Un periodista es...
* Por Carlos Simón. Desde hace varios días, a medida que se acercaba el Día del Periodista, me daba vueltas en la cabeza una idea y pude concretarla una horas antes de iniciar esta jornada. Se trataba de redefinir mi función como tal ya porque desde que tengo conocimiento (es una forma de decir) soy periodista a secas, y hoy el mundo cambió.
¿Cambié yo? Claro que esa redefinición, pensé, no puede ser solitaria y caprichosa porque seguro me saldría mal. Los periodistas, me dije, mientras conectaba por Facebook a otros colegas con esa meta, debemos sentarnos y en una tormenta de ideas sacar algo en claro. Claro, pensé.
Fue así que logré tomar café con sólo tres de mis iguales (invité a más de 15) y la primera conclusión que sacamos fue que somos difíciles de reunir y que, por lo tanto, también es casi imposible ponernos de acuerdo para confabular o siquiera acordar esta u otra acción en contra o a favor de tal o cual. Escasamente nos defendemos en situaciones extremas.
Otro mito que quedó por el suelo en esa reunión, para nosotros "resolutiva", fue que no podemos ponernos de acuerdo en un abrir y cerrar de ojos. Uno quería hablar de la situación política partidaria, otro de fútbol, otro de política internacional y el último sobre el ambiente y su cuidado. Imposible, dijimos, y ahí acordamos sí, no hablar de nuestras especialidades y de lo que más sabíamos cada uno sino redefinir, de una vez por todas, el espíritu de nuestra profesión.
"Somos el nexo entre la realidad y la gente común", dijo uno. Eso duró hasta que nos dimos cuenta de que también somos gente común, con problemas comunes que tenemos una tarea un poco especial.
"Somos la voz de quienes no tienen voz". Tampoco nos sirvió porque nos dimos cuenta de que la gran mayoría somos dependientes y nuestra voz tiene el alcance que tiene la línea editorial del medio en que cada uno trabaja.
En criollo, dependemos de la línea que nos bajen. Lo de jueces y fiscales, ejecutivos y legisladores, quedó en claro, salió a la luz en la época del "que se vayan todos" que tampoco es cierto y nos salvamos por poco de entrar en el paquete porque algunos de nosotros equivocamos nuestra tarea. Y qué somos... nos preguntamos angustiados ya tomando la borra del café.
Y... esto (se animó a decir casi con un hilo de voz uno de los colegas de radio acostumbrado a hacer tronar sus cuerdas vocales con opiniones)... somos periodistas.
Hay miles de definiciones y conceptos académicos para definirnos. La mayoría de esos conceptos no salieron de nosotros porque somos gente común con una tarea especial. Capaces sí de formar opinión, dar hasta la vida por descubrir lo que generalmente quieren tapar. No somos idealistas ni ideólogos, somos realistas.
Adquirimos la gimnasia de no perder nuestra capacidad de asombro ante las más simples cosas de la vida porque la rutina es nuestra peor enemiga. Ningún amanecer es igual para nosotros. Siempre hay un rayo de sol más o menos. Siempre hay una nube que disipar en la tarea diaria.
Siempre hay un mundo para descubrir y mostrar, y eso sí, podemos hacerlo de distintas formas, pero el mundo está allí. No somos intocables ni omnipotentes. Tenemos la sensibilidad a flor de piel y esa piel se renueva todos los días. Nada más ni nada menos somos seres tocados por uno de los dones más hermosos de la humanidad: podemos comunicar. Somos periodistas. Esa palabra encerrará siempre la definición.
Esta jornada fue instituida en una convención de entidades periodísticas reunidas en 1938 en la provincia de Córdoba. Ahí se votó una ponencia presentada por el Círculo de Periodistas de Mendoza (fundado en 1927) que proponía el 7 de junio, fecha de aparición de la Gazeta de Buenos Aires fundada por Mariano Moreno, para celebrar todos los años el día de los trabajadores de prensa, los periodistas. (Dato obtenido de las actas históricas de la Institución).