormigón con lámparas colgantes de estilo industrial.
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