Un problema de oportunismo
* Por Carlos Pagni .En política el cuándo y el cómo son tan importantes como el qué. Esta ley es indispensable para comprender el rechazo que formuló ayer Mauricio Macri a integrar una fórmula presidencial con Eduardo Duhalde e incluso a sellar alianza con el Peronismo Federal.
En política el cuándo y el cómo son tan importantes como el qué. Esta ley es indispensable para comprender el rechazo que formuló ayer Mauricio Macri a integrar una fórmula presidencial con Eduardo Duhalde e incluso a sellar alianza con el Peronismo Federal. Macri cree que esas posibilidades son, más que inconvenientes, inoportunas. Conviene, por lo tanto, examinar el contexto de la definición.
El primer dato que desaconseja a Macri insinuar un acercamiento a Duhalde o a cualquier otro caudillo del peronismo disidente es que esta fuerza está por celebrar sus internas, que se escalonarán entre el 3 de abril y el 29 de mayo. Si adelantara cualquier aproximación al PJ, el líder de Pro se arriesgaría a convertirse en un insumo de una pelea ajena. Aun sin haber insinuado nada, ya lo es: uno de los argumentos con que Alberto Rodríguez Saá hostiga a Duhalde es que el de no compartir "la concepción de Macri".
Otro factor para postergar cualquier definición es la peripecia electoral del propio macrismo. Esa fuerza deberá luchar para retener el gobierno de la ciudad de Buenos Aires en elecciones separadas de las nacionales. Presentarse ante los porteños como aliado del peronismo sería una mala jugada. En Pro todavía se discute cuánto tuvo que ver la alianza con el PJ disidente en la pérdida de votos que sufrió Gabriela Michetti en 2009. Por otra parte, el duhaldismo todavía no definió su estrategia en la Capital Federal. Allegados a Duhalde postulan al turbulento Martín Redrado.
Hay un tercer duelo que también es determinante de la conducta de Macri: el de los radicales. Es posible que si el senador Ernesto Sanz se impone sobre Ricardo Alfonsín en las elecciones internas del 30 de abril la UCR pueda aspirar a un amplio segmento de votos del centro independiente, que tal vez irían a Macri si el resultado fuera el inverso. En tal caso, si el jefe de gobierno porteño apareciera rodeado de peronistas, Sanz vería facilitada su tarea.
En la negativa de Macri está operando, además, un motivo estructural: la proximidad con los políticos clásicos contraría la imagen pública que viene construyendo. Macri prefiere resaltar otros atributos: su paso por Boca Juniors, su militancia entre los ricos y famosos, el romance y matrimonio con la atractiva Juliana Awada.
¿Para qué contaminar esos tesoros, complacientes con una sociedad que sospecha de la política y sus figuras, con entreveros de internas y punteros? Así piensa Macri y así le aconseja pensar su principal consejero, Jaime Durán Barba.
Este encuadramiento estético-político obliga a descartar también para el futuro una alianza plena con el peronismo en cualquiera de sus versiones. Macri y Duhalde estarán, como se dice en España, "juntos pero no revueltos".
Sería un error deducir de estos condicionamientos el aislamiento de Macri respecto del PJ. Su combinación con los peronistas está facilitada por la retracción de Daniel Scioli. Macri es beneficiario del repliegue de Scioli, con quien comparte la inserción en esa especie de conservadorismo popular común a ambos. Además, los contactos entre el jefe de gobierno y la dirigencia peronista son obvios: los encargados de la campaña nacional macrista, Humberto Schiavone y Emilio Monzó, pertenecen a ese sector.
Los desafíos
La semana pasada, sin ir más lejos, Pro incluyó a figuras cercanas a Carlos Reutemann (Alejandra Vucasovich) y al duhaldismo (Norberto Nicotra) en la lista que propone a Miguel del Sel como gobernador de Santa Fe. Macri cerró ese acuerdo con el senador Carlos Reutemann. Con Duhalde mantiene conversaciones secretas y frecuentes durante horas.
Más que el qué, más que el cuándo, el desafío que atormenta a Macri es el cómo. Su sueño es que el Peronismo Federal no selle una alianza sino que, en homenaje a su popularidad, exprese una adhesión.
Es natural que, navegante solitario, tema quedar atrapado en una red que no domina. Pero, de a ratos, fantasea con una fórmula con Juan Schiaretti, el gobernador de Córdoba. O en llevar a Duhalde o a su esposa, Hilda González, como candidatos al Senado.
El obstáculo no son las proporciones del reparto sino la confianza para celebrarlo. Macri en esto es perspicaz. Cuando, muy pocas veces, habla del tema, confiesa: "Lo que debo demostrarle a Duhalde es que, apoyándome, no les saldrá un nuevo Kirchner".