Un puñado de valores
Por María Herminia Grande* "No basta con rendir homenaje a la Constitución. No basta con recordar qué es formalmente la Constitución. Quizás el mejor homenaje es cumplirla...".
"No basta con rendir homenaje a la Constitución. No basta con recordar qué es formalmente la Constitución. Quizás el mejor homenaje es cumplirla estrictamente". La contundencia de esta definición de Gregorio Badeni nos lleva a preguntarnos qué es la Constitución y qué representa la misma en la ciudadanía. Para salir de la definición dogmática, Héctor García Solá me decía que en definitiva la Constitución es un compendio de valores que un pueblo acepta para vivir de acuerdo a ellos. La charla con García Solá se extendió a propósito de ser uno de los hombres que en abril de 1962 integró la Convención Constituyente que sancionó la última Constitución de la provincia de Santa Fe. Es muy interesante ubicar el momento histórico. El 29 de marzo de 1962 un golpe militar derroca al gobierno de Arturo Frondizi. En medio de este golpe, con un presidente de facto José María Guido, quien ordena la intervención de las provincias; Santa Fe establecía para sí los valores con los cuales quería vivir en democracia. La contradicción política que habitó en el ministro del interior de Guido, Jorge Perkins, legislador hasta el momento del golpe, hizo que esperara a la sanción de la Constitución de Santa Fe para luego intervenir la provincia. Tal era la urgencia que debieron buscar al gobernador Sylvestre Begnis en la misma sala quirúrgica donde realizaba una operación, finalizada la misma y en chaquetilla, juró la nueva Constitución. Lo increíble no fue sólo la valentía de este puñado de hombres y mujeres que siguieron adelante con sus respectivos mandatos sino que concibieron un texto constitucional con un artículo, el séptimo, que dice: El Estado reconoce a la persona humana su eminente dignidad y todos los órganos del poder público están obligados a respetarla y protegerla. Los derechos fundamentales de libertad y sus garantías reconocidos por esta Constitución son directamente operativos. Este párrafo fue escrito, sancionado y promulgado en momentos donde una vez más en Argentina se atropellaba la dignidad de cualquier ciudadano y se le recortaban y silenciaban sus derechos.
La pregunta es: ¿este texto que concibieron personas como Roberto Rovere, Decio Ulla, Luciano Molinas, Aldo Tessio, Lisandro Viale, José María Rojo, Danilo Kilibarda, Roberto Rosúa, Héctor García Solá, puede envejecer? El artículo recién mencionado ¿puede quedar obsoleto? Si la Constitución es la suma de valores que una sociedad elige, ¿cuáles son los valores que ya no rigen, que sí intentaban valer hace cincuenta años y que para restringirlos se usó reiteradamente la fuerza?
Por estos momentos, donde se habla a través de terceros sobre una nueva reforma de la Constitución nacional, y en primera persona política en la provincia de Santa Fe para el mismo cometido, pregunto ¿qué artículos demandaría nuestra Constitución provincial y nacional a la hora de rechazar los malos valores? Para que Argentina deje de tener pobreza e inequidad, se necesita de la puesta en práctica de los mandamientos que si bien son instituidos por el catolicismo, son válidos para cualquier creencia, aún para los agnósticos: no matarás, no robarás, amarás al prójimo como a ti mismo, honrarás a padre y madre, no dirás falso testimonio ni mentirás, no codiciarás bienes ajenos...
Cuando como país crecemos durante una década al 8 por ciento anual, y en esa misma década el ministerio de Desarrollo Social de la Nación aumenta su presupuesto de $ 1.500 millones al actual $ 18 mil millones, reflejo de un Estado que se vuelca al asistencialismo descuidando lo productivo, ¿falla la Constitución o la política?
Quienes no pudieron, no supieron, no quisieron hasta aquí resolver políticamente los problemas reales, serios e incontrastables que hoy cobija la pobreza, ¿por qué en una reelección lo habrían de resolver? La inequidad en Argentina viene mostrando su peor cara. La diferencia entre el 10 por ciento más rico y el 10 por ciento más pobre en la década del 70 era de 7 a 1. En el 2001, esta diferencia fue de 44 a 1, explotando la desigualdad en Argentina. Hoy es de 24 a 1.
Esta semana he visto un avance muy interesante en el gobierno de Bonfatti, al asumir y encarar el problema de la violencia generada por el delito a través del relevo de casi el 70 por ciento de la cúpula policial con la intención de tomar el toro por las astas en el tema narcotráfico. Ojalá no quede en anuncios y se ejerza la política conveniente para este fin.
Hoy los dos temas centrales en Argentina tienen que ver, si "rascamos" bien en el fondo, con la violencia que genera la inequidad. Consultado al respecto el presidente de la bancada justicialista Luis Rubeo, manifestó que le parece bien la decisión del gobernador de centralizar la relación con la fuerza policial y que sea la autoridad política quien imparta las medidas que la fuerza debe implementar. (De paso mencionó que el próximo jueves es probable que el proyecto de emisión de letras sea aprobado, pero con votos divididos).
El otro gran tema relacionado con los valores es la necesidad de priorizar, elogiar, ponderar el valor del trabajo y del esfuerzo en contraposición a la droga, la corrupción y el negociado que se ofrece como alternativa.
Un tema no menor es que hoy en Argentina no hay posibilidad de ascenso social ni de descenso social. Los ciudadanos argentinos están estancados. Un 12 a 13 por ciento de su población vive como en el siglo 19. Un 18 por ciento changuea, no tiene previsibilidad y como dice Daniel Arroyo, autor del libro, "Las cuatro Argentinas", integra la 1ª B del mundo del trabajo: la informalidad. Hay otra Argentina que tiene que ver con la clase media y la previsibilidad porque en general su trabajo depende del Estado. Y por último la cuarta Argentina, que ostenta su riqueza ante los ojos de los que nada tienen.
Qué lejos quedó aquella definición del peronismo: ¡qué todo el que quiera, pueda!
La pregunta es: ¿este texto que concibieron personas como Roberto Rovere, Decio Ulla, Luciano Molinas, Aldo Tessio, Lisandro Viale, José María Rojo, Danilo Kilibarda, Roberto Rosúa, Héctor García Solá, puede envejecer? El artículo recién mencionado ¿puede quedar obsoleto? Si la Constitución es la suma de valores que una sociedad elige, ¿cuáles son los valores que ya no rigen, que sí intentaban valer hace cincuenta años y que para restringirlos se usó reiteradamente la fuerza?
Por estos momentos, donde se habla a través de terceros sobre una nueva reforma de la Constitución nacional, y en primera persona política en la provincia de Santa Fe para el mismo cometido, pregunto ¿qué artículos demandaría nuestra Constitución provincial y nacional a la hora de rechazar los malos valores? Para que Argentina deje de tener pobreza e inequidad, se necesita de la puesta en práctica de los mandamientos que si bien son instituidos por el catolicismo, son válidos para cualquier creencia, aún para los agnósticos: no matarás, no robarás, amarás al prójimo como a ti mismo, honrarás a padre y madre, no dirás falso testimonio ni mentirás, no codiciarás bienes ajenos...
Cuando como país crecemos durante una década al 8 por ciento anual, y en esa misma década el ministerio de Desarrollo Social de la Nación aumenta su presupuesto de $ 1.500 millones al actual $ 18 mil millones, reflejo de un Estado que se vuelca al asistencialismo descuidando lo productivo, ¿falla la Constitución o la política?
Quienes no pudieron, no supieron, no quisieron hasta aquí resolver políticamente los problemas reales, serios e incontrastables que hoy cobija la pobreza, ¿por qué en una reelección lo habrían de resolver? La inequidad en Argentina viene mostrando su peor cara. La diferencia entre el 10 por ciento más rico y el 10 por ciento más pobre en la década del 70 era de 7 a 1. En el 2001, esta diferencia fue de 44 a 1, explotando la desigualdad en Argentina. Hoy es de 24 a 1.
Esta semana he visto un avance muy interesante en el gobierno de Bonfatti, al asumir y encarar el problema de la violencia generada por el delito a través del relevo de casi el 70 por ciento de la cúpula policial con la intención de tomar el toro por las astas en el tema narcotráfico. Ojalá no quede en anuncios y se ejerza la política conveniente para este fin.
Hoy los dos temas centrales en Argentina tienen que ver, si "rascamos" bien en el fondo, con la violencia que genera la inequidad. Consultado al respecto el presidente de la bancada justicialista Luis Rubeo, manifestó que le parece bien la decisión del gobernador de centralizar la relación con la fuerza policial y que sea la autoridad política quien imparta las medidas que la fuerza debe implementar. (De paso mencionó que el próximo jueves es probable que el proyecto de emisión de letras sea aprobado, pero con votos divididos).
El otro gran tema relacionado con los valores es la necesidad de priorizar, elogiar, ponderar el valor del trabajo y del esfuerzo en contraposición a la droga, la corrupción y el negociado que se ofrece como alternativa.
Un tema no menor es que hoy en Argentina no hay posibilidad de ascenso social ni de descenso social. Los ciudadanos argentinos están estancados. Un 12 a 13 por ciento de su población vive como en el siglo 19. Un 18 por ciento changuea, no tiene previsibilidad y como dice Daniel Arroyo, autor del libro, "Las cuatro Argentinas", integra la 1ª B del mundo del trabajo: la informalidad. Hay otra Argentina que tiene que ver con la clase media y la previsibilidad porque en general su trabajo depende del Estado. Y por último la cuarta Argentina, que ostenta su riqueza ante los ojos de los que nada tienen.
Qué lejos quedó aquella definición del peronismo: ¡qué todo el que quiera, pueda!