Una nueva oportunidad
La reunión que mantendrán Barack Obama y nuestra presidenta puede abrir una nueva etapa en la relación bilateral.
El anuncio de la reunión entre el presidente Barack Obama, de los Estados Unidos, y Cristina Kirchner, que tendrá lugar en los próximos días en el marco de la Cumbre del G-20, sugiere que la Argentina tiene una nueva oportunidad para mejorar la relación con el país del Norte que en los últimos ocho años ha estado lejos de ser la ideal.
Se trata de mantener una relación madura, con las coincidencias y disidencias del caso, pero estructurada sobre el espíritu de cooperación, cortesía y amistad propio de las relaciones diplomáticas normales. Seguramente habrá oportunidades en las que ambos países pueden trabajar codo a codo para un provecho recíproco. La reciente visita a nuestro país de Charles Bolden, el administrador de la NASA, así parece demostrarlo.
El 10 de junio pasado un cohete norteamericano Delta-II, de 40 metros de altura, puso en órbita un satélite argentino fabricado en Bariloche, con componentes de distintas nacionalidades. Hoy ese satélite, el SAC-D/Aquarius, orbita en torno a la Tierra brindando conocimiento en materia de niveles de salinidad, cambios de temperatura, cambio de circulación oceánica, alertas en materia de inundaciones o erupciones volcánicas. Hay que aplaudir, asimismo, la suscripción del convenio de cooperación bilateral con la NASA para la exploración satelital de la Tierra, realizado en ocasión de la visita del funcionario de la NASA ya nombrado.
En toda relación bilateral pesan tanto los encuentros como los desencuentros. Ambos ocurren en circunstancias normales. Más aún cuando un mundo en transición compleja sirve de escenario. Lo importante es que los desencuentros no oscurezcan las coincidencias. No tiene por qué ser necesariamente así. Un espíritu constante y abierto de cooperación seguramente ayudará a aumentar las oportunidades conjuntas de trabajo fecundo.
En el camino para mejorar significativamente la relación bilateral, parece necesario -si bien es cierto que la política interna y la política exterior siempre guardan relación- evitar que la última sea tenida por subalterna a las urgencias y coyunturas del ámbito de la política nacional.