Una interna con varias lecturas en la política
* Por Mariano Pérez de Eulate. Fuera del ámbito del Peronismo Federal, la pregunta circula insistentemente, a veces con candor, a veces con extrañeza: ¿Sirve para algo la elección interna por regiones que vienen llevando adelante Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá?
A priori, parece casi un divertimento, un partido menor, para actores que en el pasado han enfrentado peleas mucho mayores. O verdaderas peleas, si se tiene en cuenta que, para muchas fuentes del PJ, asistimos más a una puesta en escena que a un real duelo político.
Fuentes duhaldistas y puntanas coinciden en señalar los argumentos formales sobre los motivos de la interna que, recordemos, iba a contar con otros dos actores: Felipe Solá y Mario Das Neves. Pero el chubutense se bajó hace una semana, luego del escandalete por la imprecisa definición de las elecciones en su provincia, y el bonaerense -que públicamente dice que irá a la primaria de agosto- parece más bien enfocado en ver cómo sobrevive los dos años que le restan como diputado nacional. Aquellos argumentos hablan de la necesidad de ofrecer una muestra de "democratización interna" y de "movilizar" al militante desencantado con el kirchnerismo.
UNA MARATON POR REGIONES
Se ha fijado un cronograma para hacer comicios por regiones. Arrancó el domingo último, con el capítulo porteño que ganó Duhalde por muy poco. Sigue el domingo próximo, en Chaco, Formosa, Misiones y Entre Ríos; luego viene, el 17, Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Catamarca y Tucumán. Y enseguida se para el proceso hasta después de Semana Santa. El cronograma se retoma el 8 de mayo con Santa Fe y Córdoba, luego viene la Región Patagónica, más tarde Cuyo (¿alguien duda que allí ganará "El Alberto"?) y finalmente el broche de oro, la provincia de Buenos Aires, en dos jornadas, el 28 y 29 del mes que viene.
En rigor, en cada región se ponen en disputa congresales, a la vieja usanza del desaparecido Colegio Electoral, que luego se reunirán en un gran Congreso Nacional del PF y de allí saldrá, ungido por la mayoría, el postulante presidencial del espacio. Ese cónclave tiene fecha 4 de junio.
CAPITULO PORTEÑO
El arranque, se dijo, fue en Capital Federal. Se acusaron unos 34 mil votantes en esa ciudad de 4 millones de habitantes. Duhalde ganó por menos de 250 sufragios. Habrá que confiar en la palabra de los organizadores del comicio, en el que no hubo denuncias de fraude o manipulación de votos. Tampoco, digámoslo, se vieron muchas planillas certificando la convocatoria y ningún órgano que no sea adicto a Duhalde o al Alberto intervino en la elección para darle un pátina de seriedad al trámite. Vencedor y vencido actuaron como caballeros. Duhalde ganó por un pelito en un distrito donde nunca había podido festejar nada y el Alberto, apenas conocido más allá de los límites de su San Luis, logró el milagro de que unas "17 mil personas" dejaran sus quehaceres dominicales para respaldarlo en las urnas.
¿Pelean por la candidatura mayor del Peronismo Federal o pelean por ver quién de los dos termina coronándose jefe de ese espacio y, eventualmente, ponerlo al servicio de la postulación de Mauricio Macri? Porque, hay que decirlo, intramuros del díscolo PF se habla cada vez más insistentemente de la confluencia con el jefe de Gobierno porteño -aún muy abajo de Cristina Kirchner en las encuestas- como única vía para soñar con pelearle en serio el poder al oficialismo.
¿AYUDAS EXTRAS?
Duhalde, en cierta forma, se autorrecicla. Acaso porque compró el pedido de su séquito de erigirse como el arquitecto de una posible salida del kirchnerismo de la Casa Rosada (aquel "El que puso al loco, que se lleve al loco", en alusión al fallecido Néstor Kirchner). Dicen las malas lenguas que recurrió a sus amigos macristas para asegurarse el triunfo porteño del domingo último. Hablamos, según esas fuentes, del legislador Cristian Ritondo o del ministro de Espacio Público, Diego Santilli, ambos de histórica buena relación con él y supuestos dueños de cierto poder de movilización de aparatos políticos de raigambre barrial.
La sospecha es abonada por la gente de Rodríguez Saá, en una notable sobreactuación de la derrota. Igual, los duhaldistas se encargaron de esparcir el rumor de que el Alberto no es inocente y habría recurrido a los favores de parte del aparato kirchnerista porteño, que es la oposición local al macrismo que habría ayudado a Duhalde.
Volvamos a la tesis oficiosa que ubica al duhaldismo como el impulsor justicialista de la candidatura presidencial de Macri. Si fuese cierta, Duhalde bien podría verse como el único hombre que le puede asegurar al jefe porteño los favores del peronismo y eventualmente una interlocución válida con el sindicalismo más ortodoxo que, por cierto, desprecia Macri.
El razonamiento anterior se escucha, en efecto, muy cerca de Duhalde. Quién pensaría en su esposa Chiche, cuyo mandato como senadora nacional vence en diciembre próximo, como carta personal para incorporar a un acuerdo de candidaturas con el macrismo. En verdad, aún faltan varias semanas para las definiciones fuertes. Lo dicho: antes Duhalde debería ganarle la interna por regiones a Rodríguez Saá. Salvo en la provincia de Buenos Aires, donde el de Lomas de Zamora tiene su fuerte, y en el caso de la zona cuyana, donde se fortalece el puntano, los voceros del Peronismo Federal auguran resultados parejos en casi todas las regiones. Es que, entre caballeros, no es conveniente hablar de palizas.