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Un paso positivo para lograr mayor confiabilidad en el servicio de agua domiciliaria

El reclamo formulado por la Defensoría del Pueblo bonaerense para que Absa diseñe un plan de inversiones destinado a solucionar los problemas de baja presión de La Plata y, al mismo tiempo, que brinde precisiones sobre la salida de agua marrón en las canillas de muchos domicilios de nuestra ciudad -un fenómeno que ocurrió en los pasados meses de abril y octubre- constituye un paso que puede ser importante para superar las frecuentes anomalías que se registran en el servicio de agua corriente.

Tal como se informó en este diario, el dictamen del ómbudsman provincial tiene que ver con su investigación de los hechos que ocurrieron meses atrás, cuando literalmente media ciudad vio salir de las canillas, durante varias horas, un líquido turbio y cargado de sedimentos. Si bien en su momento Aguas Bonaerenses informó que los problemas fueron consecuencia de tareas realizadas con el objetivo de mejorar la presión del suministro, el aluvión de reclamos vecinales llevó a la Defensoría a intervenir de oficio, solicitando informes tanto a la empresa que potabiliza y distribuye el agua como ente regulador del servicio, Ocaba (Organismo de Control de Aguas de Buenos Aires).

Se detalló que la red de distribución de agua potable local, con una extensión de 1.450 kilómetros, conserva casi un tercio de cañerías de hierro fundido -con conexiones domiciliarias de plomo- emplazadas principalmente en las áreas centrales del casco histórico. Según Absa, estos 460.000 metros de piezas cuya antigüedad supera el siglo están afectados por incrustaciones que generan pérdidas significativas en la capacidad de conducción del fluido. Y se puntualizó que la inversión requerida para reemplazar los metros existentes de cañerías de hierro fundido asciende a los $400 millones.

En esta columna se advirtió que sólo en muy pocas oportunidades lograron obtenerse dictámenes técnicos que, al menos parcialmente, explicaran la presencia de agua marrón en las cañerías y sus efectos. Uno de ellos señalaba que en muchas de las cañerías, algunas de ellas extremadamente antiguas, existen roturas o fisuras que, al incrementarse la presión de agua, hacen que el líquido fluya hacia el exterior. Cuando la presión cede, buena parte de ese líquido retorna a los caños pero, por cierto, contaminado, al haber tomado contacto con la materia exterior.

Sea como sea, lo cierto es que el problema genera serias incomodidades para el desarrollo de las tareas domésticas y para la vida cotidiana. De los testimonios recogidos por el diario surgía un listado de dificultades que no resultan menores para una familia: desde la imposibilidad de bañarse hasta las limitaciones para cocinar o lavar la ropa.

La intervención de la Defensoría bonaerense abre, entonces, expectativas acerca de la posibilidad de que, finalmente, se adopten medidas estructurales tendientes a garantizar la confiabilidad de un servicio tan esencial como lo es el del agua domiciliaria. Para ello es fundamental que el organismo no ceda en su impulso por gestionar y obtener una solución rápida e integral por parte de la empresa a cargo del suministro.