Política
Una caída que parece no tener fin
Hasta en esto es diferente a otros presidentes que dejaron el poder, y la causa que más puede complicar a Alberto Fernández no es solo por corrupción, está acusado de haber golpeado y hostigado a su ex pareja.
Hasta hace unos días, a Alberto Fernández solo lo preocupaba una acusación por corrupción, por los manejos irregulares con los contratos de seguros del Estado y la sospecha de jugosas comisiones para intermediarios, uno de los cuales es el marido de su secretaria. Intentó apartar sin éxito de ese expediente al juez Julián Ercolini, al que considera un enemigo. Es bueno recordar que el magistrado es uno de los que fue a Lago Escondido con todos los gastos pagos por el Grupo Clarín. Fernández, insiste que nunca cometió un acto de corrupción y que iba a demostrarlo. Pero esta semana, el escenario judicial cambió: quedó imputado por los delitos de lesiones contra su ex pareja, quien lo acusa de haberla golpeado, maltratado y hostigado. Se difundieron una serie de chats y fotos que lo comprometen seriamente. El viernes por la noche también se ordenó el allanamiento al departamento de Puerto Madero en el que vive: se llevaron 22 pendrives, dos teléfonos, un iPad y 2 memorias. La sospecha es que siguió hostigando a Fabiola luego de que se le prohibiera comunicarse o tener algún contacto con ella, en el marco de esta investigación
A fines de febrero, Alberto Fernández quedó formalmente imputado en la causa que investiga el escándalo por la trama de contrataciones por parte del Estado nacional a Nación Seguros, en donde habrían actuado intermediarios y empresas privadas. La denuncia habla de delitos de violación a los deberes de funcionario y abuso de autoridad y malversación de caudales públicos. En ese primer impulso, el Ministerio Público también imputó al ex titular de Nación Seguros SA, Alberto Pagliano, y Héctor Martínez Sosa, el marido de una de sus históricas secretarias privadas de Alberto Fernández, María Cantero. En la causa se ordenaron distintas medidas de prueba, allanamientos y secuestros de teléfonos. Y justo en el teléfono de María Cantero, se encontraron mensajes que le habría enviado Fabiola, dando cuenta de diálogos con Fernández y fotos en donde se veía a la primera dama con un ojo en compota y moretones en el brazo. Los diálogos habrían tenido lugar entre julio y agosto de 2021, justo cuando se habría conocido el escándalo de la fiesta de Olivos, sucedida un año antes en plena pandemia y aislamiento.
El martes pasado, tras la publicación en el diario Clarín sobre la existencia de las sospechas por violencia de género y con enorme repercusión mediática, Fabiola se volvió a comunicar con el juzgado. “No aguanto más, quiero hacer la denuncia”, le dijo al juez. Durante 40 minutos, vía zoom, Fabiola afirmó estar sufriendo “terrorismo psicológico” y “acoso telefónico” para que no lo denunciara. En ese contexto, el juez dictó una serie de medidas cautelares: le prohibió al ex presidente “todo tipo de contacto físico, telefónico -por línea fija y/o celular-, por correo electrónico, sistema de mensajería de texto y/o voz a través de cualquier plataforma, por vía de terceras personas y/o por cualquier otro medio que signifique intromisión injustificada con relación a la persona nombrada”. Le prohibió la salida del país y le planteó al Ministerio de Seguridad reforzar la custodia de Fabiola. Aunque viven en continentes distintos, la orden incluye una prohibición de no acercarse a Fabiola en un radio de 500 metros.
Es muy prematuro evaluar el castigo al ex presidente, ya que todavía ni siquiera declaró la víctima. Para el delito de lesiones leves agravadas en un contexto de violencia de género, la pena sería de seis meses a dos años de prisión. Depende de cuándo sucedieron, el hecho podría estar prescripto, salvo que se evalúe si influyó en ese contexto su condición de presidente, con lo cual el plazo de prescripción podrían interrumpirse por ser funcionario público. El hostigamiento no es un delito contemplado en el código penal, sino una contravención. Pero el caso se encuadra bajo la figura de amenazas o coacción que, en un escenario de violencia de género y lesiones, podrían elevar una posible pena a entre cuatro y seis años.
Lo concreto es que los hechos, si sucedieron en el contexto y la forma en que relata Fabiola, ya que hay fuentes cercanas a Fernández, que me contaron que tanto el hombre como la dama, tienen serios problemas de consumo y abuso de alcohol y que las lesiones de la mujer se dieron después que ella rodara por una escalera de la residencia de Olivos, totalmente alcoholizada. Con respecto al agravamiento de la acusación, por su condición de Primer Mandatario al momento de la pelea, lo veo difícil que prospere. Un amigo cercano a Fernández me conto que un abogado pidió un millón de dólares de honorarios, a lo que Alberto contesto que toda la pelea con la mujer, es `por no ponerse de acuerdo en la cifra de compensación económica, según mi amigo, la señora, pretende tres millones y el ofrece uno, la pelea de fondo es por PLATA…
Dios sabrá que pasó, pero en semejante embrollo de una pareja despareja y con un hombre que por lo visto solo uso el cargo para sentirse un supermacho, sólo me resta concluir que es un hombre muy pobre…
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