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Un viaje a la muerte blanca (I)

Algunos capomafias europeos tuvieron problemas con la justicia, se radicaron en Sudamérica donde recibían la droga y con sus secuaces, la exportaban hacia los países del norte.

A veces Rojas solía llegarse hasta mi departamento en el centro de Quilmes, tomar un café y contarme algunas cosas de las memorias que estaba escribiendo.

Aquella tarde de otoño, mientras revolvía el azúcar miró el pocillo y comenzó a hablar como si en el aquella bebida caliente encontrarse las borras del pasado. Sus ojos claros, su mirada siempre inquieta  se había detenido por un instante, bajó los párpados y comenzó a hablar con esa forma tan concisa cuando contaba cosas insólitas, casi brillante cuando resaltaba los acontecimientos pero siempre amena y entradora.

Por el 70 la droga era otra cosa. Quizás porque este lugar era casi solo de tránsito más que de adictos. El hampa del narcotráfico, como se dice hoy, se podía iniciar con el cultivo de amapola en Birmania, en Laos, inclusive en algunas regiones de Turquía donde la denominaba "la adormidera" el vegetal se hacía pasta.

Revoluciones, guerras, conquistas, usurpaciones, todo para lograr el control de ese cultivo. La pasta base se trasladaba a Marsella en Francia y a otros lugares de Europa. Se la procesaba y se obtenía morfina. Destilada la morfina se lograba la heroína, un polvo blanco muy parecido o similar a la cocaína. En Francia a esta organización delictiva se la conocía como "la conexión marsellesa".

Había un padrino que no estaba identificado, solo se sabía su seudónimo Mario Déniz, éste contaba con varios capomafias que con sus lugartenientes se encargaban de controlar el tráfico de la droga por Europa, Estados Unidos y Canadá, grandes potencias consumidoras de su nefasto producto.

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Algunos de estos capomafias que tuvieron problemas con la justicia europea se habían radicado en Sudamérica donde recibían la droga por distintos medios y con sus secuaces, preferentemente franceses o italianos, exportaban la heroína hacia esos países del norte.

Entre los jefes mafiosos que se suponía estaban en la Argentina para Interpol figuraban Lucier SartÍ, François Chiappe y Renzo Rogal, a quienes yo había detenido en una oportunidad en la investigación de robos de automotores ignorando por ese entonces en que "submundo" se manejaban realmente, pese a que a Meneses cuando los detuvo por supuestos autores del asalto al Banco Nación de Boedo , al negar su autoría en el hecho le confesaron como atenuante que andaban en la droga pesada y nadie les dio importancia.

La mayoría de jefes de estas mafias vivían ocultos detrás de una vidriera como  buenos inmigrantes, excelentes vecinos de clase media alta, dueños de peleterías, restaurantes, casas de alta costura, joyerías de primer nivel, casas de cambio, playas de estacionamiento, etcétera.

 

Tuvimos la suerte de desbaratar varias organizaciones de franceses e italianos pero el caso más importante fue el de la Operación Nieve.

Defraudaciones, Estafas y Toxicomanía habían intervenido en conjunto en el famoso caso de robo de cuadros, lavado y comercialización de cheques en dólares, donde una organización delictiva chilena pasaba cocaína pura en el interior de los marcos de dichos cuadros. De dicha investigación derivó reunir datos y antecedentes de las mafias extranjeras que podrían estar operando en el país.

Se había desbaratado la Organización Internacional  "La Petra Forte" y  teníamos conocimiento que algunos de sus integrantes vivían en Buenos Aires.

 

De la inteligencia desarrollada por avezados peritos en la materia se supo que se había organizado en reemplazo de "La Petra Forte" una nueva organización dirigida por François Chiappe  alias "El Corso", Felipe César Melchiori, Miguel Russo y Lucien Sartí.

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Fotografías con teleobjetivos, cálculos de desplazamientos, seguimiento de personas permitieron incorporar al grupo a Juan Burg alias "Popi". El estudio de los prontuarios se agregaron  a Rosa Melchiori alias "La gallega" y a Esteban Néstor Melchiori alias "Chucho" , esposa y hermano de Felipe César Merchiori y  otros.

En un gran operativo se cerró el cerco hasta que llegó la hora señalada.

El martes 29 de agosto los pesquisantes  observaron la marcha del "Popi", en su flamante automóvil hacia Ezeiza. Se desvió hacia Montegrande y allí bajó y penetró en una carnicería. Los policías a distancia y con prismáticos de alto poder pudieron observar que el "carnicero" que atendía a "Popi" era ni más ni menos que el conocido delincuente Juan Alberto Franulich.

 

"Popi" conversó con él y luego salieron del negocio llevando dos bultos que colocó en el baúl del auto. Al rato llegó otro automóvil, sacando el conductor otros dos bultos que pasaron también al baúl. Enseguida se separaron y los policías también lo hicieron para poder seguir a los tres sospechosos.

"Popi" volvió al barrio de Belgrano donde acompañado por su concubina Margarita Palermo de Muller y la madre de ésta llevaron las cajas al departamento F2, piso 5º de Vidal 1886.

Franulich salió de la carnicería y se dirigió a su lujosa residencia de Lavalle 868, de Montegrande, que nada tenía que ver con el humilde local de su comercio. Pero el tercer seguimiento fue el más fructífero. El automóvil marchó lentamente hasta  Estanislao del Campo 153 de Esteban Echeverría.

Mientras el personal policial que lo seguía ya conocía la identidad del sospechoso por haber requerido la pertenencia del rodado que conducía.

El tercer hombre era Esteban García, empleado de la firma Marriot, especializada en comidas para provisión de empresas de aviación. García transportaba a Ezeiza esa mercadería y entraba a la pista por los accesos auxiliares, llegando sin ningún control ni dificultad a los vedados lugares de los hangares de mantenimiento.

Con todas las  piezas sobre el tablero comenzaron los allanamientos, interesando a cada minuto de la investigación y acontecimientos al Juez Álvarez Prado.

 

"Popi", su amante y su "suegra" fueron detenidos en el departamento de la calle Vidal y ante la presencia del secretario del Juzgado, Dr. Falco se secuestraron en bolsas triples de plástico transparente, cerradas al vació 46 kilogramos de cocaína pura.

Felipe César Melchiori, según Burg, resultaba el representante  en Buenos aires de la más grande red internacional de narcotraficantes, siendo el sucesor desde el año anterior de Joseph Caramian, condenado en Estados Unidos a 18 años, sus lugartenientes eran Russo, Chiappe y Sartis, estos dos últimos capitalizaban las operaciones.

La Organización había logrado controlar al personal de mantenimiento de las aeronaves que volaban entre Francia, Orly y Buenos Aires, retirando 64 bultos del fuselaje donde iría lo secuestrado. En Orly el mecánico Henry Chichel colocaba los cajones y en Buenos Aires su igual Alberto Cabreja los retiraba y entregaba a García, mientras el empleado de despacho en hangares Francisco Di Natali vigilaba las cosas para que no hubiese problemas.

Mediante maniobras similares la droga era enviada a Miami, para lo cual se esperaba que una aeronave con ese destino entrara a mantenimiento.

Diversas diligencias permitieron establecer que Chiappe estaba viviendo oculto  en un fastuoso chalet, en La Falda; Córdoba.

A Chiappe una comisión a cargo del principal Mario Fernández "as" de Investigaciones por esos tiempos, logra ubicarlo y detenerlo, junto a Noel Diarc otro peligroso miembro de la siniestra organización y la amante del "Corso" María Nadal, por supuesto en el lugar no había drogas, los padrinos y los capomafias están siempre a muchos kilómetros de ella, pero se le secuestra a Chiappe un rifle calibre 44-40 que tendría luego mucha importancia en la historia de su vida.

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Pero los investigadores nos quedamos con un gusto amargo en la boca. Un vecino dijo que había recibido un llamado telefónico de Buenos Aires, al cual no dio importancia, alguien le dijo que avisara al dueño del chalet que "tenía la viruela", entonces supimos que teníamos un soplón en la familia, un policía traidor.

Continuará...