Un satélite para la paz
El lanzamiento y puesta en órbita del satélite SACD fue un éxito fundado en la larga y fecunda tradición aeroespacial argentina. Su aporte para prevenir catástrofes puede resultar decisivo.
En la continuidad de lo mejor de la tradición de la industria aeroespacial y aeronáutica argentina –que se remonta a varias décadas atrás y tuvo su centro en Córdoba y alrededores–, el mundo asistió hace pocas horas al lanzamiento del satélite SAC-D, de fabricación argentina. Fue puesto en órbita por un cohete de la Administración Nacional del Espacio de los Estados Unidos (Nasa), desde la base Vandenberg, en California.
Este acontecimiento científico-tecnológico fue presenciado por especialistas e invitados especiales a la base aérea y, en sendas videoconferencias, por la presidenta Cristina Fernández y técnicos y profesionales de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), en Falda del Carmen, Córdoba.
En ese mismo lugar se proyectó y ejecutó hace más de 30 años el misil Cóndor, pero el proyecto se anuló y la fábrica fue desmantelada por el entonces presidente Carlos Menem, al aceptar presiones de Estados Unidos y Europa para evitar una carrera armamentista en América latina y que la tecnología cayera en manos indebidas.
Pero el SAC-D Aquarius es un satélite para la paz y ha sido diseñado y construido con la colaboración de varios países; es decir, se trata de un proyecto internacional.
Es, en síntesis, un observatorio espacial que ayudará a explicar los vínculos entre la salinidad de los océanos y catástrofes naturales como las que últimamente afectaron a varios países del mundo.
Tiene ocho instrumentos, entre ellos el Aquarius, construido por la Nasa. Los siete restantes servirán para medir la humedad, la temperatura de los suelos, la cobertura de nieve y la iluminación nocturna, entre otras variables.
Cinco de los instrumentos son de fabricación argentina, al igual que los paneles solares, todos ensamblados por técnicos nacionales.
El satélite fue hecho en Bariloche, que es otro de los centros importantes de la industria aeroespacial argentina, aunque la planta principal es la de Falda del Carmen.
Vale la pena insistir en dos puntos que distinguen este proyecto, así como otros que se encuentran en pleno desarrollo. Uno de ellos apunta a que el SAC-D Aquarius es un satélite para la paz, no para la guerra, y que puede hacer contribuciones muy importantes para prevenir e incluso evitar catástrofes.
El otro punto es que este satélite se entronca con una muy larga tradición argentina, que es desarrollar instrumentos para mejorar la actividad del hombre y no para alentar enfrentamientos bélicos.
Desde hace varias décadas, nuestro país ocupa un lugar muy importante en el mundo en materia de industria aeronáutica y aeroespacial, y Córdoba se enorgullece de haber sido vanguardia en esa gesta del espacio.