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Una familia vuelve al año 1986

Nada de celulares, videojuegos ni Internet. Un padre quiso hacer un "experimento social" preocupado por la falta de interacción social de sus hijos.

En Guelph, Canadá, una familia decidió no usar la tecnología post-1986 durante todo un año, como parte de un experimento social.

Todo empezó el año pasado cuando Blair McMillan le preguntó a su hijo de 5 años si quería salir a jugar, y se dio cuenta de que incluso en un hermoso día de verano él prefirió quedarse dentro de la casa para divertirse con videojuegos en un iPad. Blair comenzó a pensar en su infancia y cómo los jóvenes de hoy eran tan dependientes de la tecnología moderna: computadoras, celulares e Internet.

Este padre de 26 años habló con adolescentes y jóvenes, la mayoría de los cuales no podían siquiera imaginar sus vidas sin todos los gadgets que usaban, y comenzó a cuestionar a los anuncios públicos que alentaban a los padres a lograr que sus hijos hagan algo fuera de casa al menos durante 30 minutos por día.

Recordaba que cuando él era chico, era casi imposible mantener a los niños sentados tranquilamente en la casa por media hora. Y eso lo impactó: ¿qué pasaría si volviera al pasado y le diera a sus propios hijos la posibilidad de disfrutar cómo era la vida en ese entonces? Desde abril pasado, los McMillan abandonaron toda la tecnología moderna, y volvieron a 1986 (el año en que nació Blair), con sus cintas de casetes y, lo más importante, la interacción social real, no virtual.

No tienen Internet o canales de noticias en su casa. En cambio poseen una tele de los 80 encastrada en un gabinete de madera y un reproductor de casetes que pasa canciones viejas. Tiraron sus celulares, envían cartas en lugar de e-mails y van a la casa de las personas en lugar de seguirlas en Facebook. No usan GPS sino mapas.

Rechazar todos los gadgets modernos no les fue fácil, y les resultaba difícil acostumbrase a no recibir mensajes de texto o llamadas al celular. La cuestión es que Blair llegó a poner en la puerta de su casa una cajita para que las personas que lo visitaran, dejaran allí sus celulares antes de entrar.

Para hacer que la experiencia sea aún más real, Blair se viste como lo hacían los jóvenes de los 80. Y no se arrepiente de ello.