Un riesgoso papelón
En caso de una elección reñida, la demora del escrutinio en Córdoba podría haber desencadenado un adverso clima social. La boleta única fue aprobada por la ciudadanía, aunque debe ser mejorada.
A tono con su tradición democrática e innovadora, Córdoba vivió el domingo último una jornada ejemplar en cuanto a la actitud cívica de sus habitantes y clase política. Los comicios se desarrollaron con un comportamiento destacable por parte de votantes, candidatos y autoridades de mesa, con los pequeños inconvenientes lógicos de toda elección.
Sin embargo, la muy buena respuesta de la ciudadanía y de la dirigencia contrastó de manera abierta con el lentísimo escrutinio provisorio, que recién concluyó casi 24 horas después de cerrados los locales de votación y a 22 horas de que se conocieran los primeros cómputos.
La fallida actuación del Correo Argentino, según la responsabilidad que ayer le endilgó el Tribunal Superior de Justicia, pudo haber derivado en un grave y delicado cuadro político y social si los resultados hubieran sido muy ajustados, como sucedió en 2007, cuando la diferencia final fue de apenas 17 mil sufragios.
En este caso, las encuestas y bocas de urna previas, realizadas por la Universidad de Córdoba y consultoras privadas, y las mesas-testigo relevadas por los principales contendientes, anticiparon el resultado final. Este fue dignamente aceptado por Luis Juez y Oscar Aguad, principales adversarios del gobernador electo, José Manuel de la Sota, casi en el mismo momento en que se difundían los primeros resultados oficiales.
Hasta los veedores de la Organización de Estados Americanos (OEA) calificaron como un "papelón" los problemas informáticos aducidos por los responsables del Correo Argentino, que –como hace cuatro años– volvió a fallar en una tarea clave para la transparencia electoral.
Pero el uso de la boleta única dejó varias enseñanzas para el futuro de este sistema, que constituyó, sin dudas, un paso adelante en relación con el "voto sábana" que se volverá a usar el domingo venidero en las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias.
La ciudadanía se adaptó con rapidez y la votación se hizo sin mayores inconvenientes. No obstante, la falta de una campaña pública suficientemente clara y en todo el territorio cordobés –no sólo en los principales circuitos– motivó que muchos confundieran la opción de votar por la lista completa al colocar su tilde o cruz sólo en el tramo para gobernador.
Esto se refleja en la diferencia de votos que existe entre ese tramo y los de legisladores y miembros del Tribunal de Cuentas, que nunca fue tan abismal en comicios anteriores.
La falta de esos sufragios quizá hubiera modificado la composición legislativa, al no expresar de modo adecuado la intención de los electores. Quizá convenga adoptar el sistema de Santa Fe, que si bien usa la boleta única, dispone de tantas boletas como candidaturas en disputa, en lugar de la separación por tramos en una misma papeleta, como se usó en Córdoba.