Una historia de película: los secretos del Gigoló que estafó a mujeres y evitó la cárcel
Javier Bazterrica se hizo pasar por polista e inventó una vida paralela para seducir y embaucar y entre varias mujeres, a la hermana de Flavio Mendoza.
Parece un personaje surgido en la factoría Capusotto, pero es real. El Gigoló Javier Bazterrica vive en otra dimensión, hasta parece parodiarse a sí mismo. Ya no picotea programas de chimentos como hace unos años, pero se mantiene vigente en las redes y alimenta a sus miles de seguidores con videos en los que se ufana de sus virtudes como DJ, barman, o celebrity que hace presencias aquí, allá y en todas partes.
El Gigoló saltó a una fugaz fama mediática en 2015, cuando la hermana del coreógrafo y productor teatral Flavio Mendoza, lo denunció penalmente por estafa, por la suma de 5.000 dólares que Bazterrica le habría dicho de invertir en la Bolsa.
Luego de conocido ese caso, se supo que Bazterrica también tenía una denuncia de 2013 realizada por María Fernanda Vergara, una joven rosarina que lo señaló como presunto estafador y lo acusó de robarle 82 mil pesos. E inmediatamente después se sucedieron otros cinco episodios, todos por estafa.
Las causas se unificaron y se especuló que la pena que podría caberle es más de 15 años de cárcel, "pero nadie va adentro tanto tiempo por estafas en la Argentina", le dijo a Clarín un abogado muy mediático. "Sí podría haber sido condenado a prisión efectiva cuatro, cinco y hasta seis años. Sin embargo, negociamos con el fiscal y con la querella para firmar un juicio abreviado condenándolo a 3 años en suspenso", hace saber Gastón Marano, abogado de Bazterrica.
"Fue una tarea de ingeniería judicial monumental, es épico que no haya quedado preso, realmente no había casi chances", grafica su defensor. Fernando Burlando, abogado de Adriana Mendoza, le respondió a Clarín: "Aspirábamos a un poco más, pretendíamos una condena de cumplimiento efectivo. Creo que 3 años en suspenso no termina siendo una solución salomónica, sino una condena que castiga a la mujer. En el terreno de los merecimientos, o mejor dicho de la Justicia, Bazterrica debió haber tenido una condena mayor".
Lo cierto es que el Gigoló camina al borde del precipicio, dado que "cualquier mínimo ilícito iría preso, ya que se activarían todos sus antecedentes. Yo le advertí que está caminando por la cornisa y él lo sabe, se va a cuidar", afirma Marano, que dejó de representarlo. "Yo cumplí con lo que me pidió, que fue dejarlo en libertad, una tarea casi imposible".
Clarín intentó hablar con Bazterrica en reiteradas oportunidades. Hubo varios cruces de mensajes. Primero tuvo temor de hablar, luego pareció acceder a una entrevista e hizo promesas de encuentros que se reprogramaron sin un final feliz. Hubo hasta un plantón. La conclusión fue que el buscado diálogo con el protagonista de esta nota no iba a ser posible.
¿Pero quién es el Gigoló? ¿Qué se sabe verdaderamente de él? "Muy poco de su vida privada, es una incógnita. Tiene una personalidad insondable, pero a la vez un condimento que atrapa, que genera atención y tensión en los boliches", dice Jordan Gadea, un fotógrafo que recorre los bares nocturnos de la zona Oeste. "Me lo crucé varias veces al pibe, siempre fue respetuoso conmigo, tiene un perfil muy alto, está súper arriba y se la re cree, entonces todo el mundo se quiere sacar una foto con él".
"Su papá murió, su mamá y un hermano viven en España, y otra hermana que está en Buenos Aires no tiene relación. La familia se avivó y le bajó la bajó la persiana hace rato", contó una de las víctimas más conocidas.
Ante la consulta a esta víctima directa sobre si pudo encontrarse con Bazterrica para exigirle una explicación, la respuesta fue lapidaria: "¿Qué explicaciones se le pide a alguien que transgrede la ley? Por lo menos, con la condena quedó claro que es un delincuente y que este tipo de delitos hay que denunciarlos. No hay que sentir vergüenza".
Un abogado que se cruzó varias veces con el Gigoló en los estudios de televisión lo radiografió sin vacilar: "No un delincuente peligroso... Sí tiene un personalidad compleja, con poca empatía, nada inteligente... y se cree el ombligo del mundo".
Para Natalia Helmich, psicóloga y docente en la UBA, hay que remarcar "la exageración del yo del Gigoló, ya que psicopatológicamente hablando él representa la capacidad de transgredir, la intencionalidad de engañar al otro. Hay una clara falta de empatía, una manifiesta dificultad para ligarse afectivamente y se advierte la carencia de remordimiento y una falta de conciencia de la enfermedad".
"Por sus características de personalidad -completa Helmich en una charla con Clarín-, a él le corresponde lo que antes se conocía como sociopatía o psicopatía, y hoy se conoce como trastorno antisocial de la personalidad".
Ha hecho unas cuantas presencias en Valentino's Beer, un conocido bar en San Miguel. Dante, uno de los encargados del boliche, lo conoce mucho y le sacó la ficha a Bazterrica. "El chabón es un mediático en decadencia, pero todavía le alcanza para mandarse la parte. Él se da aires de ser un dios, pero no tiene dónde caerse muerto, no tiene una moneda".
Dante da fe de lo que dice porque él mismo lo contrataba, también, para barman. "Prepara buenos tragos, llama la atención de los clientes, pero también se come muchas puteadas por lo que dicen que hizo... Yo lo tuve como un rey, con morfi, chupi, putas,.. todo de arriba. Y se inventó una vida que no tiene, su vida es una mentira".
En su descripción, Dante revela que "paró en casa varias semanas, estaba tiradísimo, me dio mucha lástima. Y por lo que yo vi, tiene siempre la misma pilcha... dos pantalones, unas remeras y un par de botas, está pelado. Su personalidad cansa un poco, no le gusta laburar, es el típico que las quiere todas pero nunca tiene un mango".
Dejó de ser un habitué de Valentino's "cuando salió en las noticias que podía ir en cana. Entonces yo le dije que no viniera más, que su presencia podía resultar tóxica. No le gustó nada, se calentó conmigo y después no supe más de él. Pero yo debería ser el ofendido: le di casa, comida, laburo y una vida de alto nivel".
"Más de la mitad de lo que dice es verso", masculla Leo a secas, un amigo -luego se corrige: "un conocido de la noche"- suyo que tiene un local de calzados en Ramos Mejía. "Con él nunca haré un negocio. Un día me dijo que le pagara por adelantado por una nota que él iba a hacer en mi negocio. Decía que con él me iba a llenar de clientes. Quería que le diera dos mil pesos, pero al final me abrí, porque encima él se iba adjudicar la copropiedad del lugar. Un piola bárbaro... Es un flaco macanudo para bolichear, para conocer minas, pero no le dejo que me cuide ni a mi enemigo".
En el podio de sus mentiras públicas están que era polista y que pasaba varios meses al año en Dubai y Londres, que era agente de bolsa y que provenía de una familia acaudalada, dueña de una conocida clínica. También recurrió al nombre de Nazar Anchorena, con el que engañó a algunas de sus víctimas y más de una vez se mandó la parte de que formaba parte de la producción del ciclo televisivo "Bendita".
"De 'Bendita' nunca formó parte de la producción ni tampoco del panel, al Gigoló lo llamamos dos o tres veces para hacer bolos en algunos sketchs, uno sobre Luis Miguel y otro sobre Sandro. Eran parodias en las que él encarnaba a los manager que terminaban estafando. Pese al tono de esos roles, él siempre fue copado, no tiene problemas en jugar con ese perfil de vividor", repasan desde la producción del ciclo que conduce Beto Casella.
Desde la misma producción opinan que Bazterrica "es el típico chanta argentino, un personaje de la noche que tira fantasías y que todavía está aceptado, camina por el fleje y no llega a ser un Darthés". Como anécdota de su bizarrismo, recuerdan que "una vez me pidió el contacto de Beto (Casella) porque quería mandarle algunas camperas de cuero, diciendo que él era el dueño de uno de los locales de la calle Murillo (Villa Crespo). Le dije que me las mandara a mí, que desde la producción ejercíamos de intermediarios, y nunca trajo nada. Andá a saber en qué negocio estaría...".
"Yo lo tuve en mi bar algunas veces como presencia y el pibe si bien producía movimiento, no caía muy bien en el público, en el cliente, que lo puteaba, sobre todo las mujeres, por las estafas que lo hicieron mediático. Entonces el clima no estaba bueno, porque si bien el Gigoló no respondía, tampoco daba para mantenerlo", repasa Manuel Morello, el dueño de La Luna, el bar de Pinamar.
Sobre su vínculo personal, Morello dice que "los dos entendíamos que nos servía, pero costaba sus mangos, porque comía, tomaba alcohol del bueno y lo teníamos como un VIP, pero nunca le creí nada de lo que me contaba. Un pibe fabulero, que vive en otra realidad, la realidad de la criatura que construyó".
Esa realidad que lo depositó en la cresta de una ola pasajera, siendo contratado, en 2016, para ser la cara de una publicidad de Credipaz, empresa de créditos personales y préstamos en efectivo, cuyo eslogan decía: "El que paga la última cuota...es un boludo. La última cuota del crédito la pagamos nosotros".
Bazterrica aparecía con su clásico look (botas, pantalón blanco y chomba) manipulando fajos de dinero, arrojándolos al aire, pronunciando su célebre frase "All the Night". La compañía, en su momento, había explicado que la contratación del Gigoló se debía al "objetivo de afianzar la relación con nuevos y potenciales clientes y fidelizar a los ya existentes, con una nueva y atractiva promoción".
La génesis del aviso partió de la agencia Dale! y Joaquín Gómez, uno de sus directores creativos, recuerda que "la elección del Gigoló fue un mero recurso que potenciaba la idea y el concepto de la campaña, que hacía foco en que quien paga la última cuota no entiende nada, es un gil... Pensamos en quién podría generar impacto con ese punch y se nos ocurrió que, en ese momento -subraya-, el personaje que mejor lo representaba era Javier Bazterrica. ¿Por qué? Porque él creía que se las sabía todas".
Gómez puntualiza que "el comercial funcionó muy bien y al día de hoy todavía se recuerda, más allá de las controversias que generó", hace memoria el director de Dale!, quien afirma que desconocía la situación legal de Bazterrica. "Realmente no estaba al tanto, hasta imaginé que se había banalizado demasiado el tema, que nada estaba probado y que tenía mucho de prensa amarilla atrás". Y deja en claro que "hoy no lo volveríamos a contratar".
¿Fue siempre así Bazterrica? Es decir, ¿su comportamiento y personalidad ya venían desde su juventud? "Era un pibe poco agradable en el colegio", hace memoria Santiago, un ex compañero del Colegio Mitre, de Recoleta, que lo recuerda en las redes sociales. "Ya en esa época él seducía mujeres basándose en la mentira. Recuerdo que había una chica que le gustaba mucho y él le decía a ella que su mamá tenia cáncer terminal para llamar la atención, basándose en la lástima".
Cuenta Santiago: "Todos en la división pensábamos que Mandril -así lo llamaban al Gigoló- tenía un problema patológico. Personalmente estaba convencido de que sufría de mitomanía. Cada vez que abría la boca, decía cosas de las más absurdas". ¿Alguna en especial? "Que su padre era amigo íntimo de Michael Jackson y que su familia tenía una mansión en Beverly Hills. No eran mentiras típicas de un adolescente, para él todo era muy en serio".
"Grasa, torpe y ridículo, sin estilo ni educación", enumera su ex compañero del Mitre. "Lo que sí tenía era que nunca tuvo pudor ni vergüenza. Su caradurez fue de clase mundial, característica que lo ayudó en su carrera de delincuente y esa falta de vergüenza y moralidad lo convirtió en una pseudo-celebridad".
¿Es consciente Bazterrica de sus actos, de sus dichos? Médico psiquiatra de la Universidad de París XII, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina, Juan Eduardo Tesone lo describe como "un vendedor de ilusiones, que se presenta bajo el disfraz de una persona atenta, sensible, cuidadosa, máscara polifacética que va cambiando en función de la personalidad de la mujer que se propone embaucar".
Señala Tesone que alguien como Bazterrica "es hábil para detectar las personas que manifiestan cierta fragilidad psíquica y ansiosas de encontrar a su príncipe azul. Se produce un encuentro adictivo entre una personalidad en búsqueda ansiosa de afecto y un prestidigitador que regala inicialmente espejismos prometedores".
Tesone concluye que "la personalidad de alguien como el Gigoló genera una relación de perversidad en la cual el otro no cuenta como persona, sino que es utilizado como utensilio intercambiable para lograr sus propósitos patrimoniales desprovistos de afecto".
¿Podría Bazterrica sentir culpa o remordimiento por sus actos? "No tiene memoria a corto plazo, no registra nada ni a nadie, su vida es el presente constante", dice convencido un hombre que lo conoció en su peor momento, en la única vez que sintió miedo: cuando estuvo muy cerca de ir a la cárcel.
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