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Un retroceso que agrava la derrota

*Por Por Carlos Sacchetto. En los manuales no escritos de la política se enseña que la fe en las propias fuerzas puede hacer que se mantengan en alto las esperanzas, y hasta alcanzar posiciones que racionalmente se creen perdidas.

Pero eso es muy diferente a esperar un milagro. Lo único que ayer en el balotaje de la elección de Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires podría haber cambiado la historia, era un milagro y obviamente, no sucedió.

A la gravedad de esta nueva derrota del  kirchnerismo no hay que buscarla sólo en la reelección de Mauricio Macri. Lo que más le duele al oficialismo nacional es la reducción de sus propios votos con relación al balotaje de 2007 entre los mismos protagonistas.

Como referencia, hay que recordar que ese año el fallecido Néstor Kirchner finalizaba su período presidencial con una elevada imagen positiva. Daniel Filmus obtenía entonces el 39,1 por ciento.

Ayer, el objetivo del oficialismo nacional era llegar al menos al 40 por ciento, el piso anhelado por la presidenta Cristina Fernández para encarar con expectativas ciertas el camino hacia la elección de octubre.

Pero otra vez el electorado porteño dijo "no", y achicó el caudal de Filmus al 35,7 por ciento.

Detrás del estiramiento de las distancias en los números se percibió nuevamente la intención sancionatoria del distrito. Esa reprimenda estuvo dirigida a una fuerza que en los últimos tiempos, como en el tenis, cometió numerosos errores no forzados.
 
Pero quizás el peor pecado del kirchnerismo haya sido, desde el discurso triunfalista para vestirse de invencible, dilapidar el beneficio que le otorga la imagen que la Presidenta tiene en vastos sectores sociales.

En la Casa Rosada apelaban anoche al recurso explicativo de que no será igual el 14 de agosto, en las primarias presidenciales, y mucho menos el 23 de octubre cuando se defina la pelea electoral de fondo.
 
Lo cierto es que los tropiezos en Capital Federal y en Santa Fe se han convertido en un nuevo desafío para Cristina que sus estrategas no esperaban en esta magnitud.

Quedan sólo dos semanas para las primarias y, tras lo ocurrido ayer, seguramente se profundizará la polémica interna y el reparto de culpas en el kirchnerismo. Nada peor para encarar una elección tan importante, en la que se medirá si ese piso superior al 40 por ciento en el promedio nacional que necesita la Presidenta es alcanzable.

Con los resultados de ayer vale plantearse dos interrogantes: ¿Si Macri no se hubiera bajado de la candidatura presidencial, hubiese tenido semejante respaldo como polo opuesto a Cristina? Jamás tendremos esa respuesta.

¿A qué candidato presidencial votarán ahora quienes ayer consagraron a Macri? Cada ciudadano es el dueño de su voto, pero queda claro que los milagros, en política, no existen.