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Una economía cada vez más aislada

La sustitución de importaciones y la restricción de exportaciones alejan cada vez más a nuestro país del mundo.

Desde mediados del año pasado no cesan de aplicarse medidas restrictivas del comercio exterior, a las que se atribuyen beneficios diversos que no tienen ningún fundamento en la realidad. Se iniciaron con decisiones personales del secretario de Comercio, Guillermo Moreno, quien dispuso que supermercados y firmas importadoras debían evitar la importación de alimentos, productos textiles y otros bienes producidos en nuestro país.

A su vez, Moreno procuraba que las compras en el exterior fueran compensadas por ventas de producciones nacionales. Esto produjo una inmediata reacción en las principales naciones proveedoras de aquellos bienes, como China, que dispuso la suspensión de sus importantísimas compras de aceite de soja, y la Unión Europea. Brasil, por su parte, comenzó a demorar el ingreso de exportaciones argentinas en la frontera.

El problema ha recrudecido, ahora en el seno del Ministerio de Industria con la creciente sanción de resoluciones que imponen la tramitación de licencias de importación no automáticas, un instrumento válido internacionalmente en la medida en que su aprobación no implique restricciones comerciales y cuya tramitación no supere los 60 días, plazo que en los hechos suele excederse largamente.

Una idea de la magnitud alcanzada por esas licencias lo da la cantidad y el valor de los bienes involucrados. Su número excede los 600 y su valor representa el 20 por ciento de las importaciones de 2010.

Una comprobación de la importancia de lo expuesto se refiere a la importación de maquinaria agrícola, cuyas solicitudes de las licencias mencionadas no eran respondidas desde enero último y comenzaron a responderse hace pocos días.

Se trata de tractores, sembradoras, pulverizadoras y otras máquinas procedentes, en su mayor parte, de Brasil, Estados Unidos y Europa, cuyos inventarios para la venta están en curso de agotarse. El hecho significa una nueva agresión al campo, que queda expuesto a aumentos de precios de su equipamiento con impacto en los costos de producción y dificultades en la reposición de la actual maquinaria por otra de mejor rendimiento.

La sustitución de importaciones, tan valorada y utilizada por "el modelo" oficial, es una vetusta herramienta de política económica, impulsora de los precios y, por lo tanto, de inflación, a la que se suma el retraso tecnológico.

Se complementan las citadas licencias con los llamados "valores criterio" que no deben exceder las importaciones, o también mediante casos de supuesto dumping. En otros casos se utiliza el restrictivo canal rojo de la Aduana. También llama la atención la insistencia en aplicar el sistema de intercambio compensado, una herramienta propia de la economía soviética, en desuso en todo el mundo.

El énfasis puesto en la restricción de las importaciones no sólo se sustenta en imaginarios beneficios como la atracción de inversiones o el aumento del empleo. Ocurre ahora que, por la fuerza de las importaciones, viene ocurriendo una marcada y persistente reducción del saldo positivo de la balanza comercial.

Para peor, el "modelo" viene restringiendo las exportaciones por medio de prohibiciones, cuotas y formidables impuestos, que alcanzan su cima con las ventas de soja, a las cuales se les resta el 35 por ciento.

El resultado de tanto intervencionismo no puede ser otro que el correspondiente aislamiento del mundo, el aumento de la corrupción y la introducción de desequilibrios, como el que exhibe la balanza comercial.